24 noviembre 2024

Las fallas que hacen a Granada la zona de terremotos de «mayor peligrosidad sísmica» de España

Ana Crespo-Blanc, catedrática de Geodinámica, explica que el «suelo poco consolidado» de la Vega amplifica los seísmos «de baja magnitud» provocados por fallas activas de poca longitud

A las 12.15 horas del pasado sábado, un temblor de tierra de unos diez segundos agitó Granada capital y más de una decena de pueblos de su alrededor. En Santa Fe, epicentro del terremoto, los edificios temblaron con tal fuerza que se produjeron diversos daños materiales, sobre todo en uno de los arcos de entrada al municipio. En la vecina Atarfe hubo incluso que lamentar un herido leve, cuando parte de la chimenea de una vivienda se desplomó sobre un anciano. El sismo, de magnitud 4,4, fue el más sentido en la provincia granadina desde mediados de los años ochenta. Y tras él llegaron multitud de réplicas. Más de cincuenta movimientos de tierra se han producido después del terremoto que generó desperfectos en Santa Fe y Atarfe, la mayoría de ellos con epicentro en estas localidades. El motivo último de tal actividad sísmica es, según Ana Crespo-Blanc, catedrática de Geodinámica de la Universidad de Granada, «el choque entre la placa tectónica africana y la ibérica». Este roce se deja notar con especial intensidad en Granada porque es «la zona de mayor peligrosidad sísmica de toda España».

El punto en el que chocan las placas tectónicas que separan Europa y África se desplaza cinco milímetros al año. Aunque el movimiento es pequeño, «al tratarse de masas tan grandes» la deformación activa «se deja notar» sobre la superficie, tal y como explica Ana Crespo-Blanc. Dicho movimiento es el que está generando el enjambre sísmico de estos días en las zonas de Santa Fe y Atarfe. El suelo se mueve por una familia de fallas que se sitúan en la zona sur-oeste de Sierra Elvira, colindante con Santa Fe, y en la región izquierda de esta misma cadena montañosa, pegando a Atarfe. Por suerte, las fallas existentes en esta zona «son cortas», por lo que, generalmente, «dan lugar a terremotos de poca magnitud».

La razón por la que, a pesar de la baja magnitud de los terremotos, se dejan notar tanto en esta zona de Granada nace de dos variables. La primera es la profundidad del seísmo. «La altura a la que se sitúe el epicentro es clave», explica la experta. Por este motivo, el mayor terremoto de los últimos años, uno de 6,2 ocurrido en 2010 en Nigüelas, no fue siquiera notado por la población, porque se produjo a 623 kilómetros de profundidad.

La otra variable que aumenta la intensidad de un seísmo es, según Crespo-Blanc, la consolidación del suelo. «Un suelo de roca atenúa mucho más un terremoto que un suelo de un sedimento no consolidado, como arenas o arcillas», detalla. En la Vega de Granada, donde se sitúan las recientemente afectadas Atarfe y Santa Fe, hay un «suelo poco consolidado», lo que se traduce en «una mayor aceleración» y la consecuente «amplificación de la onda sísmica» en caso de terremoto. Este hecho hace especialmente vulnerable ante los movimientos de tierra los alrededores de Granada capital.

Los terremotos del futuro

La Geodinámica no es un arte de adivinación. Crespo-Blanc recuerda que, para esta ciencia, «la unidad de tiempo es el millón de años». Como las placas tectónicas avanzan tan lentamente, la materia de estudio de la que se dispone es proporcionalmente pequeña. Y es que, ante tales magnitudes de tiempo, resultan escasos los dos mil años a los que podemos acudir para datar terremotos históricos, y aún más los cien años que llevan registrándose oficialmente los temblores de tierra. Sin embargo, una vez hecha la salvedad, podemos acudir a dicho material para prever cómo y dónde podrían situarse los próximos sismos y tomar medidas al respecto.

«Si coges la historia de los grandes terremotos, ves que hay uno de mayor magnitud cada trescientos o cuatrocientos años», explica la experta, por lo que, a priori, «no debemos tener miedo». Más allá de la Vega granadina, las fallas más significativas de la provincia se sitúan en Alhama de Granada, donde ocurrió el gran terremoto de 1885, y en los alrededores de Baza. Estas fallas sí que son más largas que las que rodean Santa Fe y Atarfe, por lo que, potencialmente, podrían causar terremotos de mayor magnitud.

En todo caso, Crespo-Blanc insiste en que «nunca puede descartarse al cien por cien un terremoto de gran magnitud en ninguna zona». En este sentido, recuerda el caso de Lorca (Murcia), una zona considerada como «no especialmente peligrosa» que, sin embargo, sufrió un seísmo de 5,1 en 2011 que le costó la vida a nueve personas. Por ello, más que por adivinar futuros terremotos, la experta defiende que lo que tenemos que hacer es «insistir en la prevención y en la educación», evitar «asentamientos en zonas peligrosas» y «cumplir la normativa de seguridad en materia de construcción».

DIEGO CALLEJÓN y CARLOS VALDEMOROS

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