Pamplona, 04/09/2020 - Alumnos del Instituto de Enseñanza Secundaria IES Askatasuna de Pamplona,en Navarra, acceden al colegio durante la vuelta al cole. Foto: Pablo Lasaosa

La escuela pública, hoy maltrecha por los efectos de la pandemia, sufre la falta de recursos por los recortes, el abandono escolar y la brecha digital. ¿Qué se puede hacer para salvar uno de los grandes pilares del Estado de bienestar? Con este especial, EL PAÍS inicia una serie sobre las medidas necesarias para reactivar el Estado de bienestar

2. Líderes del abandono escolar

Daniel Palacios (zaragozano de 31 años) y Nicolás González (grancanario de 22) han retomado recientemente los estudios en escuelas de adultos, después de años engrosando las dos estadísticas más sonrojantes del sistema educativo: el abandono temprano (los que dejan de estudiar después de la enseñanza obligatoria) y el fracaso escolar (los que lo hacen además sin haber conseguido el título de ESO). Palacios no le echa la culpa a nadie más que a sí mismo de su tropiezo a los 16 años, pero si se le pregunta si recibió apoyos o ayuda extra, cuenta que algunos de sus profesores del instituto le decían, al llegar al examen: “Tú si quieres pon el nombre y te vas”. González sí recuerda recibir ánimos de sus docentes, pero ningún apoyo ni ninguna alternativa que le ayudara a superar su absoluta y total “desmotivación”, lo que la socióloga de la Autónoma de Barcelona Aina Tarabini define como “la desvinculación de numerosos jóvenes con la institución escolar”.

El abandono escolar temprano se ha reducido mucho en los últimos años ―ha pasado del 29,1% en 2000 al 28,4% en 2010 y al 17% actual―, en gran medida por la situación de crisis: si hay menos oferta de trabajo poco cualificado, se reducen también los incentivos para dejar pronto los estudios. En todo caso, la cifra todavía duplica y triplica a las registradas en los países de nuestro entorno y también supera por mucho la media europea (10%).

España es el país con la mayor  tasa de abandono escolar de la UE.

 

Se trata del síntoma más claro de un sistema descompensado, con muchos jóvenes en la base, sin cualificación suficiente (un 30% solo tiene, como mucho, la educación obligatoria), y muchos en la cúspide (un 46% tiene en un título universitario o de FP superior), pero muy pocos en el medio (con bachillerato o FP de grado medio). Esto se traduce, analizando ahora el nivel de formación de toda la población adulta, en que casi uno de cada cuatro españoles han completado, como máximo, la educación obligatoria, una proporción que deja al país muy a la cola en la comparación internacional.

Los especialistas (para este artículo han sido consultados una docena) proponen una y otra vez medidas para que todos esos chicos y chicas que se quedan en el camino alcancen al menos el siguiente escalón, mejorando el atractivo de la FP, con más medios para detectar problemas a edades tempranas y dando apoyos extra a los que lo necesiten, garantizando las vías de reenganche. Otras recomendaciones muy compartidas son seguir avanzando en la escolarización temprana (en el primer ciclo de infantil, que el año pasado ya escolarizó al 41% de la población menor de 3 años) o, como apuntan Francisco López Rupérez, director de la Cátedra de Políticas Educativas de la Universidad Camilo José Cela, y el profesor agregado de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona Álvaro Borja Choi, aumentar la escolarización obligatoria de los 16 a los 18 años. “Es una medida que, siguiendo la recomendación del Parlamento Europeo de diciembre de 2011, aplicó Portugal al año siguiente y con la que ha logrado esa reducción formidable del abandono”, señala López Rupérez.

Y eliminando obstáculos innecesarios, como la repetición de curso, que en la inmensa mayoría de los casos es cara e ineficaz, según la OCDE, que asegura que el dinero que cuesta este recurso sería mucho más efectivo invertido en planes de refuerzo. El organismo internacional calculó en 2011 que las repeticiones se comían en torno al 10% del gasto educativo español. Como en el caso del abandono, este indicador ha mejorado en los últimos tiempos (hace 10 años habían repetido alguna vez en torno al 40% de los alumnos a los 15 años y ahora es en torno al 31%), pero sigue estando muy por encima, casi doblando, la media de los países desarrollados. Daniel Palacios había repetido dos veces antes de abandonar los estudios; y Nicolás González una vez.

Los especialistas proponen eliminar la repetición de curso, que es cara e ineficaz

¿Por qué la repetición de curso sigue existiendo? Para muchos, más que un refuerzo, es un castigo a la falta de esfuerzo, una necesaria exigencia para diferenciar lo bien hecho, traducido en éxito (el premio, el paso de curso), de la desidia, de lo mal hecho, del fracaso (la repetición). “Sigue predominando en una parte muy importante de la comunidad escolar la idea de que no todo el mundo puede aprender”, dice la catedrática de Psicología de la Educación de la Autónoma de Madrid Elena Martín, que defiende que, simplemente, cada uno necesita “ayudas distintas para ello”. “Quizás este sea el reto más difícil ya que implica un profundo cambio de mentalidad”, añade.

FOTO:
Alumnos del Instituto de Enseñanza Secundaria IES Askatasuna de Pamplona.PABLO LASAOSA
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