«UN MAESTRO EXCEPCIONAL : D. Benigno Vaquero Cid» por José Vaquero

En homenaje a todos aquellos maestros que tras la guerra civil lucharon contra el analfabetismo en España.

El jueves 3 de junio, día del Corpus, se cumplen 24 años del fallecimiento de D. Benigno Vaquero Cid, el maestro de Pinos Puente. Existen personas que son faros que alumbran la vida de todas las personas que tienen la suerte de cruzarse con ellas en su camino. Una de ellas fue mi tío. Yo, además de su sobrino fui su alumno y, por tanto, tuve esa fortuna. Él fue quien me enseñó a leer, escribir, pensar y amar. Y a él le debo todo lo que soy.

D. Benigno fue uno de los docentes depurados por el Régimen Franquista cuando acabó la guerra civil, pero su vocación pudo más que la persecución a que lo sometieron. Y no sólo la soportó con estoicismo, sino que también padeció el dolor causado por la muerte con 17 meses de su hijo primogénito y el producido por la esquizofrenia de Adora, su esposa, una mujer buenísima, pero afectada por esa enfermedad perturbadora. Más adelante, nacerían tres hijos más, Benigno, Purita y Antonio. Su hija Purita preside la asociación que lleva su nombre, y que promueve en Pinos Puente muchos de los actos culturales que se celebran en el pueblo.

Ideológicamente, mi tío no militó en ningún partido político. Fue un espíritu libre, independiente, volador y rebelde. Simpatizante del socialismo. Pero de un socialismo universal y humanista, alejado de nacionalismos y extremismos, y comprometido en la defensa de los valores más nobles que puede atesorar el ser humano: la libertad, la igualdad, la justicia, la verdad, la honradez…

Respecto a sus creencias, en su juventud fue un cristiano comprometido, pero se apartó de la Iglesia católica cuando comprobó la actuación de ésta al finalizar la guerra civil. Derivó a un agnosticismo impregnado de esencias cristianas.

Pienso que la labor tan ingente que desarrolló, únicamente se puede explicar por sostenerse en un acto de fe: la redención del ser humano por su educación mediante el amor. Sin renunciar a sus ideales, y para poder subsistir, fundó una escuela privada con el nombre “Luis Vives”, primero en el nº 14 de la calle Gracia en Granada, y luego la trasladó a Pinos Puente, su pueblo natal. Para ello habilitó algunas dependencias de su propia casa. En sus clases, pobladas por alumnos de distintas edades y clases sociales, él lo hacía todo, pues era el único maestro. Y los preparaba desde sus primeras letras hasta el bachillerato superior, incluso le daba tiempo a alfabetizar a adultos por la noche.

Aplicando los postulados de la Institución Libre de Enseñanza, con su amor, empeño y esfuerzo, no solo nos preparó dándonos una sólida formación, sino que supo orientarnos para que cada uno encontrase, potenciase y desarrollase lo mejor que llevaba dentro. Con él aprendimos a valorar cualidades como bondad, sabiduría, perseverancia, honestidad y fidelidad a unos principios. Su escuela permaneció abierta desde el día 1 de julio de 1939 hasta el 15 de septiembre de 1978. La mañana de ese día, D. Benigno entró a clase y les dijo a sus alumnos que sólo iban a glosar un texto que escribió en la pizarra. Era su legado espiritual. Un conjunto de máximas que revelaban su concepto de la educación, y que podría sintetizarse en tres palabras: dar, aprender y amar.

Durante todo el día D. Benigno estuvo comentando aquellas sentencias con sus discípulos. No les costó trabajo interiorizarlas, pues el maestro las había llevado a la práctica con su vida. Y la semilla que sembró llegó a dar sus frutos. Muchos de sus alumnos, entre los que me encuentro, son excelentes personas, y algunos, destacados profesionales en diversos campos del saber. Sus lemas “Aprender siempre para amar” y “Amar siempre para aprender” quedaron grabados a fuego en nuestras almas. Y también su concepto de educación: “Educar es dar al cuerpo y el alma toda la belleza y perfección posibles”

D. BENIGNO, RODEADO DE AMIGOS Y FAMILIARES, EN SU HOMENAJE

Restaurada la democracia, D. Benigno fue restituido en su puesto de maestro de enseñanza pública y, poco después, en 1980, se le concedió la Cruz de Alfonso X el Sabio al mérito docente. Con tal distinción no solo se le reconocía su extraordinaria labor educacional, sino su sabiduría senequista y vital, apoyada siempre en dos pilares fundamentales: la libertad y la honradez. D. Benigno falleció en Pinos Puente el día 3 de junio de 1997. Su entierro fue multitudinario. Tras salir llorando del cementerio, y mientras regresaba a casa, pensé para mis adentros: ¡Qué suerte haber tenido un maestro como él!

Cliqueando (Ctrl + clic) en el siguiente enlace, podrán ver un documento audiovisual de mi tío realizado por un querido alumno suyo, Francisco Flores. Al pasarlo al formato de YouTube ha perdido calidad, pero nos da una idea certera de su rica personalidad:

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José Vaquero Sánchez

 

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