Seis elucubraciones sobre el nombre del Reino de Granada
A lo largo de la historia se han ofrecido diversas razones y elucubrado distintas teorías por las que nuestra ciudad recibió el nombre de Granada. Muchas de ellas fueron recopiladas por el abogado Francisco Bermúdez de Pedraza en el año 1608, dando lugar a un compendio denominado “Las razones porque la ciudad de Illiberia se llamó Granada” y en donde se enumeran todas las que se conocían hasta a aquel momento.
Primera razón: el nombre de Granada procede de “Púnica Granatum”
El Obispo de Girona sugirió que el nombre de nuestra ciudad procedía del nombre del fruto. Este a su vez había sido tomado del nombre de las provincias romanas donde fueron descubiertos. Según la tradición, Lucio Licinio Lúculo trajo 74 ejemplares a la ciudad de Roma procedentes de la colonia griega Cerasunte, aunque se refiere que estas procedían a su vez de la provincia de Sérica en Persia. Los romanos llamaban a las granadas también “mala púnica”, es decir, «manzana púnica» y al árbol “Púnica Granatum”. Este era el nombre que originalmente los romanos dieron al pueblo cartaginés que era originario de África, así que muy probablemente debido a la cercanía de la provincia con el Norte de este continente fue muy fácil que los primeros granados que llegase a nuestro país se plantaran en nuestra ciudad. De ahí que la proliferación de esta fruta en nuestro territorio fue la que otorgó nombre a la ciudad.
Esta primera teoría cuenta con el apoyo de fray Juan de Marieta. Este autor afirmaba que el nombre de Granada se otorgaba porque precisamente en esta ciudad existía una gran abundancia de granados, más quizás que en ninguna otra de España.
Segunda razón: el nombre de Granada procede de la similitud con los cascos de una Granada.
Para el historiador siciliano y cronista del rey Fernando el Católico, Lucio Marineo Sículo, la ciudad fue llamada Granada por la similitud que tiene con ese fruto. Si nos fijamos, la ciudad está dividida en dos montes llenos de casas que asemejan los cascos de este fruto. Uno de ellos estaría en el Albaicín y el otro en la Alhambra. El propio Luis del Mármol refiere además que los barrios cercados vistos desde arriba asemejaban el interior de una Granada.
Vista del Albaicín desde la Ermita de San Miguel Alto. Fotografía: José Antonio Fernández López |
Tercera razón: Granada de los graneros
Álvaro Gómez y Fernando de Mendoza teorizaron con que el nombre de Granada procedía de unos antiguos libros árabes en los que se describía la historia de una reina que hubo en la ciudad. Dicha reina poseía grandes trojes y graneros de trigo. De ahí se supone que estas tierras recibieron el nombre de Granada por su relación con los silos de grano.
Cuarta razón: Granada el nombre de una cueva
Esta es una de las teorías más extendidas entre las leyendas existentes. En palabras del propio Diego de Mendoza el nombre de Granada procedería de una cueva situada junto a la Puerta de Bibataubín, hoy plaza del Campillo. Esta cueva era mencionada como «Cava» o «Gar» y en ella vivía la hija del conde don Julián, cuyo nombre propio era Natta. De manera que el autor sostiene que el nombre de la ciudad se formó por la unión de ambas palabras en «Garnatta«.
Fuente en la Plaza del Campillo, justo el lugar donde se encontraba la cueva de Gar-Natta. Fotografía: José Ant. Fernández |
Tomando como base algunos de los escritos hispanomusulmanes, el propio Francisco Bermúdez de Pedraza, mencionó además que esa hipótesis podría ser la correcta ya que el nombre de la ciudad radicaba en esa cueva que el mismo había visitado siendo niño y que según había leido partía desde la Puerta de Bibataubín y llegaba hasta Alfacar. Asimismo algunos textos antiguos, referían este lugar como un sitio de culto religioso en tiempos de los moros pues allí eran sanadas la personas que estaban poseídas por espíritus y demonios. Se dice que la cueva fue nombrada por los soldados de Damasco como “Garnatta” «cueva de las palmas», aunque «Gar» significa también poniente.
Quinta razón: Granada procede de Natta hija de Liberia
Esta historia entronca el pasado de nuestra ciudad con la misma mitología griega. Según algunas tradiciones, Natta era una reina, hija de Liberia y nieta de Hispán, descendiente directos de Noé y de Hércules. Al parecer, reinando en estas tierras llegaron unos extranjeros que le pidieron terrenos para poblar, en una cantidad de no más de cuanto ocupase la piel de una vaca. La reina Natta accedió a que ocuparan dicho espacio, pero los nuevos pobladores transformaron la piel de vaca en delgados hilos con los que llegaron a cercar gran parte del monte. Tras la afrenta se cuenta que Natta se encerró en una cueva hasta su muerte. En este lugar ejercitaría la Astrología y las artes mágicas que su madre Liberia le había enseñado. Los nuevos pobladores le hicieron una gran lisonja y en honor a ella llamaron a la ciudad «Garnatta» o “Cueva de Natta”. En dicha ciudad erigirían una estatua que adorarían tras su muerte. Dicha estatua sería encontrada después por las legiones romanas que la llevaron al templo de Hércules que había en la capital del Imperio como señal de fidelidad de los pobladores de estas tierras. Junto a la estatua se llevaron también los descendientes directos de Natta, siendo convertidos en sacerdotes y custodios del templo.
León y reloj del Palacio de Bibataubín, lugar donde se refiere que existe una cueva que comunica con Alfacar. Fotografía: José Ant. Fernández López |
Sexta razón: Granada procede de Illipula Laus
Granada procede de Illiberia, tierra que era hermosa, fértil y rica. Tanto que Plinio la llamó «Illipula Laus», pues era un lugar de alabanza. Según el autor el término de Granada significaría cosa fértil y abundante, precisamente lo que era Illiberia, de modo que se usaba como sinónimo de abundancia y de su nombre fundacional.
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