“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”. (Bertolt Brecht)

Uno de los personajes atarfeños, a los que le viene que ni clavada, la sentencia realizada por el dramaturgo alemán es sin duda, Juan Carlos Carvajal Soria. Trabajador del taller ocupacional desde hace muchos años, su dedicación y profesionalidad para ese colectivo de personas con otras capacidades de nuestro pueblo, que requieren atención, comprensión y paciencia, es inigualable.

Siempre con su morral de cuero y su periódico bajo el brazo, lo veía a primera hora bajar del autobús; educado y afectuoso, solícito con su tarea. En aquel tiempo, nos saludábamos e intercambiábamos opiniones; tenemos amigos en común y por mi parte, una admiración por su fortaleza y entusiasmo en sus quehaceres con ellos. Muchas veces compraba la prensa en la tienda de mi madre, ahora de mi hermano, por lo que, si yo estaba allí, el “enreo de la hebra” estaba asegurado.

Recuerdo, que lo primero que empezó a trabajar en el taller ocupacional, fue la confección de cortinas. Aquellos estores de alambre y plástico de colores, que tan populares eran hace unos años y que además de proteger del sol las puertas, le daban colorido. Por aquellos entonces, uno de sus pupilos en el centro, era mi primo Enrique Manuel, el que se desprendía en halagos al preguntarle por su monitor. Los elogios eran recíprocos cuando yo preguntaba a Juan Carlos por él. Como mi primo, todos los alumnos que han pasado por tus aulas.

Tenía esta deuda contigo, con tu labor solidaria y comprometida. Quería reconocer públicamente tu esfuerzo y profesionalidad. Tu dedicación con una parte de nuestra sociedad, quizá una de las más vulnerables, quienes con tu trabajo se sienten como lo que son: personas.

Juan Carlos, sirva esta gacetilla como un humilde homenaje a tu labor y a tí. Salud.

Curiosidades elvirenses.

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