Los mitos sobre la sexualidad femenina se desmontan en Granada
La liberación sexual es la puerta al empoderamiento de la mujer, explica la educadora sexual del Centro CEJOS de la UGR
Las mujeres tienen menos líbido que los hombres, no gozan de la masturbación, no les gusta el sexo oral y su función en el sexo no es de sujeto de placer. Estos son los grandes mitos en torno a la sexualidad femenina que diagnostica Maribel Casado, educadora sexual y coordinadora del Centro Juvenil de Orientación para la Salud (CEJOS) de la UGR.
Ella trata con jóvenes a diario, se enfrenta a cuestiones básicas de la sexualidad que viven completamente relacionadas con la igualdad y el desarrollo de la mujer. Preguntada por las grandes carencias que tienen las mujeres en el conocimiento de su sexualidad, la profesional destaca que al estar “socializadas en un modelo de sociedad patriarcal-heteronormativo-binario, donde los mandatos de género nos sitúan como objetos de placer y no como sujetos de placer”, el sexo para las mujeres se ha visto reducido a la penetración.
“Se ha centrado y se ha magnificado el coito como la práctica por excelencia y como el culmen del placer”, sostiene, cuando en realidad “el 80% de las mujeres no alcanzan el placer mediante la penetración, sino a través de la estimulación del clítoris (órgano con más de 8.000 terminaciones nerviosas con la única función de dar placer)”.
La liberación sexual es un tema principal que aborda el feminismo para acabar con ese displacer femenino por el que muchas mujeres llegan a culparse y que llega a todas las generaciones.
Como explica Casado, “cuando hablamos de mujeres hablamos de una gran diversidad y dentro de una horquilla de edad muy amplia” y por ello, abarcando a todas, la educadora sexual sitúa como clave el conocimiento de una misma y sostiene que “los riesgos que conlleva el no tener una educación sexual que favorezca el conocimiento de nuestra sexualidad, cómo vivirla y sentirla, como relacionarnos con otras personas mediante prácticas sexuales placenteras, consentidas y protegidas, puede favorecer situaciones de abuso y dominación que indiscutiblemente no están enmarcadas en una relación buen trato”.
El feminismo desde la revolución sexual iniciada en los sesenta tiene presente en todo momento la sexualidad femenina y los derechos sexuales y reproductivos y sobre esta premisa, la educadora sostiene que “gracias a él se desvinculó la sexualidad de la reproducción”.
Todo esto, recuerda, “son derechos humanos fundamentales relativos al libre ejercicio de la sexualidad sin riesgos, al placer físico y emocional, a la libre orientación sexual, a la libre elección del número de hijos, a la protección de la maternidad” y pese a que en la actualidad, cada 8 de marzo se tienen que volver a reivindicar, ya quedaron definidos como tales en la Conferencia de El Cairo,1994.
Casado vuelve a recordar a aquellas mujeres feministas que lucharon y que, “gracias a su lucha y a sus logros, hoy podemos beneficiarnos de ellos”. “No podemos olvidarnos de esto y aun así no podemos bajar la guardia ya que nos queda mucho por conquistar”.
Ahora, con un tema ardiente como es el pin parental, la educadora reivindica una cura a largo plazo: “una educación sexual integrada en el curriculum de forma obligatoria, en todos los niveles educativos abordando los contenidos de forma integral, recogiendo aspectos fisiológicos y afectivo-emocionales”.
También y aunque parezca un debate superado, Casado recuerda la importancia del “acceso a métodos anticonceptivos que favorezcan que todas las mujeres que los necesiten y deseen puedan acceder a ellos” así como “la posibilidad de interrumpir un embarazo si no ha sido planificado”.
Como parte latiente de la construcción de esta realidad sana para la mujer, Casado explica que tanto la familia, la educación, la religión, el grupo de iguales o los medios de comunicación “siguen estando bajo el paraguas del patriarcado, un sistema que se reajusta continuamente para seguir manteniendo la desigualdad real entre mujeres y hombres y las relaciones sexuales forman parte de esta desigualdad”.
Casado identifica como grandes mitos sobre la sexualidad femenina que “las mujeres tienen menos deseo sexual que los hombres” y que “se sigue penalizando socialmente la proactividad sexual femenina y reforzada la masculina”.
También sigue siendo un tabú la masturbación y dicho mito sostiene que “es el placer por el placer y este nos viene dado”. Afortunadamente, explica, “cada vez más mujeres se masturban, conocen su cuerpo y se permiten autosatisfacerse sin culpa”.
Otra leyenda del patriarcado dice que a ellas no les gusta tanto el sexo oral ya que “los mensajes recibidos sobre nuestro cuerpo y sus fluidos siguen siendo negativos”. Por otro lado, aparece el clásico de que “las mujeres deben satisfacer las peticiones sexuales de su pareja”. Parejas (algunas de ellas) que utilizan “como fuente de información la pornografía que cosifica y plantea el sexo con abuso y dominación.”
Alba R. Romero
FOTO: Maribel Casado, educadora sexual del Centro CEJOS de la UGR.
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