Así afecta a los niños el confinamiento: pautas para gestionar la cuarentena con hijos y no tirarte de los pelos
Mantener las rutinas, dejar espacio para el juego y la actividad física o transmitirles que tienen una labor importante en la crisis son algunas de las recomendaciones
El reto de gestionar el confinamiento impuesto para mitigar la expansión del coronavirus se redobla si hay niños o niñas en casa. El efecto emocional, físico y psicológico derivado de la pandemia impacta de manera específica en los menores, que se enfrentan también a una situación extraña y desconocida. Sin clases, actividades extraescolares, contacto físico con sus amigos ni juegos o ejercicio al aire libre, las criaturas pueden ser un cóctel explosivo de emociones. ¿Cómo les afecta? ¿Qué hacer para minimizar el impacto? ¿Cómo sobrellevar una situación que puede resultar desbordante tras una semana de confinamiento?
La casuística de situaciones que se vive hoy en las casas en las que hay menores es casi inagotable, pero el aumento de la ansiedad, la irritabilidad, la tristeza, la agitación o una mayor necesidad de llamar la atención por parte de los niños son algo lógico y común. Tal y como explica la psicóloga infantil Violeta Alcocer, el escenario, también para ellos, ha cambiado «de forma drástica» y las sensaciones de «no saber ni entender qué está pasando» pueden entremezclarse con el miedo y el desconcierto.
Eso unido a que la falta de movimiento y de actividad física es muy significativa en el caso de la infancia. «Lo necesitan para su regulación porque el sistema nervioso central se está desarrollando y los estímulos que proporcionan posibilidades de aprendizaje y adquisición de habilidades necesitan fundamentalmente del movimiento y la interacción. Es algo natural: están hechos para moverse», señala Alcocer. Cuando esto se interrumpe, como en el contexto actual, la búsqueda de estímulos «es mucho más intensa».
Esa explosión hay que canalizarla de alguna manera. Por eso, el tiempo para el juego y la actividad física es clave, según el listado de consejos elaborado por el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid. Aquí, redoblar la dosis de paciencia es fundamental. «Es normal que nos tiremos de los pelos y perdamos la calma, pero el reto y el aprendizaje está en el día a día. Los niños necesitan descargar, así que van a bailar, correr, saltar jugar con la pelota… Podemos montar discotecas, hacer yoga juntos y quizás el sofá tiene que ser el nuevo tobogán», ejemplifica Natalia Hernández, psicóloga e impulsora del proyecto de educación infantil El hilo de las emociones.
Transmitirles su importancia y ser amables
Esto no quiere decir que haya que darle rienda suelta al descontrol total. Mantener las rutinas, los hábitos y los horarios es fundamental. Sobre todo porque es posible que ellos, ante el cambio de escenario, «busquen nuevos límites y tensen la situación», señala Alcocer, que ha puesto en marcha junto a otros compañeros el proyecto Quédate en casa con salud. Ante ello, la experta recomienda aplicar lo que llama «el principio de la amabilidad y la firmeza»: encontrar un equilibro entre poner normas de forma consistente y atender a su contexto «ganándose su conexión emocional desde el respeto».
Esta es quizás la parte más difícil, pero también la más importante, coinciden las expertas. Entre otras cosas recomiendan agacharse y hablar a la altura de los pequeños, esperar a que estén en calma, y dirigirse a ellos con amabilidad. Según la guía elaborada por el Hospital Infantil Niño Jesús (Madrid) es clave enfocar las órdenes y los límites (por ejemplo, quedarse en casa) haciéndoles partícipes de lo que está pasando: son necesarios, importantes y necesitamos su ayuda. «Recuérdales a diario que gracias a que están en casa hay mucha menos gente poniéndose malita», detalla el manual.
Protegerles de la sobreinformación, y especialmente de los bulos, adaptar qué les contamos del COVID-19, preguntarles cómo se sienten, organizar videollamadas con familiares o amigos, dejar tiempo incluso al aburrimiento o practicar juntos las recomendaciones sanitarias (lavarse las manos, por ejemplo) son algunas de las claves que detalla el manual. El objetivo es aportar a las criaturas un clima de calma, cariño y confianza, explica Hernández, que es también madre de dos niños de seis y nueve años. «La situación puede resultar agotadora y desbordante. Es la primera vez para todos, así que nos tocará recuperar la calma perdida y respirar unas cuantas veces al día».
La precariedad también influye
Sin embargo, llevar a la práctica las recomendaciones no resulta igual de sencillo para todas las familias. Las condiciones materiales y de empleo y la habitabilidad de las viviendas es clave, apuntan desde Save the Children. Los espacios más reducidos y la falta de recursos «generan mayores niveles de estrés», se limita la capacidad creativa y, en definitiva, «condicionarán el cómo se puede hacer frente al confinamiento» en todos los niveles, destaca Catalina Perazza, directora de Sensibilización y Políticas de Infancia de la ONG.
Por eso, la organización exige a las administraciones públicas que se impliquen en la gestión emocional de la emergencia sanitaria en las familias con niños o niñas para que todas puedan hacerle frente. De momento, y para responder a estas necesidades, Save the Children ha puesto en marcha el programa A tu lado, que pretende solventar la emergencia económica y educativa (reparto de productos básicos o dispositivos tecnológicos) y psicológica de las familias vulnerables. Este último pilar consiste en atención individualizada «para garantizar el bienestar de niños y niñas» con pautas de crianza positiva para madres y padres.
¿Flexibilizar las restricciones?
En este contexto, y tras una semana de confinamiento, es palpable la inquietud de algunas familias sobre la posibilidad de que se flexibilicen las restricciones de movimientos en el caso de los niños y niñas. En Francia, por ejemplo, se permiten «las salidas indispensables para el equilibrio» de los menores siempre cerca de la vivienda. No obstante, las medidas no son tan restrictivas en el país vecino, que «está en otra situación, previa a la nuestra, en cuanto a la gravedad de la epidemia», explican desde la Vicepresidencia de Derechos Sociales del Gobierno.
Las mismas fuentes señalan que, aún así, el departamento «está abierto a las propuestas de las familias y de los propios niños» y se mantiene «atento» a las «consecuencias para la salud de los menores y las tensiones que se pueden producir en los hogares». Similar respuesta aportan desde Save the Children, que en este momento considera que las medidas para contener la crisis «son las adecuadas», aunque entienden «la preocupación que se está manifestando». Por eso, piden que si en algún momento se revisan las restricciones, «se tengan en cuenta las necesidades de los niños y niñas».
En todo caso, el Gobierno ha aclarado esta semana que los niños y personas con discapacidad pueden salir de casa junto con otra persona en los casos extraordinarios permitidos (ir a la farmacia, la compra o a sacar dinero), pero las autoridades sanitarias llaman a restringirlo lo máximo posible y a no convertir en generalidades cuestiones que son particulares. La matización es especialmente importante para las familias monoparentales, que cuando van a la calle puede que no tengan con quién dejar a sus hijos e hijas.
También muy relevante ha sido la aclaración publicada este viernes por el Ministerio de Sanidad, que ha establecido que las personas con algún tipo de «alteración de la conducta», por ejemplo autismo o hiperactividad, pueden salir a la calle durante el estado de alarma. Es decir, los niños y niñas que tengan este tipo de diversidades «pueden realizar los desplazamientos que sean necesarios». El objetivo es evitar que su estado se vea agravado por el confinamiento.
Marta Borrazfoto: Imagen de las dos niñas haciendo tareas escolares.
https://www.eldiario.es/nidos/Confinamiento-ninos_0_1007549790.html