El panel de científicos del IPCC en octubre de 2018 decía que se disponía tan solo de 12 años para lograr que los cambios en el clima no se volvieran irreversibles.

No exageramos cuando se dice que nuestro planeta Tierra se encuentra en un estado de “Emergencia climática” ya que este término refleja con mayor contundencia que “cambio climático” las consecuencias del aumento de la temperatura global que estamos sufriendo, y que se traduce en la subida del nivel del mar, el deshielo de los glaciares, fenómenos meteorológicos extremos y una reducción de la biodiversidad lo que trae consigo riesgos para la salud de las personas.

El panel de científicos del IPCC en octubre de 2018 decía que se disponía tan solo de 12 años para lograr que los cambios en el clima no se volvieran irreversibles.

Nuestro modo de vida ha cambiado y necesitamos una gran cantidad de recursos para seguir con este estilo. Sin embargo, muchas de esas necesidades son impuestas y ficticias. Pequeños gestos en nuestro día a día, ayudarían a mitigar la emisión de CO2 a la atmósfera y contribuir así a disminuir el efecto invernadero. Ahorrar energía, utilizar el transporte público, ir a pie o en bicicleta, regular la calefacción de manera que no sobrepase 20º C, aislar bien la casa, comprar aparatos eficientes (bombillas de bajo consumo, electrodomésticos de clase A o superior) o poner en práctica las 3 R de la sostenibilidad: reducir, reutilizar y reciclar, algo que sin saberlo se aplicaba de manera cotidiana hace algunos años.

¿Os acordáis cuando las botellas de vidrio te las cobraban y devolvían el dinero tras entregar el casco? ¿Recordáis esos papeles de estraza para envolver los alimentos en lugar de una bolsa de plástico? ¿Y aquellas legumbres, azúcar o harina que te vendían a granel?

Esos hábitos que perdimos en pos de una no se qué modernidad deberían de volver e imponerse entre nosotros, como una apuesta decidida para reducir el uso de recursos al mínimo, disminuyendo también la generación de residuos.

En la fotografía, vemos a Eduardo transportando como chatarra en una carretilla una vieja lavadora. Un gesto habitual en el Atarfe de hace unas décadas.

Curiosidades elvirenses.

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