5 diciembre 2024

Felisa Martín Bravo (1898-1974), la primera doctora en física

¿Por qué las niñas no estudian física? Es una pregunta con la que nos encontrábamos hace un tiempo en Mujeres con Ciencia. Hoy en día persiste la percepción de que la física es una “ciencia o materia dura”. Fisica, química o matemáticas han sido hermanas en ese mismo grupo de “ciencias duras”. A pesar de esa denominación, a lo largo de la historia han sido muchas y muchos quienes han optado por hacer caso omiso de esa percepción y han desarrollado su labor en esos ámbitos. Ejemplo de ello fue la donostiarra Felisa Martín Bravo, la primera doctora en física del estado y primera, también, en otros ámbitos.

 

Felisa nació en Donostia el 11 de junio de 1898. Vivió en el barrio de Amara junto a sus padres Enrique y Rosalía y su hermana pequeña Rosalía. Realizó sus estudios secundarios en el Instituto General y Técnico de Gipuzkoa hasta terminar el Bachillerato. En 1918 se trasladó a Madrid para continuar con sus estudios e ingresó en la universidad para estudiar Ciencias Físicas.

Mientras cursaba sus estudios, como tantas otras estudiantes, trabajó dando clases en el Departamento de Ciencias del Instituto Escuela perteneciente a la Junta de Ampliación de Estudios (JAE), con la intención de conseguir el título de profesora de instituto. En 1922, con 24 años, se licenció en Física y posteriormente se adentró en el mundo de la investigación de la mano de su tutor Blas Cabrera. Comenzó a trabajar en Laboratorio de Investigaciones Físicas, LIF, que dirigía el físico Julio Palacios. En aquella época no era frecuente la presencia de mujeres en los laboratorios, de hecho, Felisa fue la primera mujer del LIF y del grupo de investigación de Julio Palacios.

Durante los cuatro siguientes años, de 1922 a 1926, Felisa se especializó en el estudio de redes cristalinas con aparatos de rayos X y el último curso trabajó como ayudante en la Facultad de Ciencias. El trabajo que desarrolló en el laboratorio fue amplio. Puso en práctica el método desarrollado por los Bragg (padre e hijo) y también el de los físicos Peter Debye y Paul Scherrer, la difracción de rayos X por polvo para el estudio de las estructuras de los óxidos de niquel y colbato y del sulfuro de plomo. Este trabajo fue la base de la tesis que defendió en 1926 y que aprobó con la calificación de sobresaliente.

Felisa Martín Bravo se convirtió entonces en la primera mujer en obtener el título de doctora en Física. Fruto de aquella tesis fue un artículo especial en la historia de la cristalografía, la primera aportación escrita publicada en España sobre la materia, “Determinación de la estructura cristalina del óxido de níquel, del óxido de cobalto y el sulfuro de plomo” (1926).

En 1927 viajó al extranjero y estuvo en Connecticut y Vermont dando clases de castellano en varios institutos para señoritas. Aunque en aquella estancias de varios meses no se dedicó a la investigación, ni amplió sus conocimientos en ningún grupo de investigación, no perdió el tiempo y visitó las universidades de Harvard y Yale para conocer sus laboratorios y los avances que en ellos se daban. A la vuelta de Estados Unidos se casó con el Catedrático en Filología de la Universidad de Sevilla, José Vallejo.

Como tantos otros físicos de la época, Felisa Bravo preparó las oposiciones para acceder al Servicio Estatal de Meteorología. En 1929 comenzó su labor en el servicio de meteorología como ayudante, siendo la primera mujer en acceder al mismo, y la única hasta 1935. Mientras trabajaba de ayudante en el servicio de meteorología, continuó con su labor investigadora en el Instituto de Física y Química de la Universidad de Madrid gracias una beca de la Cátedra Cajal. En el Instituto ahondó en el estudio de estructuras cristalinas en el departamento que dirigía Julio Palacios.

En 1932 se trasladó a la Universidad de Cambridge gracias a una beca de ampliación de estudios. En el laboratorio Cavendish ahondó en la técnicas de espectrografía de rayos X y, por recomendación de la agencia de meteorología, estudió los sistemas de sondeo atmosférico junto con el físico Charles Thomson Rees Wilson. A punto de finalizar su estancia en Cambridge, Felisa pidió una ampliación de su beca para continuar con sus estudios pero le denegaron la petición. En 1934 volvió a casa y se integró en el servicio de meteorología hasta que llegó la Guerra Civil.

En 1936 la Agencia Estatal de Meteorología se dividió en dos y Felisa Martín continuó su labor en el bando republicano. Con la llegada de las tropas franquistas a Madrid, la agencia de meteorología republicana se trasladó a Valencia y los trabajadores recibieron la orden, en 1937, de incorporarse a su trabajo en tierras valencianas. Felisa Martín decidió no ir a Valencia y no se presentó en su puesto. Ello supuso su expulsión inmediata de la agencia.

Durante la guerra los observatorios de meteorología fueron puntos estratégicos de comunicación, de hecho los directores de los mismos fueron sustituidos por militares en todos los observatorios que se hallaban en zona franquista. Esto también ocurrió en Donostia, el 30 de octubre de 1937 el Ejército del Aire, entidad que se hizo cargo del Servicio de Meteorología, nombró al militar Juan López Cayetano director del observatorio de Igeldo. Sin embargo, su estancia fue breve. Debido a la situación que vivía su unidad, fue llamado a que regresara a su destino original, Salamanca.

En aquel entonces la situación jurídica del observatorio de Igeldo era complicada. La dirección del mismo ya no era de la Diputación Foral de Gipuzkoa, sino del Ejército del Aire; sin embargo, el mantenimiento del edificio y su gestión seguían estando a cargo de la entidad foral. Ante la marcha del director, el observatorio tenía capacidad para seguir trabajando, pero la Diputación no podía nombrar un responsable y el ejército no disponía de candidatos adecuados para la labor. Ante aquella situación, los administradores decidieron nombrar responsable a un civil que hubiera trabajado en la Agencia Estatal de Meteorología. Y así, en noviembre de 1937, designaron a la donostiarra Felisa Martín Bravo “directora accidental” del observatorio. “Accidental” ya que, en condiciones normales, Felisa no hubiera sido candidata a un puesto semejante y se vieron abocados a ello por las circunstancias.

Felisa dirigió el observatorio hasta junio de 1940. Allí entabló amistad con el matemático, meteorólogo e impulsor de la cultura vasca Carlos Santamaría Ansa, al que consideraba merecedor del puesto de director del observatorio. De hecho, al término de su labor, Felisa propuso a Santamaría para que ocupara su cargo. Durante su estancia en el observatorio Felisa Martín centró su labor de investigación en el estudio de las galernas.

Imagen de algunos de las/os meteorólogas/meteorólogos que trabajaron en el Observatorio de Igeldo, incluida Felisa Martín Bravo. Fotografía de AEMET.
Imagen de algunas de las meteorólogas y
meteorólogos que trabajaron en el Observatorio
de Igeldo, incluida Felisa Martín Bravo.
Fotografía de AEMET.

Felisa y su marido regresaron a Madrid. Ambos fueron sometidos a un expediente de depuración. Felisa tuvo que dar cuenta de su trabajo en la Agencia de Meteorología del bando republicano y por mantener una estrecha relación con el dramaturgo Alejandro Casona, casado con su hermana Rosalía y exiliado en Méjico. Ambos pasaron el expediente y se reincorporaron, Alejandro a sus labores de profesor universitario y Felisa ingresó el en Servicio General de Meteorología de la época. Felisa Martín fue la única mujer que trabajó en la entidad hasta 1960 y una de las pocas personas que no tenía cargo militar. Comenzó como ayudante y pasó a ser meteoróloga de la Agencia Estatal de Meteorología, centrándose en el estudio de la electricidad atmosférica. Durante 1943 y 1954 escribió varios artículos con los resultados de sus investigaciones. Felisa Martín Bravo trabajó en el servicio de meteorología hasta su jubilación.

Muchos miraron con desconfianza el reingreso de Felisa Martín Bravo en el servicio de meteorología y aludían a su renuncia a acudir a Valencia, a la sede del servicio de meteorología republicano, como el factor que le ayudó a superar el expediente de depuración. Sin embargo, Felisa Martín Bravo era una profesional e investigadora trabajadora, aplicada en su labor, avanzada en su tiempo y que tuvo que superar muchos obstáculos para seguir adelante.

Aquella mujer que fue la primera de muchas merece ser recordada más allá de estas simples líneas.

La primera doctora en Física del estado y meteoróloga, Felisa Martín Bravo falleció en 1974.

publicado en : http://mujeresconciencia.com/2015/10/19/felisa-martin-bravo-1898-1974-la-primera-doctora-en-fisica/