«Es incomprensible que no se logre un punto de encuentro en el que el legítimo derecho de manifestación sea compatible con la preservación de la salud», la polémica del día de Isaías Lafuente

 
El delegado del Gobierno en Madrid ha prohibido todas las manifestaciones convocadas para el 8M. Primero fue partidario de permitir concentraciones de hasta 500 personas, pero como las peticiones han superado el centenar, ha decidido no permitir ninguna en la situación de riesgo extremo que aún vive la Comunidad. Las responsables del Movimiento Feminista, indignadas, creen que se criminaliza el 8M como hace un año y se sienten discriminadas a la vista de otras manifestaciones que en los últimos meses se han celebrado en Madrid sin problemas.

Es la tormenta perfecta, porque ambas partes manejan argumentos de peso. Y porque ambas comparten las reivindicaciones de este día en un panorama político y social en el que se elevan sin tapujos las voces que las banalizan y las ridiculizan.

Por eso es incomprensible que no se logre un punto de encuentro en el que el legítimo derecho de manifestación sea compatible con la preservación de la salud. Porque sus reivindicaciones son más necesarias que nunca y porque no está demostrado que una o un feminista contagie más que un negacionista, un hostelero, un fascista, un fan de Raphael o de Hasél, o un maestro contrario a la ley Celaá, por ejemplo.

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