Emociones infantiles, la clave para un crecimiento feliz
Que un hijo crezca feliz es el deseo de cualquier padre… Pero, ¿realmente sabemos leer las emociones de nuestros pequeños? Descubre cómo entender y tratar las emociones infantiles.Comprender la función de las emociones infantiles nos permite actuar adecuadamente ante sus comportamientos y favorecer el desarrollo de las capacidades básicas necesarias para una maduración cognitiva y social.
Actualmente la crianza con apego o crianza respetuosa ha convertido la etapa infantil en un gran foco de atención en el que las emociones pasan a tener su protagonismo siendo un objeto más de educación. Pero ¿cuál es realmente la función de las emociones?
Desde hace años ,y recientemente, los avances científicos en neuropsicología nos lo están corroborando. Sabemos que los bebés nacen con un sistema emocional que les permite reaccionar ante los estímulos que reciben de su entorno y establecer conexiones que facilitan los aprendizajes. Un bebé que siente malestar nos lo comunicará mediante el llanto, a través de los primeros sonidos de queja o movimientos motores hasta que le prestemos atención y, demos respuesta devolviéndole a un estado de placer. Poco a poco y debido al desarrollo de su precisión perceptiva ese malestar inicial se irá especializando y respondiendo ante situaciones concretas que tienen a ver con el desconocimiento, la impotencia, la pérdida, la satisfacción, lo inesperado… Esas primeras sensaciones no tienen un carácter cognitivo, ya que se producen en estadios previos al pensamiento consciente tal como lo entendemos en edades adultas.
Las primeras emociones infantiles, miedo, enfado, alegría, tristeza, sorpresa, están presentes desde los primeros meses de vida. Sólo hay que pasar unas horas con un bebé y escuchar atentamente todas sus reacciones para darnos cuenta si está alegre, enfadado, asustado, triste o sorprendido. El sistema emocional tiene una cualidad fantástica, está regido por la neuronas espejo que deben su nombre a su capacidad de reaccionar ante las emociones de los otros. Ello facilita la empatía pero también, sobre todo en las mamás, complica el actuar de la manera más correcta si no se consigue hacerlo desde la calma. Por ello, en muchas de las consultas que nos llegan a Mamicenter sobre los comportamientos de vuestros peques, os pedimos que los podáis observar desde la calma. Por ejemplo, si el enfado de un bebé, nos produce enfado y no somos capaces de darnos unos instantes para entender que se lo produce y ofrecerle recursos para aprender a superarlos, entraremos en un círculo vicioso que probablemente nos lleve a la desesperación.
Cada emoción tiene su razón de ser. Si no tuviéramos miedo, nunca podríamos reconocer situaciones de peligro y estaríamos más expuestos a sufrir accidentes. Si no pudiéramos sentirnos tristes ante la pérdida de un ser querido, no podríamos reconocer lo mucho que le queremos. Las emociones nos ofrecen una amplia gama de sentimientos y hacen posible el desarrollo de las capacidades adaptativas que tienen a ver con el aprendizaje y el crecimiento.
El miedo activa la prudencia y la curiosidad, una y otra imprescindibles para aproximarnos al conocimiento y base de todo aprendizaje. El enfado nos fuerza a perseverar y buscar nuevas estrategias. La tristeza nos pone en contacto con la necesidad y gratitud que tenemos para los otros y estimula el recuerdo. La alegría nos ayuda a reconocer lo positivo del bienestar y a ser un bien que hemos de buscar.
En Mamicenter queremos acompañarte en la aventura de la maternidad, y que con ella tu hijo y tú disfrutéis de un crecimiento feliz.
¿Por qué las emociones infantiles son la clave para un crecimiento feliz? Porque ellas nos dan la oportunidad de desarrollar capacidades básicas que permiten gestionar, con éxito, todos los avatares de la vida. Si puedes comprender la función del miedo, de la alegría, del enfado, de la tristeza y aprender de todas ellas, verás que adquieren un nuevo significado. Si cada vez que tu hijo, tu hija se enfade, se asuste, se ponga contento, des otro sentido a su comportamiento y actúes aportándole recursos que le permitan aprendizajes poderosos, verás que realmente la maternidad es una emocionante aventura.
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