Una experta da todas las claves sobre los terremotos en Granada: «Creo que la intensidad no irá a más»
La longitud de la Falla de la Vega no anticipa, en principio, temblores muy superiores a 4,5, pero los expertos advierten de que el enjambre sísmico podría durar varios meses
Pero cuidado, advierte Ana Crespo, la capacidad de causar daño y alarma de unos temblores no depende tan sólo de que sean más o menos potentes, sino que hay una serie de factores muy importantes que deben de tenerse en cuenta. El primero de ellos es la profundidad. Los que se están produciendo en las últimas semanas en Granada tienen un epicentro relativamente cercano a la superficie -ha habido uno de la serie que se produjo a tan solo un kilómetro-. Esto hace que la percepción de la sacudida sea mayor, que lo sienta un mayor porcentaje de población, y que se mueva todo. En la Falla de Nigüelas, la única denominada como tal por su interés sismológico -los sismos recientes se están produciendo en una bautizada genéricamente como la Falla de la Vega-, hubo uno de 6,3 hace relativamente poco, pero fue a 620 kilómetros de profunidad, por lo que pasó desapercibido. Pocos se enteraron.
Pero hay otros aspectos que conviene tener muy en cuenta. ¿Se han preguntado en alguna ocasión por qué la Alhambra se mantiene inmune a tanto terremoto? Pues básicamente porque está construida sobre roca, al igual que muchos de los barrios de Granada que se sitúan por encima de la cota setecientos. Por eso no se aprecian igual los temblores en el Albaicín, por ejemplo, que en Atarfe o en gran parte de la Vega. Porque todos esos municipios se levantaron sobre sedimentos y arenas, sobre material no consolidado en definitiva. Las ondas impactan más sobre un terreno menos consistente.
Sigamos despejando incógnitas en la medida que la ciencia pueda ofrecer respuestas -con todos los condicionantes que supone el hecho de que queda mucho por conocer y que resulta casi imposible predecir con cierta precisión cuándo se producirá un nuevo terremoto-. Partimos de la base de que Granada es una zona catalogada de alto riesgo sísmico y, en consecuencia, no estamos ante algo que no sea ciertamente habitual.
Enjambre sísmico
Lo que está acaeciendo ahora se llama de forma muy descriptiva como ‘enjambre sísmico’. Y esto explica que la frecuencia sea mayor. Se produce un movimiento en la falla y lo normal es que después haya otros, de menor fuerza, en otros puntos de esa misma falla que inicialmente -valga la expresión- se habían quedado quietos. Éstas son las réplicas. Este martes por la noche se encadenaron cada dos y tres minutos. «Parece que esto nunca acaba», decía alguien en las redes sociales. ¿Qué pasa? Pues que este enjambre podría durar perfectamente varios meses. O sea que paciencia y a seguir las recomendaciones de Protección Civil. En este sentido, Ana Crespo considera que es mucho más seguro guarecerse dentro de la propia vivienda -debajo de las mesas o en el quicio de las puertas- que echarse a la calle, con el peligro de que se pudieran desprender elementos de los edificios como cornisas o balcones.
Y por último ¿por qué Granada? Pues por su localización. Estamos en el límite de una placa donde hay deformaciones como la formación hace millones de años de la cadena Bética, en el sur de la Península Ibérica, y la Rifeña, en el Norte de África. También multitud de fallas, entre ellas las diez activas -hay otras muchas que ya no lo son- que afectan directamente a Granada y el cinturón. La cuestión es que África, que gira de manera contraria a las manecillas del reloj, se aproxima medio centímetro al año a Europa por la zona de Gibraltar. Ahí, en este choque de placas, se produce la energía que luego se desprende en las fallas de Granada.