El bitcoin consumió tanta energía en el 2018 como Hungría
Un investigador de PwC aconseja sustituir la prueba de trabajo por la prueba de participación para la creación de criptomonedas
La huella energética del bitcóin no para de aumentar. Los expertos calculan que el pasado año la creación de bitcoines supuso un consumo energético equivalente como mínimo al de toda Hungría en un año, pero podría haber llegado al de Suiza (62,3 TWh). El investigador Alex de Vries, de PricewaterhouseCoopers (PwC) en los Países Bajos, ha realizado varios cálculos sobre el consumo energético del bitcóin a nivel mundial y ha llegado a la conclusión de que la producción de energía hidroeléctrica renovable china no es capaz de suministrar las grandes cantidades de energía necesarias por los ordenadores que se encargan de validar las transacciones de bitcóin y la minería (creación) asociada.
En un comentario publicado este 14 de marzo en la revista ‘Joule‘, también destaca las vastas cantidades de desechos electrónicos producidos por la red bitcóin y alerta ante la necesidad de estrategias alternativas para frenar el impacto ambiental de esta criptomoneda. Propone como solución que la denominada prueba de trabajo que se emplea para generar nuevos bitcoines sea reemplazada por la prueba de participación, que reduciría el consumo energético actual casi en su totalidad.
De Vries, consultor senior y especialista en ‘blockchain’ de PwC y fundador de Digiconomist (@DigiEconomist), asegura que el consumo de bitcóin es más de 1.200 veces mayor que la huella máxima de una transacción procesada por la industria bancaria. «Los defensores de esta moneda digital han argumentado que, incluso si bitcóin está usando mucha energía, no es tan dañino porque afirman que las instalaciones mineras de bitcóin usan principalmente energía renovable», explica de Vries. Ante esta afirmación, decidió profundizar y determinar la veracidad de ese argumento y ha llegado a la conclusión de que las crecientes necesidades energéticas de bitcóin llevarán a que la energía disponible no será suficiente para satisfacer las necesidades de creación y gestión de la moneda.
El problema radica principalmente en el mecanismo de adjudicación de nuevos bitcoines, en el que los «mineros» usan tecnología de gran potencia para buscar firmas numéricas válidas que permiten que los bloques de bitcóin (archivos que registran transacciones) se unan a la creciente lista de registros de transacciones de bitcóin gestionada por la tecnología ‘blockchain’. A cambio de sus esfuerzos energéticos, los mineros pueden (pero no siempre) recibir la moneda de bitcóin. Mediante el uso de información disponible públicamente sobre el poder computacional de la red bitcóin y la eficiencia y composición de materiales de las máquinas mineras, De Vries identificó los principales problemas gracias a la actual dependencia de las energías renovables de las plantas de minería de bitcóin situadas en China.
Una vez que se activa una máquina bitcóin, no se apaga hasta que deja de funcionar de manera rentable. Sin embargo, mientras esta elevada demanda de electricidad permanece constante, la energía hidroeléctrica utilizada para alimentarla fluctúa. La provincia china de Sichuan, donde los mineros se ubican principalmente en la actualidad, está generando tres veces más hidroelectricidad durante los meses húmedos de verano que durante los meses secos de invierno. La energía a base de carbón se utiliza normalmente para compensar estas fluctuaciones.
«Sobre la base de estos hallazgos, la energía renovable que actualmente se utiliza en la minería de bitcóin no puede considerarse ‘verde’, y este desafío de combinar un requisito de energía constante con una producción variable de renovables siempre existirá», dice de Vries. «Incluso podría proporcionar un incentivo para la construcción de nuevas centrales eléctricas a base de carbón para satisfacer la mayor demanda base».
Pero De Vries también señala que incluso si los dispositivos de minería bitcóin pudieran funcionar solo con energía renovable, aún serían descartados como desechos electrónicos al final de su vida útil. La máquina más popular en el mercado para la creación de bitcoines, la denominada ASIC, no puede ser reutilizada porque está cableada únicamente para minar bitcoines. Esto significa que es probable que termine con otros componentes electrónicos desechados en un incinerador, causando daños al medio ambiente. En conjunto, el estudio muestra que bitcóin actualmente genera tantos residuos electrónicos como una pequeña nación, como Luxemburgo, afirma De Vries.
A pesar de que bitcóin aún constituye solo una pequeña parte de todas las transacciones de divisas, De Vries piensa que ya hay motivos para preocuparse. «Por el momento, su consumo de energía y la generación de desechos electrónicos no son despreciables, y es probable que aumenten rápidamente a cantidades incluso más extremas si bitcóin logra ser ampliamente utilizado», dice. La razón es que las necesidades energéticas son cada vez más altas ante la complejidad creciente de creación de bitcoines a medida que se acerca su número máximo en circulación.
Sin embargo, de Vries cree que estas preocupaciones de sostenibilidad pueden evitarse reemplazando el mecanismo utilizado para obtener bitcoines. Un mecanismo alternativo a la «prueba de trabajo» es el ya utilizado por las criptomonedas Dash y NXT (y que pronto será utilizado por Ethereum) y que ha sido bautizado como «prueba de participación». Este ajuste reduciría el consumo de energía de bitcóin en un impresionante 99,99% y eliminaría la necesidad de ‘hardware’ especializado no reutilizable. «En última instancia, bitcóin es solo ‘software», dice De Vries. «El mecanismo de minería puede ser reemplazado. El desafío es que toda la red debe aceptar este cambio».
La prueba de participación
La denominada Prueba de Participación (PoS) es un mecanismo de validación de transacciones utilizado en plataformas de tecnología de criptoactivos. Se diferencia de la Prueba de Trabajo (PoW) por no validar las transacciones mediante el consumo de energía e inversión de trabajo, sino mediante la inversión de determinada cantidad de monedas.
Con solo mantener una determinada cantidad de criptomonedas en una cartera, que según la red en la que se trabaje puede requerir la permanencia en línea o no, ya se puede participar de la validación de transacciones en la red. A cambio, el administrador de dicha cartera recibe una recompensa, cuyo porcentaje de rentabilidad puede ser variable según las diversas plataformas que utilizan este mecanismo, pero generalmente se basa en las comisiones pagadas por transacción.
En su lugar, la Prueba de Trabajo (PoW) es un mecanismo utilizado en criptomonedas como bitcoin, ether, zcash y litecoin basado en la resolución de un acertijo o combinación alfanumérica irrepetible llamada hash, propia a cada bloque. Para llevar a cabo este procedimiento de forma óptima, es necesario emplear un alto poder de procesamiento o cómputo, así como un alto consumo de energía, según la dificultad de minado de la red y la cantidad de moneda en disputa.
Algunas plataformas utilizan ambos mecanismos de consenso, como es el caso de Peercoin, de donde Vitalik Buterin se inspira para proponer la implementación de PoS en Ethereum; algo en lo que el equipo de desarrolladores de esta ‘blockchain’ se encuentra trabajando actualmente y que pretenden poner en marcha en un futuro.
En la Prueba de Participación, los encargados de validar transacciones y crear bloques son participantes que depositan una cantidad determinada de fondos en una cartera destinada para esta función. Si alguien valida una transacción fraudulenta, puede ser penalizado con la prohibición de participar en la red en un futuro, e incluso podría perder todos sus fondos. Estos fondos colocados en garantía funcionan como incentivo para que los mineros no ataquen la red. PoS no requiere que el participante disponga de equipos de minería de alto rendimiento, como ocurre en la mayoría de los casos con PoW.
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Un ciudadano israelí pasa delante de una oficina de cambio de bitcoines, en Tel-Aviv. / AFP/JACK GUEZ