GRACIAS, Alfredo
A mi padre lo asesinó ETA en su despacho de la UAM en 1996. Nunca he olvidado, ni olvidaré , la rabia y las lágrimas de Alfredo P. Rubalcaba ese horrible 14 de febrero ni la delicadeza y cariño con que nos trató, a mí y a toda la familia, desde esos días hasta ahora.
Pero tampoco voy a olvidar jamás su decisiva contribución al fin del terrorismo etarra, con esa mezcla de inteligencia, valentía y sentido del Estado que le caracterizaban. A él se lo dije muchas veces, pero ahora quiero decirlo en público. Es mi minúscula contribución a ese tan merecido homenaje que le debe este país. GRACIAS, Alfredo.
Ana Tomás y Valiente