Preocupación entre los científicos: el hielo del Ártico se derrite a velocidad récord
La NASA y el Centro Nacional de Datos de la Nieve y el Hielo (NSIDC) de la Universidad de Colorado (EE.UU.) detectaron que el pasado 11 de septiembre se alcanzó la extensión mínima anual de hielo marino en aguas árticas, 4,41 millones de kilómetros cuadrados. Esta cantidad es 1,81 millones de kilómetros cuadrados menor que el promedio de las tasas mínimas entre los años 1981 y 2010.
El científico Walt Meier aseguró que “este año es el cuarto más bajo a pesar de que, hasta el momento, ningún fenómeno meteorológico importante haya contribuido a provocar una extensión inferior”. En 2012, el año con menos extensión de hielo ártico de la historia, un potente ciclón rompió la cubierta de hielo marino en el Ártico.
El descenso se ha acelerado desde 1996 y las 10 tasas mínimas de extensión de hielo se han obtenido en los últimos 11 años. Meier advierte de que “la capa de hielo cada vez es menos resistente y está más expuesta a aguas oceánicas más cálidas”.
El hielo ártico ayuda a controlar la temperatura del planeta porque refleja la energía del Sol de vuelta al cosmos. A pesar de que su cantidad aumenta o disminuye durante las diferentes estaciones del año, la extensión mínima de hielo en verano se ha reducido desde los años setenta debido a que las temperaturas cada vez son más altas.
El Noorderlicht (Aurora Boreal, en holandés) es un elegante velero de dos mástiles que navega en verano por la impresionante costa del archipiélago de Svalbard, en el Ártico noruego. Para el invierno, sus propietarios le encontraron un uso encantador. En febrero lo llevan hasta un fiordo cercano a Longyearbyen, el principal núcleo habitado de Svalbard, y dejan que lo atrape el hielo. Se convierte así en un diminuto hotel congelado en medio de la nada, al que se llega tras una excursión en trineo de perros o moto de nieve. Pero este invierno en los fiordos del oeste de Svalbard hay agua dónde debería haber hielo y el Noorderlicht ha tenido que quedarse amarrado en el muelle de Longyearbyen.
Es solo una pequeña anécdota de un pequeño rincón del Ártico, aunque ilustrativa de cómo está transformando el cambio climático esta región del planeta. Aquí, el aumento de las temperaturas ha sido espectacular: desde 1951, la región se ha calentado casi el doble de la media global. La reducción del efecto albedo está retroalimentando el calentamiento, pues al derretirse el hielo queda expuesta a los rayos del sol la superficie oscura del agua, que absorbe mucho más calor.
BRUTYS OSTLIGN WWF
Panorámica del ÁrticoGUILLERMO PRUDENCIO WWF
El deshielo ha superado los peores pronósticos. Desde los años 70, la extensión del hielo marino en verano se ha desvanecido a un ritmo del 13% por década. En septiembre de 2012, la superficie cubierta de hielo se quedó en 3,6 millones de kilómetros cuadrados, un 52% menos que la media del periodo entre 1979 y el 2000. La superficie aumentó el año pasado, pero aún así era muy baja: los siete menores registros de la extensión del hielo marino en verano, desde que tenemos datos de satélite, han sucedido en los últimos siete años. En algún verano próximo, seguramente antes de mediados de siglo, se podrá llegar navegando por aguas abiertas hasta el Polo Norte.
Sin embargo lo más preocupante no es lo que se ve desde arriba, sino lo que está pasando por debajo. El volumen del hielo se está reduciendo tan rápido como la extensión. El principal motivo es que el hielo viejo, el que es mucho más grueso -hasta cuatro metros de espesor- porque ha sobrevivido a varias temporadas de deshielo, prácticamente ha desaparecido del Ártico en las últimas décadas. En marzo de 1988 el hielo grueso, de más de cuatro años, suponía el 26% del total: en 2013, el porcentaje se había desplomado hasta el 7%. Esta animación de la NOAA (la autoridad meteorológica y oceánica de Estados Unidos), que muestra la evolución de la edad del hielo desde 1987, casi parece una película de terror.