«ENSEÑAR POLÍTICA Y CIUDADANÍA» por Daniela Leiva Seisdedos
Muchos nos quejamos de que el mundo va mal, de que las cosas en nuestros países están mal, de que los gobiernos son incompetentes, de que los políticos son oportunistas; pero…
¿Qué hacemos para mejorar las cosas desde la educación?
Una estrategia de seducción para con el futuro. Nada más ridículo que las personas que se quejan y se quedan sentadas, erigiéndose en juez de todo y de todos; al menos para mí es la primera condición para ser un mediocre.
Un Estado NO se construye de una sola vez y en un solo día, NI es el resultado de hombres perfectos e infalibles; al contrario, es la suma de todos los componentes de una sociedad; es el aditamento de esfuerzos y acciones que realizan sus diferentes protagonistas. Es un contrato social que se realiza para vivir en una comunidad organizada.
POLÍTICA
La política está presente en todos los ámbitos de nuestra vida en sociedad, partidos políticos, las ONGs, el Centro de Estudiantes, las escuelas, etc.; la política representa la insuperable posibilidad de “cambiar las cosas que no nos gustan desde el consenso”, para luego lograr una comunidad justa y organizada en un contrato social delegada por el derecho al voto. En este sentido, el ejercicio de la ciudadanía, viene impregnado de proyectos, de emociones, de compromisos; pero también de utopías por parte de quienes las profesan día a día, y los docentes estamos llenos de utopías, porque ejercemos una de las actividades más esperanzadora que hay.
La historia política, es la historia de un acomodamiento social basado en la sabiduría memorial de los pueblos, que se fue construyendo en el tiempo, entre luces y sombras, entre logros y fracasos: son las vicisitudes desde las que partimos –hoy– para marcar el camino hacia un mundo mejor.
CIUDADANÍA
La palabra ciudadanía proviene del latín civitas, cuyo significado es ‘ciudad’, así como la palabra política ha evolucionádo desde la voz griega polis, cuyo significado hace también referencia al concepto de ‘ciudad’. Ciudadanía y política tienen, por tanto, un origen semántico común; sin embargo, en la escuela, hablamos siempre de ‘ciudadanía’ y no de ‘política’.
La educación –que ha de englobar también la educación en política– es el camino para que vivamos en un mundo más justo, con sistemas educativos que habiliten a los alumnos para desempeñar responsabilidades y les faciliten el conocimiento de los derechos de los que disfrutan en la sociedad que están viviendo.
¿Cuáles son mis derechos?
¿Cómo los hago respetar?
¿Qué debo hacer para que mis derechos se cumplan?
¿Qué debo hacer para cumplir mis obligaciones?
¿Quiénes deben cumplir y hacer cumplir mis derechos?
¿Qué pasa con quienes atropellan e irrespetan mis derechos y los derechos de los demás?
Una escuela verdaderamente defensora de la democracia desde el pensamiento y conocimiento es aquella que genera en sus aulas procesos libertarios en los alumnos, los hace propios y difunde la necesidad de libertad responsable, de solidaridad con base en el respeto de los Derechos Humanos y colectivos; porque el bienestar es para todos no solo para los que gozan privilegios –como en la Edad Media–.
AUTONOMÍA
Nuestra misión como docentes y profesores es formar ciudadanos con autonomía, que esa autonomía sea de pensamiento en libertad, constructivo, con oportunidades de correr sus propios riesgos de juicio y acción, con libertad de criterio frente a las distintas opciones que se le presenten en sus vidas para que no les patentes las ideas y vivan una libertad plena.
“Pueblo bruto, pueblo dominado”
Son ellos, los alumnos, los que han de “entrar en escena” en el futuro, ya sea con iniciativas de índole social, económica o política. Serán la voz de las demandas y de los cambios que pueda traer consigo el sistema político del país.
Una propuesta pedagógica consiste –por ejemplo– en que, durante las clases, se analice el desarrollo de la diversidad de pensamientos predominantes en la sociedad actual. Así, no tendríamos mentes cerradas que censuraran a los que piensan distinto y dijeran que son enemigos del país.
EDUCAR EN POLÍTICA
Educar en política es educar en derechos y obligaciones, porque en las obligaciones se educa. NI la justicia, NI la verdad, NI la compensación económica tienen la virtud de reparar la pérdida de los derechos políticos, sociales, económicos, humanos. Aquí juega un papel importante que logremos hacer de los alumnos futuros hacedores responsables.
Siempre hay que tomar el riesgo de aprender y enseñar; por eso, un paso fundamental lo constituye la enseñanza –en los colegios y escuelas– de qué son las cosas públicas, qué valor tienen, y qué suponen en la vida de los ciudadanos.
Si bien muchas cosas se enseñan, siempre falta algo más; pero debemos ser conscientes de que no hablamos de elaborar un “ideario curricular”; sino, antes bien de la enseñanza del “NO adoctrinamiento” en educación. Es decir, debemos velar, también, por que no se transforme la escuela en una herramienta para la manipulación mezquina de los jóvenes –en cuanto que acólitos de un ideario o adscripción política– para que no se conduzcan como títeres de los gobernantes de turno.
Hablar de política para muchos sigue siendo todavía sinónimo de demagogia, hipocresía, corrupción. La política permanece asociada al enriquecimiento personal, a la búsqueda de poder, al clientelismo, al alejamiento de los políticos en relación con los problemas de la gente. En otras palabras, el concepto refiere metafóricamente a lo “sucio”, a lo “malo”, lo “conflictivo”, lo “peligroso” y, por ende, la mejor decisión sería la de alejarse de la Política, es decir, la de desinteresarse por la actividad política. Frente a este panorama, nos proponemos educar en la práctica política, para que los malestares de nuestra sociedad actual no se reproduzcan en las escuela; en más ocasiones de las que desearíamos, verdadera “caja de resonancia” de los problemas de la sociedad.
Les dejo una frase para pensar que resume lo que quise expresar.