El colegio de Granada que sembró tomates y pimientos y recogió un proyecto educativo tecnológico
El CEIP Juan Ramón Jiménez ha desarrollado un huerto domotizado indoor que se puede controlar a través de un móvil
Tomates, pimientos y rabanillos pueden ser los primeros ingredientes en el listado de una ensalada. O no. Pueden ser parte de un proyecto educativo que acerque la tecnología al aula y permita avanzar en cálculo, lectura de gráficas, conocer las partes de una planta, su proceso de crecimiento o cómo gestionar (y solucionar) problemas prácticos.
En el CEIP Juan Ramón Jiménez de la capital granadina han optado por lo segundo. Sus pimientillos y tomates lucen lozanos en el aula donde se ha instalado el huerto domotizado con el que los 216 alumnos del centro han trabajado Ciencias, pero también otras materias. Unas están en el currículo y otras no, pero serán posiblemente igual de valiosas en el futuro de estos pequeños aprendices de hortelano.
“Empezamos con el proyecto este curso, en el primer trimestre”, explica la directora del Juan Ramón Jiménez, María Socorro Ruiz. La idea surgió como alternativa a iniciativas que se habían visto alteradas por la pandemia y los protocolos anticovid. “Este año sabíamos que íbamos a tener pocas salidas” fuera del centro, que tampoco ha podido desarrollar las actividades del aula de naturaleza.
“Desde siempre hemos tenido ganas de un huerto, pero tenía que ser en el patio” y el centro no contaba con los recursos necesarios. Una cosa y la otra llevaron a plantear un cultivo indoor domotizado. Una pequeña huerta controlada con sensores donde los alumnos pudieran valorar qué cantidad de luz es la adecuada, cuánta agua necesitan las plantas, cuándo hay que realizar la siembra… “Todos han participado”, destaca Ruiz, que señala que la iniciativa estaba planteada principalmente para los escolares del último ciclo de Primaria (quinto y sexto) pero que todos han puesto su granito de arena.
Cada cultivo cuenta con unos sensores que están conectados a una placa, un pequeño ordenador, que recoge los datos y puede programarse para que riegue de forma autónoma. “Lo puedes observar desde YouTube”.
Se controla a través del móvil o del ordenador mediante la aplicación VNC Viewer. “Podemos controlar cuatro parámetros: presión atmosférica, luz ambiental, humedad y temperatura, además de gestionar el riego y observar todo el proceso en el dispositivo, a tiempo real”, destaca el centro.
Los parámetros se traducen en gráficas que deben ser interpretadas por los alumnos. Los sensores transmiten a través de la placa si falta agua, o si por el contrario hay un exceso de riego. “Vemos la gráfica en la pizarra digital. Les encanta”, resume la directora del colegio.“Da alegría verlos. Te das cuenta de lo que les gusta” ver crecer a sus plantas, desde que son semillas hasta que se forman los frutos.
También tienen que hacer frente a los contratiempos. “Ahora estamos viendo que no todo es bueno. Ha salido pulgón y tenemos que ver cómo sacarlo adelante, decidir si vamos a usar insecticida o no… son cuestiones que surgen” dentro del proyecto y que escapan a lo que recogen habitualmente los manuales de texto.
Sacar adelante este huerto escolar domotizado no ha sido fácil. Lo han conseguido gracias a su empeño, sus medios y al programa Impulsa de la Consejería. Éste también se ha destinado también a trabajar con impresiones 3D y a otro proyecto de robótica destinado a los alumnos del centro, que cuenta con un 80% de escolares de otras nacionalidades.
“Este año hacía falta ponerse las pilas con la educación a distancia, con la tecnología, pero también con la naturaleza”, esgrime Ruiz sobre cómo han equilibrado los intereses de los chiquillos con las necesidades que han percibido los propios docentes en este atípico curso, marcado, como el anterior, por el Covid. La idea es continuar con estos proyectos y con la radio escolar que han montado y en la que ya se han hecho tres programas. “Esto no implica sólo formación del alumnado, también del profesorado”, apostilla la directora del Juan Ramón Jiménez, que destaca la necesidad de que todo el claustro se implique para evitar que los proyectos decaigan si hay cambios en la plantilla, compuesta este curso por 16 maestros.
En esto de sacar el máximo partido de sus recursos el centro tiene experiencia. Hace unos años llevaron su proyecto de almazara al Parque de las Ciencias de Granada. Elaboraron y embotellaron su propio aceite. Su proyecto de incubación fue premiado en la tercera edición del concurso Divulgación científica desde las aulas de Desgranando Ciencia. El centro, que se encuentra en la carretera de Alfacar, fue asimismo reconocido por sus buenas prácticas por el Ayuntamiento.
M.A.