«QUERIDA AMIGA ÁNGELA &CÍA » Por Juan Alfredo Bellón

«QUERIDA AMIGA ÁNGELA &CÍA » Por Juan Alfredo Bellón Para DESDE EL MIRADOR Nº68 d el domingo 04/10/2015

Hay que ver cuántos son los atributos del lenguaje del poder y cuantísimo el poder de los atributos del lenguaje. Por eso, en la Transición, los sectores obreros y obreristas de la oposición democrática al Franquismo se debatían en frecuentes refriegas entre el peso político de la retórica, encarnada por los llamados picos de oro, y la parlamentaria impotencia política frustrante de los llamados picos de trapo que, creyendo o sabiendo tener razón una y otra vez en sus tesis y en los argumentos que las apoyaban, no lograban salirse casi nunca con la suya y se desesperaban ante sus adversarios viendo cómo estos los envolvían en tecnicismos y, sobre todo, en un uso lingüístico fervoroso y grandielocuente con el que apabullaban la simplicidad comunicativa de sus adversarios y los anonadaban en los actos púbicos y en las asambleas.

Al personaje que hoy comento no debieron resultarle nada fáciles la infancia ni la juventud, trascurridas la una entre la férula sociopolítica de la Alemania Comunista y la otra, doméstica, dentro de una familia evangélica y un padre pastor de esa misma sección de la iglesia protestante. Nacida en Leipzig en 1954, cuando en noviembre de 1989 cae el Muro de Berlín, tiene 36 años y hay reportajes fotográficos mallorquines donde parece que es ella quien practica el nudismo playero campaneando generosamente sendas domingas con tres amigas más. Luego (o antes, ya qué importa) ingresa en la Democracia Cristiana (protestante en su caso y en su país) y pronto desarrolla una meteórica carrera política que culmina en la primera década de este tercer milenio ocupando el cargo de Canciller teutona y endureciendo su europeísmo frente a la crisis, cueste lo que cueste a la UE y a los socios más endeudados, practicando la dureza más tacheriana y el olvido más inconcebible de cuanto los Aliados vencedores ayudaron y condonaron de la deuda de los vencidos quienes, con italianos y japoneses, habían sido los responsables y desencadenantes de la Tercera Guerra Mundial.

De aquella Gran Guerra se salió con el perdón y la hegemonía estadounidense por la Guerra Fría y en esta Gran Crisis olvidadiza Económica y de valores se está consolidando de nuevo el liderazgo y la hegemonía alemana que parece imponer a los países más débiles y endeudados meridionales europeos una política de tierra económica quemada, inmisericorde, absolutamente antimediterránea de cuyo rigor solo y casi se están librando Francia e Italia y los paraísos fiscales del Benelux, suizos y francoitalianos. Y para qué decir de los Balcanes, los pequeños países bálticos, el Cáucaso y lo que de Mediterráneo europeizado quedaba en el Magreb, Palestina, Oriente Medio, el Turquestán, El Bósforo y el Egeo.

El caso es que, como suele ocurrir con los procesos históricos que acaban en tragedia colectiva, la paz nuclear impuesta a Irán ha venido a desencadenar por enésima vez la reacción israelí y la actual estampida de los refugiados del Medio Oriente y sus riberas mediterráneas occidentales y sus consiguientes arremetidas humanitarias; unidas a las ya incesantes y endémicas provenientes del Cuerno de África y de los territorios subsaharianos han conformado un sentimiento temeroso de asedio europeo más o menos semejante al que los territorios centrales del Imperio Romano debieron sentir al final de la Antigüedad, haciendo que tragedias humanitarias masivas y reclamos léxicos como la sociedad de consumo y del bienestar hayan originado en las últimas décadas gigantescas mareas demográficas que agitan el planeta tierra como nunca, para no hablar de las convulsiones puramente asiáticas y extremo-orientales ni de las casi exclusivamente americanas.

Pues bien, en esa agitación por la supervivencia mundial que atenaza hoy a los pueblos del mundo, sobresale el liderazgo de los que han vuelto a ser grandes países en el contexto internacional, además de los EE UU, y en la órbita de este novísimo desorden mundial destaca la preponderancia ejercida por ti y por tu país teutón (¡Quién lo iba a decir!) dando y quitando, imponiendo, exigiendo, comprando y vendiendo a los precios más convenientes para vosotros, imponiendo vuestra moral luterana y vuestras razones económicas y comerciales tan remolonamente expuestas pero siempre, al fin, tan claramente traslucidas como el trucaje tecnoeconómico de los motores Wolksvagen y compañías automovilísticas asociadas que destapan la ortodoxia de vuestra ética; la compasión de vuestros apoyos socioeconómicos a los países pobres y a las economías debilitadas; la beneficencia de vuestras ayudas en bienes tecnológicos para el desarrollo y, sobre todo, vuestra implicación con los problemas medioambientales que hoy aquejan y amenazan gravemente al planeta dándole la razón al discurso cínico y desvergonzado de nuestro Partido Popular y de sus líderes fundadores (Fraga, en Palomares; Aznar, con el desastre de el Prestigie; además de las tramas urbanísticas especulativas y las corrupciones insaciables castellanas, gallegas, leonesas, manchegas, levantinas, atlánticas y mediterráneas, peninsulares e insulares. etc., etc.)

Querida amiga Merkel: perdóname el tuteo. Otro día continuaré felicitándote en extenso y en pormenor y ensalzando tu tesón laborioso mientras la gente muere y se consume de acoso incompasivo y de injusticia cínica y la marca germánica, tan bien liderada, reunificada y fortificada organiza otro trágala universal y vuelta a empezar de nuevo con la circularidad recurrente histórica de nuestra vida.

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