El avance de la desigualdad: las familias aportan el 91,52% de la recaudación fiscal, las grandes empresas el 1,98%
La política fiscal está en el corazón del modelo social de un país, ya que influye de manera clave en cómo se distribuye la riqueza, al definir cómo se financia el Estado (quién paga, dónde y por qué conceptos, y quién no), y en qué se emplea el dinero público (a quiénes favorece el gasto y la inversión en políticas públicas y con qué objetivo).
El sistema tributario es una herramienta no sólo de recaudación sino también de redistribución, y según se oriente puede aumentar las desigualdades o reducirlas. El propio Fondo Monetario Internacional ha reconocido que las sociedades más igualitarias, donde el ingreso se distribuye de manera equitativa, son más estables y sostenibles económicamente. En un contexto de aumento de la desigualdad como el actual, las políticas fiscales toman más relevancia que nunca.
Intermón Oxfam denuncia que las familias pagan un volumen de impuestos que casi multiplica por 50 el que aportan las grandes empresas y pide al Gobierno que acometa una reforma fiscal que permita financiar adecuadamente las políticas sociales tras los recortes.
La ONG defiende que hoy es un imperativo que España deje de ser el segundo país más desigual de Europa y recupere las conquistas sociales alcanzadas en las últimas décadas. Para ello, es imprescindible impulsar una reforma fiscal que permita financiar las políticas sociales tras los recortes sufridos en los últimos años.
La opción más lógica es recaudar con justicia para blindar el Estado del bienestar, luchar contra la exclusión social y recuperar la solidaridad internacional. Ese debe ser el objetivo de la reforma fiscal para corregir la desigualdad de ingresos y de oportunidades que amenaza las bases de la democracia y de la justicia social.
El sistema tributario en España recauda poco, menos que la media de los países europeos. Y lo hace de manera que el grueso de la recaudación proviene del trabajo y el consumo de los ciudadanos, y no de las rentas del capital ni de los beneficios de las empresas. Las familias aportan alrededor del 90% de la recaudación, y las empresas el 10% restante. Las grandes empresas, menos del 2%. Es decir, las familias aportan casi 50 veces más que las grandes empresas.
El descalabro del Impuesto sobre Sociedades
La recaudación por el Impuesto sobre Sociedades, que es el que tienen que pagar todas las empresas (personas jurídicas) 40 que generan beneficios, se desplomó en el año 2008, justamente cuando a las empresas les correspondía haber tributado por los beneficios de 2007, que fueron todavía muy altos pues la crisis aún no había golpeado.
Las empresas pasaron de aportar al Estado 44.823 millones de euros, correspondientes al 22,3% de los ingresos fiscales en 2007, a contribuir con sólo 16.198 millones de euros (el 10,2% de los ingresos fiscales totales) en 2010. Una caída mucho mayor que la de la recaudación total, la del IVA y la de la actividad económica en su conjunto (el PIB entre 2007 y 2010 tan sólo disminuyó un 0,5%).
Si bien es cierto que en 2009 y 2010 se destruyeron bastantes empresas y otras entraron en concurso de acreedores, ni esto ni la caída en la actividad económica justifica todo el descenso en la recaudación, como cabría pensar. Una parte de la caída se debe a la rebaja del Impuesto sobre Sociedades para grandes empresas (que bajó del 35% al 30%) que aprobó el Gobierno del PSOE en 2006 y que entró en vigor en 2007. Otra parte a que, simplemente, muchas empresas aprovecharon los mecanismos dentro del sistema para dejar de pagar impuestos.