Se venden en farmacias, bazares, gasolineras, supermercados… pero hay razones para evitarla

La gente de cierta edad usa este dicho aguafiestas con mucha frecuencia cuando alguien le habla de chollos: ‘Nadie da duros a cuatro pesetas’ (los más jóvenes ni siquiera están ya familiarizados con estas monedas y quizá les suene a chino). Y, todo hay que decirlo, muchas veces aciertan. Otra cosa es que luego se lancen a lo barato con tanta fiereza o más que los demás. Pero, al menos, no se engañan tanto. Y, bueno, si nadie da duros a cuatro pesetas, seguramente tampoco unas gafas medianamente buenas a un euro, aseguran los expertos en visión. No obstante, de un tiempo a esta parte se han popularizado mucho las gafas premontadas, también conocidas como gafas de farmacia, gafas lupa o gafas ‘del chino’. Son aquellas que se usan para la presbicia (ver de cerca) y que se venden en establecimientos de todo tipo: desde gasolineras y mercadillos hasta supermercados, pasando por bazares y, por supuesto, farmacias. Según el último estudio de la OCU, un 6% de las personas que necesitaban lentes las adquirieron en este tipo de establecimientos. El resto acudió a ópticas y desembolsó una media de 306 euros por un par de gafas.

Así que, claro, las gafas baratas son un reclamo goloso: suelen llamarnos la atención por su precio (las hay hasta desde un euro) y llevan una pegatina donde se indica la graduación, que va de 1 a 3,5 dioptrías en intervalos de media dioptría, más o menos. Si sabemos cuál es la nuestra, podemos sentirnos tentados a comprarnos unas, porque están regaladas y los diseños son cada vez más vistosos. Y, si no conocemos nuestra graduación porque nunca hemos ido al oftalmólogo… tenemos grandes posibilidades de acabar con unas gafas con más dioptrías de las que necesitamos. Ocurre así en un 95% de los casos. Así que ¿estamos a punto de cometer un gran error por creernos linces del ahorro? Pues sí… y no. Miremos el asunto de cerca, con la atención que merece.

«Pueden servir para un uso muy ocasional, como una segunda gafa, pero nada más», indica José María Herce, óptico y optometrista de Multiópticas. ¿Y qué se entiende por ocasional? Pues para un día o dos si se te han roto las gafas ‘buenas’, si vas un día a la playa y quieres leer un poquito y no exponerte a romper o que te roben las gafas ‘oficiales’, si no te hacen falta más que para hacer tareas muy concretas y muy esporádicas (como hacían las abuelas, que se las ponían sólo para enhebrar una aguja o leer un prospecto)… y poco más.

Según explica Herce, es muy difícil encontrar unas con un mínimo de calidad. «Muchas de se fabrican en países asiáticos donde no respetan estandares mínimos de calidad», advierte. ¡Y eso te lo pones delante del ojo! De hecho, son el primer recurso para mucha gente que empieza a perder vista: antes de pasarse por el oftalmólogo, prefieren ir haciendo apaños y eludir la realidad adquiriendo un producto en serie. ¡Como que quita gravedad al asunto! Pues bien, eso es cerrar los ojos –lo hacemos en todo– a una consecuencia lógica y casi universal del paso del tiempo.

La presbicia es un mal que, en la mayoría de los casos, «empieza a manifestarse a los 40 años». «Es una consecuencia del envejecimiento: la musculatura de los ojos pierde potencia», aclara Herce. El cristalino se hace menos elástico y enfoca peor porque es mayor. Y no hay más. Y, si nos pasa más allá de los 40, démonos con un canto en los dientes: «A partir de esta edad es normal tener que recurrir a gafas para leer o para el ordenador. Lo peor es que cada vez hay más jóvenes que necesitan ‘gafas de descanso’ por estar tantas horas delante de pantallas en todas sus vertientes (ordenadores, tablets, móviles…)», lamenta.

«Usarlas de manera habitual puede empeorar problemas como el lagrimeo o la fatiga visual»

Así que cada vez necesitamos antes las gafas y recurrir a las pregraduadas no va a hacer el problema menor. Al contrario. «Si las usas habitualmente, problemas asociados a la presbicia como el lagrimeo, la fatiga visual o el dolor de cabeza pueden empeorar», advierte Herce, quien nos da cuatro razones para no recurrir a esta opción barata.

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Puedes tener otro tipo de trastorno visual

Conviene acudir a un profesional porque, aunque no nos hayamos dado cuenta, la presbicia (o la dificultad para ver de cerca) puede ir acompañada de otros trastornos como miopía, hipermetropía o astigmatismo, que hay que tratar.

2

Talla única

«Las grafas pregraduadas, como su propio nombre indica, ya tienen una graduación predeterminada. Pero es la misma en las dos lentes. Y no es frecuente que una persona tenga exactamente la misma en los dos ojos. La mayoría tiene variaciones en tre el derecho y el izquierdo», apunta el óptico-optometrista. Entonces, ¿qué pasa si te pones unas gafas de farmacia? Pues que uno de los dos ojos lleva una lente que se le queda corta o larga… y le obligas a acostumbrarse a algo que no le corresponde ni le sienta bien. Como comprarte unos zapatos que no son de tu número: puede que te quepan, pero te estás haciendo daño.

3

No respetan el centro óptico

Cada lente tiene un centro óptico, que es donde se encuentra la graduación exacta que necesitamos y que es justo en el centro de la pupila. Quien lleve gafas recordará que el optometrista suele pintar con un rotulador en el centro de la lente cuando se las están preparando, aunque ahora ya hay métodos más modernos, con una tablet, por ejemplo. Pues bien, esta medida es personal. El centro óptico no es estándar ni universal. «Pero las gafas premontadas son como la ropa de talla única, todas iguales, no respetan las diferencias», aclara Herce.

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Mala calidad de las lentes

Puede que, a simple vista, las gafas de farmacia tengan muy buena pinta, ¿quién se va a dar cuanta de que no son de óptica? Ejem…, pues nosotros mismos. «La calidad de las lentes deja mucho que desear», dice Herce. Son, para entendernos, lupas grandes, sin tallado personalizado de la lente. Muchas son de plástico inyectado de baja calidad óptica y distorsionan la imagen. A más graduación, peor. Y tampoco tienen ningún tratamiento antirreflejante. Se estima que las gafas pregraduadas podrían solucionar los problemas visuales de apenas el 2 % de la población.

SOLANGE VÁZQUEZ 

https://www.ideal.es/vivir/salud/gafas-euro-chollo-20210325170635-ntrc.html

 

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