«NO SE PUEDE RESISTIR» Por Juan Alfredo Bellón
Por Juan Alfredo Bellón para DESDE EL MIRADOR Nº62 del domingo 12-07-2015
Me resulta obligado, aunque sea el topicazo de la semana en más de media España y, por supuesto, en Andalucía, hablar de la ola de calor que nos asa por los cuatro costados como el verdugo-chef a san Lorenzo antes de que el mártir se dejara llevar por la belleza de la decostrucción que le estaban aplicando en sus carnes magras y, como quien le habla entusiasmado al Ferran Adriá de turno cuando le sirve un par de pollos picantones criados a grano y cáscara en la finquita aledaña y rustidos por una pistola ad hoc para caramelizarles la finísima piel y conseguir así un lacado pekinés con aroma de tomillo y Pedro Ximénez, y decirle eso de «Bendita sea tu madre por haberte enseñado a sacar de los alimentos cocinados tanto partido, y esto que has sido capaz de hacer conmigo en tu parrilla resulta tan extraordinario, que estoy a punto de morderme en el mismísimo sobremuslo como si fuera un acto de auto-canibalismo narcisista.
Bendito sea el Señor que nos envía esta ola sudorípara que no tiene nada que ver con el caloret de doña Rita Barberá y más bien se parece a las más puras esencias de don Pedro Botero. Coño qué calores tan impropios del primer julio y de estas tierras granadinas donde Dios, en contrapeso por habernos provisto de esta malafollá tan patente y tan expresa que nos distingue universalmente, dotó a Granada y a toda su Vega circundante con un fresquito envidiable durante las noches de estío, lo cual nos hacía (hasta la presente) ser envidiados por el resto de Andalucía, España y la Humanidad.
Mira por dónde que hoy no se puede ni salir a la calle, no sea que nos sorprenda un golpe de calor y se nos ponga la cabeza de arriba como al medio alcalde de la capital, Torres Hurtado, que cada vez que habla sube el pan y se parece más al ex alcalde de Lanjarón, José Rubio, aquel que daba media vida por un titular y publicó un bando prohibiendo a los vivos y a los muertos morirse en su pueblo porque, según él, no quedaba sitio en el cementerio. Pues Torres, durante la recepción de los estudiantes más aplicados de la Selectividad, ha intentado emularlos y se ha descolgado con la mamarrachada de afirmar que las mujeres están más elegantes cuanto más desnudas y los hombres, cuanto más vestidos. Claro que no debió echarle humo el parralillo para pronunciar semejante patochada propia del humor rancio del machismo franquista al que tanto le gusta fustigar, y con tanta razón, a mi amiga Paqui Fuillerat. Claro que le han debido tirar de la levita al verlo ridiculizado en todas las redes y no ha tenido más remerdio que recular y disculparse al estilo de los del PP: bueno, lo que yo quería decir y no debí saberlo expresar… Como si no lo conociéramos.
Y ya solo acabaré demostrando que todavía no me afecta mentalmente la temperatura y recordando en lo positivo que si no hay estaciones, no hay jamones, refrán contemporáneo y de invención propia que sirve para relativizar la exageración con que nos quejamos de este calor casi inaguantable y empuja a convocar plegarias y rogatorias (a lo que podría contribuir el Arzobispo y así haría por una sola vez en su vida algo útil) para que el señor Santiago, hijo del trueno y del rayo, nos trajera para el resto del verano mejores temperaturas y alguna lluvia no tormentosa ni torrencial, que tampoco espantara al turismo ni dañara la agricultura. Vayan a pasarse nuestras plegarias y terminemos peor que Grecia y tenga que dimitir Rajoy, como Varufakis, antes de tiempo y así senos prive al pueblo llano y sencillo del placer de echarlo por nuestro propio pie para que aprenda a maltratarnos y se produzca el escarmiento general por sus hechos dolorosos y se tenga entre nosotros memoria histórica de su descalabro y el de su partido para siempre jamás.
Total que ni se puede resistir este calor ni la estulticia del semialcalde Torres, ni el alma en vilo con que quieren los de la troika que vivamos acongojados, de modo que tendremos que pasar de tanto órdago como se nos echa desde el parte meteorológico de turno, la Plaza del Carmen y la clase dirigente de la Unión Europea a quienes dedicamos con la mayor ostentación una espléndida butifarra catalana y decimos con toda rotundidad eso de ¡menos monos Asmodeo!