25 noviembre 2024

El elemento químico más abundante del planeta podría ser una opción ideal para almacenar energía a largo plazo y para alimentar a los vehículos sin emitir dióxido de carbono.

Un archipiélago formado por 70 islas encara la costa noreste de Escocia alargando el territorio de Gran Bretaña unos cuatro kilómetros sobre el océano atlántico. Es Orkney, un conjunto de islotes verdes que albergan uno de los yacimientos neolíticos más antiguos y mejor conservados de Europa. Considerado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, el conocido como «Corazón neolítico» de las islas —que poco tiene que envidiar a Stonehenge— hace de la zona un tesoro irreemplazable del pasado y, sin embargo, sus habitantes se empeñan en convertirla también en un emblema del futuro (sostenible).

Fue a inicios de los 2000 cuando la Administración de Orkney decidió abandonar la importación de combustibles fósiles y aprovechar los recursos naturales —el viento y las olas del mar— para cubrir la demanda energética de la población. La estrategia funcionó y desde hace un par de años en las islas se produce más electricidad limpia de la que sus habitantes necesitan. Sin embargo, al no encontrarle uso, gran parte de la electricidad se desaprovechaba.

La combustión de hidrógeno no emite dióxido de carbono ni otros gases de efecto invernadero

En 2016, los residentes del pequeño territorio escocés decidieron dar fin a este derroche y apostar por un nuevo elemento: el hidrógeno. A día de hoy, numerosos coches y furgonetas de las islas de Shapinsay y Eday ya circulan gracias a este combustible limpio. El objetivo es que de cara a los próximos años los automóviles, los hogares y el sector industrial se abastezcan de él. Es más, para 2021 las islas, que dependen en gran medida del sector marítimo, esperan contar con el primer transbordador marítimo de automóviles y personas del mundo que funcione solo con hidrógeno.

Se trata de una meta más que factible: según un estudio elaborado por la consultora inglesa Mckinsey, el hidrógeno supondrá una quinta parte de toda la energía consumida en 2050. Y en lugares como en las islas de Orkney ya han comenzado a explorar las posibilidades que ofrece este gas. ¿La primera? Su combustión, en sí misma, no emite dióxido de carbono ni ningún otro gas de efecto invernadero. Por ejemplo, en las islas, el hidrógeno se combina con el oxígeno dentro de los vehículos para producir una reacción eléctrica que alimente el aparato y el único residuo viene en forma de agua.

Una de las ventajas de este elemento es que puede transportarse y almacenarse con relativa facilidad

Además, otra de las ventajas que presenta el hidrógeno como fuente de energía es que puede transportarse y almacenarse a gran escala con relativa facilidad. No sucede igual con la electricidad, que con las baterías todavía en proceso de desarrollo, es difícil conservar en grandes cantidades durante mucho tiempo. Algunos expertos apuntan al hidrógeno como una solución ideal a largo plazo.

Sin embargo, no es todo un camino de rosas. Pese a ser la sustancia química más abundante en el universo, es complicado producir hidrógeno puro. Normalmente, este se encuentra unido a otros elementos como, por ejemplo, el oxígeno; una combinación que da lugar al agua (H20). Para conseguir el gas hidrógeno, se deben romper estos enlaces a través de electricidad. Por eso Orkney, donde hay un excedente de electricidad limpia y una de las mayores flotas de vehículos eléctricos de todo Reino Unido, se ha convertido en el escenario ideal para liderar esta revolución. Así, el éxito del hidrógeno como combustible dependerá primero del triunfo de las energías de origen verde.

Ethic

https://ethic.es/2019/09/sera-el-hidrogeno-la-alternativa-limpia-del-futuro/