“Yo sentí la muerte de Federico de una manera muy intensa. En aquella época yo estaba en la isla de Ibiza, donde me sorprendió el alzamiento de los franquistas y me pasé veintitrés días refugiado en una cueva. Allí, en una radio pequeñita de pilas, oí la adhesión de todos los intelectuales que quedaban esos días en Madrid hacia el Gobierno de la República, y me extrañó no escuchar entre ellos el nombre de García Lorca. Luego, cuando salí de Ibiza en un barco republicano y pude volver a Madrid, me enteré, a través de un evadido de la zona de Granada, que a Federico lo habían fusilado en Víznar. Todos los amigos nos quedamos atónitos, porque no podía ser verdad algo tan disparatado como aquello. Pero unos días más tarde, la noticia fue coreada por los vendedores de periódicos de la noche y no tuvimos más remedio que terminar creyéndonosla. Imagínate lo que fue eso, una cosa tan terrible que todavía no ha parado de desprestigiar en el mundo a los franquistas”.
Así se pronunciaba el poeta del Puerto de Santa María el 25 de febrero de 1980, cuando al fin visitó Granada, en su recorrido por la Alhambra, después del mitin autonómico del PCA, que protagonizó en Bib-Rambla, junto a Santiago Carrillo.
Cumplida la promesa tardía de visitar Granada, Rafael Alberti acudió el 5 de junio de aquel año de 1980 a Fuente Vaqueros al cumpleaños de su amigo Federico. Para la ocasión, se inauguraba el primer monumento público levantado en memoria de Lorca en España. También se celebrara el hermanamiento de Federico con Pablo Neruda, en unos actos presididos por el entonces titular de la Junta de Andalucía, Rafael Escuredo.
Isabel contempla el monumento a su hermano, Federico.
Pero Alberti abandonó el pueblo a mitad del programa, sin llegar a intervenir ante el público, dolido por el tratamiento que los organizadores hacían de la memoria de sus compañeros de generación y amigos íntimos, así como por disconformidad con el postergamiento de que él mismo se sintió objeto. Gabriel Celaya, el otro ilustre invitado, se solidarizó igualmente con el poeta gaditano y se marchó de Fuente Vaqueros.
10 años del primer 5 a las 5
El 5 de junio de 1986, Fuente Vaqueros conmemoró el primer homenaje a Federico, pero esta vez, en libertad plena, con la asistencia de unas 15.000 personas.
Todos los que intervinieron en la fiesta de la libertad del 5 de junio de 1976, excepto Nuria Espert y Blas de Otero, representado por su viuda, estuvieron de nuevo en Fuente Vaqueros, diez años después.
«Aquello, a la par que homenaje y fiesta, fue un acto de rebeldía. Digamos que no a la dictadura, a su injusticia. Digamos que no a la tergiversación de la historia, al terror y al fanatismo», dijo en su intervención Manuel Fernández Montesinos, representante de los familiares del poeta.
Isabel García Lorca y Enrique Lanz Durán observan fotos de los trabajos de su padre, Hermenegildo Lanz, en el granero de la casa natal del poeta. Isabel, hermana de Federico, dejó escrito a la muerte de Hermenegildo: «El querido amigo, al admirado artista, el hombre que vivió con estoicismo ejemplar los años más duros de su limpia vida».
Diez años después, todo era radicalmente distinto, aunque con el mismo espíritu de libertad. No tuvieron que ceñirse a los 30 minutos de homenaje que las autoridades franquistas en 1976 decretaron para el primer homenaje a Federico. Ni había guardias civiles con metralletas vigilando el acto.
«En esta plaza desenterramos la memoria de Federico, rescatando su nombre y su obra», dijo el poeta José García Ladrón de Guevara.
El profesor Juan Antonio Rivas, multado en 1976 con 200.000 pesetas por leer un comunicado de la Coordinadora Democrática, recordó aquella ocasión. José Agustín Goytisolo, otro de los sancionados en 1976, releyó el poema que le supuso la multa, dedicado a Oriol Soler, muerto a tiros poco después de fugarse de una cárcel castellana: «La libertad es más que una palabra, la libertad es una chica alegre, la libertad es tomarse el café donde uno quiera, la libertad es una perdiz herida…».
Sabina de la Cruz, viuda de Blas de Otero, no quiso silenciar el nombre del político que limitó el homenaje de 1976, el entonces ministro de la Gobernación Manuel Fraga, aunque puntualizó que «hay que olvidar cualquier sentimiento de venganza».
La actriz Aurora Bautista volvió a recitar los mismos versos que 10 años antes.
Y los aplausos resonaron con fuerza cuando habló Rafael Alberti, que en 1976 mandó desde Roma una grabación del poema Nunca fui a Granada. Habló de la tragedia de su amigo muerto, su último viaje desde Madrid a Granada para pasar con su familia el día de san Federico, el 18 de julio de 1936.
Isabel García Lorca volvió a abrir aquel día el portón de la casa familiar, donde nació su hermano Federico, en Fuente Vaqueros, que había sido reconstruida por la Diputación de Granada para convertirla en museo.
Isabel García Lorca pudo también degustar la lorquiana limonada con hierbabuena en el patio abierto de la casa, junto al níspero y el naranjo familiares.
«Está divina, agradable; dan ganas de quedarse», comentó la hermana del poeta al recorrer las estancias. Isabel García Lorca donó a la casa una fotografía suya y un almirez que conservaba de aquella época. La casa, a la que aquel 5 de junio solo le faltaban algunos detalles, fue inaugurada el 26 de julio próximo.
«Mi emoción es tan grande como mi gratitud al ver cómo se ha levantado el solar de mis mayores», dijo Isabel García. Tras recorrer la vivienda, tuvo la oportunidad de ver una maceta de Vicenta, su madre, que los vecinos habían cuidado, según explicó entonces el poeta Juan de Loxa, nombrado ya director de la Casa Museo de Federico García Lorca en Fuente Vaqueros.
Cuando resuenan las duras críticas de los concejales del PP de Huétor-Tájar a Juan Pinilla por censurar el franquismo, qué necesario es recordar aquellos homenajes, aquel espíritu vigente aún. Aquella lucha por las libertades. Qué necesario repetir la condena al franquismo. Para que nunca se repita. Para que nunca se olvide.