En 1954, cinco años después de la publicación del revolucionario El segundo sexo, Simone de Beauvoir escribió una novela corta basada en su relación con su mejor amiga, una joven llamada Elisabeth ‘Zaza’ Lacoin que falleció de encefalitis a los 21 años. Sin embargo, la obra nunca vio la luz. Hay varias posibles explicaciones. Según la agencia literaria 2Seas, el libro era “demasiado íntimo para ser publicado en vida” de la autora. El motivo que en su momento dio la propia escritora es un poquito diferente: en sus memorias contó que cuando le dio a leer la novela a Jean-Paul Sartre este “se tapó la nariz”. “No podría haber estado más de acuerdo. La historia parecía no tener una necesidad interna y no conseguía mantener el interés del lector», escribió ella. Según Toril Moi, profesora de la Universidad de Duke y experta en la obra de la autora francesa, el problema no era la prosa ni que la historia le resultara demasiado dolorosa. En su opinión, la autora de El segundo sexosencillamente desechó la novela al considerarla “insignificante porque no era política”.

Sea como fuere, el libro que Simone de Beauvoir decició olvidar verá finalmente la luz siete décadas después por decisión de Sylvie Le Bon-de Beauvoir, hija adoptiva y responsable del legado de la escritora. Tras publicar los ensayos inéditos, los diarios de guerra y las cartas de amor de su madre, Le Bon-de Beauvoir ha decidido que ha llegado el momento de empezar a publicar las obras de ficción (cuentos y novelas) de su archivo. Las inseparables, que es como los editores han decidido titular la novela (Simone de Beauvoir dejó el manuscrito sin nombre) se lanzará el próximo otoño en Francia y ya se han vendido los derechos a casi una veintena de países y territorios, entre ellos España y Latinoamérica, donde será editada por Lumen/PRH España.

La novela, narrada en primera persona, arranca cuando Andrée (Zaza) y Sylvie (Simone) se conocen en clase a los 9 años, haciéndose inseparables hasta la trágica muerte de Andrée. Ambas amigas sueñan con la independencia y la educación superior en un momento (a comienzos del siglo XX) en el que no eran la norma para las mujeres.

La novela ofrece también pistas sobre los años formativos de Simone de Beauvoir, en los que la relación con Zaza, más rebelde que ella, resultó fundamental. “Solo cuando me comparaba con Zaza lamentaba amargamente mi banalidad”, escribió en Memorias de una joven formal. En ese primer volumen de su autobiografía, escrito cuatro años después de que el manuscrito de Las inseparables quedara olvidado en algún cajón, de Beauvoir recuperaba la historia de Zaza, de cómo había sido obligada por su familia a dejar los estudios y su desdichada relación con el filósofo Maurice Meleau-Ponty, relatada también en la novela. La muerte de la amiga que la había inspirado a rechazar las expectativas y restricciones convencionales impuestas a las mujeres fue un duro golpe para la escritora. “Habíamos luchado juntas contra el repugnante destino que nos esperaba, y durante mucho tiempo creí que había pagado mi propia libertad con su muerte”, escribió.

Marina Dorado

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