«La Alhambra, el Palacio Nazarí.» por Juande Gómez Fernández
«Los ocupantes de la Alhambra tras la conquista del Reino de Granada»
La Alhambra, como todos ya sabéis es una fortaleza o palacio amurallado que fue construido y habitado por los reyes moros de Granada, y desde donde ejercían su dominio de este paraíso que era y es nuestra ciudad, y para ellos, la última procesión de su imperio en la península ibérica.
El palacio árabe sólo ocupaba una parte de la fortaleza, cuyas murallas, guarnecidas de torres circundan irregularmente toda la cresta de una elevada colina desde donde se divisa toda la ciudad formando una estribacion de la Sierra Nevada.
Durante el reinado musulmán, la Alhambra era capaz de albergar a un ejército de hasta 40.000 hombres dentro del recinto, sirviendo, alguna que otra vez, para que sus soberanos se librarán del furor de sus rebeldes súbditos.
Después de que el Reino de Granada pasó a manos cristianas, continuo la Alhambra siendo del patrimonio real y también en algunas ocasiones ha sido habitada por monarcas castellanos, como, el Emperador Carlos V que edificó su suntuoso palacio dentro de sus murallas, aunque al principio, se suspendieron las obras por los continuos terremotos, más tarde se terminó.
El último rey que la vivió fue Felipe V y su bella esposa Isabel de Parma a principios del siglo XVIII. Hicieronse grandes preparativos para su recepción;
«El palacio y los jardines sufrieron notables reformas y se habilitaron algunas habitaciones, que fueron decoradas por artistas traídos desde Italia.
La permanencia de estos soberanos fue efímera, y después de su partida el palacio volvió de nuevo a su abandono.
La recinto palaciego, fue en adelante ocupado por fuerzas militares, el gobernador de la Alhambra quedó bajo dependencia de la corona, y su jurisdicción se extendía hasta los arrabales de la ciudad, su autoridad era del todo independiente de la del capitán general de Granada.
Se alojaba en el interior de la Alhambra una respetable guarnición y el gobernador tenía sus habitaciones frente al viejo palacio morisco, y nunca bajaba a Granada sin una escolta militar, la fortaleza roja, era una pequeña ciudadela independiente con calles y casas dentro de sus muros y además con su convento franciscano y una iglesia parroquial.
Fin de la primera parte.
Juande Gómez Fernández
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