22 noviembre 2024

“Por España, reenvía este vídeo”: la campaña electoral se juega en WhatsApp

Los partidos han empezado la campaña de difusión masiva de mensajes en la aplicación que más usan los españoles

Blas leía el periódico este miércoles: «¿No te das cuenta, Epi, de que si votas a Vox estás apoyando a Sánchez y a toda la tropa de independentistas?». El Partido Popular no encontró mejor manera de explicar la ley D´Hont tras ver el videomontaje de Epi y Blas que había hecho un usuario desconocido. «Es magnífico y dura poco más de un minuto», cuenta Juan Corro, secretario nacional de comunicación digital del partido. «El vídeo ilustra de manera sencilla una ley compleja de entender. No lo hicimos nosotros, pero lo vimos y lo distribuimos rápidamente por WhatsApp». El mensaje llegó a gente que nunca había votado a los populares. Si los partidos expandieron sus ideas por Facebook, Twitter e Instagram en las últimas elecciones, ¿será ahora el turno de WhatsApp?

“Nosotros trabajamos con WhatsApp desde 2014”, explica Corro. En el equipo estaban siete personas: Teodoro García Egea, hoy secretario general del partido; Isabel Díaz Ayuso, candidata a la Comunidad de Madrid; o Pablo Casado, líder de los conservadores. “Primero creamos grupos con afiliados. Después fuimos a por los voluntarios”. Hoy tienen “miles” de usuarios adscritos con los que intercambian ideas, vídeos y fotos.

WhatsApp es la red social que más se usa en España. Se estima que cada español dedica más de una hora y media al día a contestar y a leer los mensajes, según el último informe de la Asociacion de la Comunicación Digital en España. Esto convierte a la aplicación en un artefacto de propaganda masiva. El perfil medio es una mujer de 38 años. La mayoría mantiene hasta 10 conversaciones y siete de cada diez la usan para hablar con la familia y los amigos sin un objetivo específico, según la última encuesta del CIS.

“Los partidos saben que la gente confía cada vez más en las personas y menos en las instituciones”, explica el consultor Antonio Gutierrez Rubí. El autor del libro La política en tiempos del WhatsApp considera clave la facilidad que tiene la herramienta para difundir una idea: “Con un mensaje llegas a un primer anillo de grupos. Luego estos se lo pasan a otros. Y a otros…”. El director de la consultora RedLines, César Calderón, pone un ejemplo: “Es como cuando un amigo te recomienda una serie y la ves; pero si te lo dice el director por la tele, igual no. Hoy el objetivo es aparecer en el grupo de la familia, de padres, de amigos…”.

Uno de los mensajes que Vox ha distribuido esta semana.
Uno de los mensajes que Vox ha distribuido esta semana. WhatsApp

Fue lo que hizo Vox en las elecciones andaluzas. El responsable de las redes, Manuel Mariscal, confesó a este periódico hace dos meses que empezaron a captar seguidores en junio de 2018. “Logramos 2.000 en pocos días”. La seducción fue directa a través de la web. El mecanismo es sencillo. El usuario agrega el móvil de la formación en la agenda de contactos. El partido organiza a estos suscriptores en listas. Se pueden crear tantas como se deseen. Cada una tiene un límite de 256 usuarios. Listo. A enviar mensajes, como el que el lanzó la formación de extrema derecha el viernes: “Por España, reenvía este vídeo a tus contactos y difúndelo en tus grupos de amigos y familiares”. Más barato que pagar un anuncio en los medios.

El negocio comenzó en febrero. Facebook —que es el propietario de WhatsApp— lanzó una herramienta conocida como WhatsAppBussiness para que las empresas se comunicaran con sus clientes. Su uso es gratuito. Sin embargo, existen compañías privadas que también realizan este servicio. El presupuesto del envío varía en función del número de usuarios a los que se quiere llegar. Si un partido quiere externalizar este uso para mandar infinitos mensajes a 10.000 personas, tendría un coste de entre 600 y 1.000 euros al mes, según las empresas consultadas.

Fuentes de Ciudadanos cuentan que en Andalucía también usaron WhatsApp: “Ahora estamos estudiando si lo implantamos de cara a las generales”. En el PSOE la utilizan, pero solo a nivel interno. “Mandamos mensajes a federaciones o a los responsables de redes en las comunidades», dice un portavoz. «De cara a los votantes usamos Telegram”. En esta red cuentan con más de 3.000 suscriptores.

Campaña de la formación morada para captar seguidores por WhatsApp.
Campaña de la formación morada para captar seguidores por WhatsApp. Podemos

En Podemos el equipo de redes sociales lo forman una docena de profesionales. La suscripción al canal automatizado de WhatsApp se lanzó en agosto de 2018. “Aquí enviamos los mismos mensajes que en otras redes. Esta semana hemos recibido 6.000 peticiones de alta”, dicen desde el equipo de redes.

Al margen de las suscripciones voluntarias, el Senado avaló el spam electoral hace cuatro meses. Los partidos podrán rastrear datos de los usuarios en sus redes sociales durante las elecciones. No hará falta guardar el número de la formación en la agenda para recibir mensajes. Aparecerán solos, sin pedirlos. El Defensor del Pueblo recurrió al Tribunal Constitucional, que debatirá la paralización de esta medida. Mientras, la Agencia Española de Protección de Datos ha impuesto algunas restricciones: “Las formaciones tendrán que consultar a la agencia los datos que quieran reunir 21 días antes del inicio de la campaña”. Fuentes de la agencia dicen que, por el momento, las quejas que reciben de los ciudadanos son «residuales».

Por lo pronto, los mensajes seguirán llegando a los adscritos hasta el 28 de abril. “WhatsApp no influye de manera directa en el voto, pero sí lo refuerza”, cuenta Belen Barreiro, directora de 40DB y exdirectora del CIS. “Hoy donde se está dudando más es en el bloque de derechas. Ahí podrá ser clave”. Bolsonaro lideró las encuestas en Brasil y ganó las elecciones sin apenas salir en televisión. Fue líder de audiencia en otra pantalla más pequeña, la del WhatsApp.

Manuel Viejo

FOTO: El secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, muestra su móvil al ministro de Fomento, José Luis Ábalos, en La Moncloa. ULY MARTIN EL PAÍS

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