El sentido del humor en la educación de nuestros hijos
Hace unos días escuchaba a Carles Soldevila hacer una ponencia a “padres súper motivados” de los cinco sentidos que debían utilizar para educar a sus hijos. Entre los cinco sentidos de los que hablaba, me quedo con el SENTIDO DEL HUMOR.
Creo que el sentido del humor es uno de los que más funcionan con los adolescentes (si es que funciona alguno, vamos a tomarnos las cosas con un poco de humor, ¿no?).
El sentido del humor a mi entender es básico para andar por la vida y se debe enseñar a nuestros hijos desde que son bien pequeños. A los niños les encanta reír y a medida que crecen ellos y sus responsabilidades parece que se alejan de la alegría y la risa. ¡No lo debemos permitir!
El sentido del humor nos permite ver los problemas diarios de una manera más relativa, hay que desdramatizar situaciones y pensar que los adolescentes deben reírse de sus propios errores y debilidades y de esta manera aprender a reconducir de otro modo los retos que les van apareciendo, pero para ello debemos enseñarles a hacerlo. Deben aprender a reír de forma empática, no se trata de reírnos de los demás, ni de ridiculizarlos. La risa ha de servir para abrir nuevas perspectivas de solución y para aprender a perdonarnos. Para ello debemos aprender nosotros primero, cuántos padres llegan a mi consulta con una película dramática cargada en la espalda y con una actitud derrotada… siempre advierto que si cambiamos nuestra actitud, las cosas parece que por arte de magia cambian. El problema seguirá existiendo pero nuestra mente está preparada para abordarlo de nuevas formas.
La risa aporta grandes beneficios a nosotros y a nuestros hijos, libera de tensiones las relaciones y nos orienta hacia el OPTIMISMO, por ello creo que estamos obligados a crear buen humor y alegría en casa y a la larga crearemos relaciones mucho más estrechas.
¿Qué podemos y debemos hacer?
1.- Dedicar tiempo a la diversión: a través de los juegos, visualización de películas cómicas, jugar con disfraces, hacer pequeñas bromas, hacer cosquillas, guerra de almohadas, bailar, cantar… todo lo que se nos ocurra que llene el momento de risas y carcajadas.
2.- Tener buen humor: utilizando chistes, ridiculizándonos a nosotros mismos, sonriendo a la gente en la calle y también en casa. Que nos vean disfrutando de los placeres cotidianos como por ejemplo cocinar, si lo hacemos con ellos, mucho mejor. ¡Hay que poner música que alegra el espíritu!
3.- Crear vínculos: no olvidemos que nuestros adolescentes son como fuimos nosotros hace unos años, cambian las circunstancias y los tiempos, pero en el fondo todos pasamos por esa etapa de frustración continuada, de buscarnos y encontrarnos dónde parece que el mundo se nos pone en contra. Expliquemos (si nos dejan claro) cómo la vivimos nosotros, contemos anécdotas divertidas de nuestra etapa adolescente, si nos ayudan los abuelos, los tíos, los primos, aún es más divertido. Tengo dos sobrinas adolescentes con las que tengo unas charlas divertidísimas explicando las gamberradas, los tropiezos, los castigos, los primeros besos… tanto de su madre (mi hermana) como de los míos, cuando adjunto fotos de nuestro paso por la adolescencia, sé seguro que nos acabarán saltando las lágrimas de tanto reír. Hay que perder el miedo al ridículo, ellos tienen este miedo a flor de piel y deben ver en el humor, uno de sus mejores aliados. Si nos reímos de nosotros mismos reducimos la presión y nuestros hijos nos ven mucho más humanos. Estos vínculos son para siempre y hay que trabajarlos.
Ya digo que este proceso empieza desde bien pequeños, si no hemos trabajando con ellos el sentido del humor cuando son pequeños, la labor se complica un poco más.
El humor no está reñido con el respeto y la educación y eso debe quedar muy claro.
Numerosos estudios científicos apoyan los beneficios que el humor y las emociones positivas tienen en el ser humano. Las emociones positivas le dicen a nuestra mente que estamos seguros y esto nos permite crecer de manera más positiva, más cercana a los demás, seremos más creativos y en consecuencia tomaremos mejores decisiones.
“La vida es demasiado importante como para tomársela en serio” Oscar Wilde
Samantha Biosca – coaching de familia