López-Acuña: «Los brotes nos muestran con toda claridad que el virus no ha desaparecido»

No por la familiaridad de conocidos o parientes vamos a tener menos riesgo porque el que pueda existir un asintomático positivo puede ocurrir entre los conocidos y entre los familiares.

La comisión parlamentaria para la reconstrucción ha escuchado a la comunidad científica, a las voces de algunos de los expertos que en los últimos meses nos han estado explicando -también en estos micrófonos- el virus al que nos enfrentamos, su gravedad, su expansión, su contención, el reto que ha supuesto para los sistemas sanitarios de todo el mundo. Y el reto ahora para la salud pública es evitar la llegada de una segunda oleada que nos haga retroceder lo andado.

Uno de esos potentes ha sido Daniel López-Acuña, epidemiólogo y exdirector de Acción Sanitaria en situaciones de Crisis de la OMS, que esta noche ha pasado por ‘Hora 25’ para recalcar la importancia de no bajar la guardia ante la posible segunda oleada que puede venir. «Los brotes que estamos viendo en varias partes del mundo nos muestran con toda claridad que el virus está todavía, no ha desaparecido«, afirma el experto.  «En Europa ha ido disminuyendo la curva epidémica pero eso no quiere decir que el virus haya desaparecido. Tenemos que ir con prudencia y tenemos que hacer todo para no bajar la guardia»

López-Acuña ha comentado también el papel individual que asumen ahora todos los ciudadanos, la llamada responsabilidad individual que se debe ejercer en espacios públicos para no provocar los temidos rebrotes. Cree el epidemiólogo que en algunos casos, como en las aglomeraciones o las imágenes que se han visto en algunas playas, hay gente que «actúa como si el virus hubiera desaparecido y esto no ha ocurrido». «Quienes lo hacen no entienden que todavía tenemos que guardar la distancia, mantener la protección de las mascarillas, tener mucho cuidado en los espacios públicos, porque nuestro gran enemigo es la transmisión de persona a persona».

Estos días se da una situación llamativa: muchos llevan la mascarilla en la calle, pero luego en casa reciben a los amigos y familiares sin ella puesta, como si los conocidos no pudieran contagiar. «Hay que cambiar el chip. No por la familiaridad de conocidos o parientes vamos a tener menos riesgo porque el que pueda existir un asintomático positivo puede ocurrir entre los conocidos y entre los familiares. La nueva normalidad supone ser todavía ser cautelosos y no tener los afectos que teníamos antes», explica el epidemiólogo. «No debemos desandar lo andado por caminar demasiado deprisa». 

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