21 noviembre 2024

LA TÍA GABINA Y OTROS ANIMALES  por Juan Alfredo Bellón para  EL MIRADR ATARFE del domingo 26-04`2020

Se entiende por acerbo poético infantil el conjunto de formas líricas y de moldes, frecuentemente de carácter popular y sentencioso, relacionado con el folclore que, por lo general, aprendemos desde la infancia y archivamos en nuestra memoria lúdica y festiva. En muchos casos se trata de canciones y dichos cuyo sentido último desconocemos pero que guardan relación con algún tabú sexual, como El Cocherito, lerén, / me dijo anoche, lerén / que si quería, lerén, / montar en coche, lerén, una invitación que rechazan las niñas por temor a un posible embarazo. Como se ve, se trata de fragmentos rimados cuya apariencia inocente suele ocultar algún juego verbal relacionado con una picardía o maldad burlesca atribuida al personaje de quien se habla. Así la tía Gabina que encabeza este artículo se resuelve con una pegadiza y juguetona rima que sirve para memorizarla mejor como tantas otras: la Tía Gabina, que no sabe si mea u orina; el Tío Sarmiento, que fue a cagar y se lo llevó el viento o la mujer de Eloy, que en vez de decir qué calor tengo, decía qué caliente estoy.

A propósito de esto, mi compañero y sin embargo amigo Luis García Montero aprovechó la semana pasada para criticar los muchos escrúpulos de la derechona patria a colaborar con la izquierda gubernamental en asuntos de máxima importancia, una anécdota de la que él mismo fue protagonista con ocasión de una encuentro con Rafael Alberti y la propia hija del poeta granadino: resultó pues que Irene, la hija de Luis, entonces muy niña, se lució ampliamente en uno de esos días tormentosos que suelen tener los niños cuando quieren llamar la atención durante una visita ante la que intentan y desean sus padres cumplir a toda costa y en la cual los “angelicos” hacen todo lo contrario de lo que se espera de ellos.

En estos días, y como es ya costumbre, cuando la oposición política a Pedro Sánchez porfiaba por ponérselo aún más difícil, y, por si no fuera poca la urgencia y la gravedad del coronavirus que nos azota, Luis García Montero comparó la cerrazón del PP y de su barbilampiño presidente, Pablo Casado, con la famosa Marrana de Armilla, que llora si se la meten y si se la sacan chilla, exactamente tal y como como tuvimos ocasión de oír al PP en la trifulca parlamentaria a propósito de la salida a la calle de los niños de hasta catorce años acompañados de un mayor que conviva habitualmente con ellos. Fue un espectáculo bochornoso el que dieron los litigantes discutiendo acaloradamente la instrucción verbal del Gobierno antes aún de que ésta se hubiera producido realmente, poniéndole pegas pueriles a la orden ministerial que regula el comienzo de la salida de los menores e inicia así el escalonado final del confinamiento.

Y para rematar, tratando de la intervención lingüística de las cerdas en las cosas de dios y de su santa madre, contaré la anécdota ocurrida en mi pueblo a propósito de un pastor que extravió una marrana a la que guardaba con especial mimo para la matanza y que dio en rezar de esta guisa a la patrona ubetense para que le ayudara a encontrarla ¡Virgen de Guadalupe: Marrana mía!