Vega de Granada. Sentirla para mejorarla
En la Granada metropolitana gastamos 1.000 millones de euros en alimentos. De la despensa histórica de la ciudad, la Vega, sale menos del 8%
ue el nombre de un río el que dio origen al movimiento en defensa de la Vega de Granada. Niños de Ambroz (localidad de Vegas del Genil) desconocían el nombre del río que pasa por su pueblo para desembocar en el Genil un kilómetro más abajo. “¡Pero, si pasa por vuestras puertas!”. “¡Ah! Ese es el río Chico”. El Grande era el Genil. No cabían los ríos en el área de “conocimiento del medio natural y social” de las escuelas. Había que actuar. De una convocatoria a escuelas y asociaciones locales de la cuenca del río salió una campaña; “Disfrutar el Dílar”. Actividades lúdicas, investigativas y divulgativas sacaron al Dílar del anonimato. Y en el camino descubrimos que teníamos en común un río, acequias, vega y mil historias escondidas. Empezábamos a sentirnos parte de nuestros lugares. Corría el año 1996.
Y del Dílar, como las acequias, nos extendimos por toda la Vega de Granada. Antonio Gala nos prestó el lema; “no se puede amar lo que no se conoce”. Y desde escuelas y colectivos descubrimos la Vega a través del disfrute, investigaciones, charlas, encuentros… Sacamos a la luz juegos populares, historias de nuestros lugares, cuentos, cancioncillas… ¡La vida! A veces costó trabajo, “mi abuelo dice que se le ha secado la tinta…”, nos contaba un niño. Supimos que las televisiones silenciaron chimeneas llenas de historias. Había que hacer algo, porque nuestro movimiento era y es integral. No troceamos el territorio ni la vida con especialidades; ecología, solidaridad, cultura, ocio, economía… Todo era una sola lucha.
Y tomamos conciencia de vega
Andas, sientes, tomas conciencia de pertenencia al territorio. ¡Y cómo dolían los años del ladrillo! Nos sentíamos brisas en medio de un gran vendaval. Valgan ejemplos; Vegas del Genil, 2.700 habitantes. Un Plan Urbanístico construiría 5.700 viviendas a principios de siglo. Atarfe, una sola urbanización: 20.000 viviendas. Si los planes urbanísticos metropolitanos se hubieran desarrollado, más de un millón de personas podrían vivir en Granada y alrededores. Toda la provincia tenía 900.000 habitantes… Difícil hacerle frente a aquella locura que destruía vega, acequias, espacios protegidos… “Somos la gallina de los huevos de oro”, decían algunos constructores. Agricultores, en un cielo oscurecido por las grúas (sólo en Las Gabias 200), exclamaban “esos árboles sí que dan frutos y no los nuestros”. Vencidos, ellos mismos veían la agricultura como un atraso. Normal, un pequeño constructor tenía más fuerza que mil poetas. Y los concejales de urbanismo minimizaban los hallazgos arqueológicos: “Son sólo piedras”. El dios ladrillo no quería obstáculos. Las palabras bellamente conjuntadas y la historia bajo nuestros pies no daban de comer. Eso sí, nosotros que nos sentíamos ya parte de los lugares, nunca dejamos de luchar. Los lugares éramos nosotros también.
Sensibilización, protección y dinamización
Tres palabras guiaban nuestros pasos. Sensibilización para conocer, sentir y actuar. El secreto era, es, llevar la vega a los corazones. Sentirla parte nuestra. Da resultado. Un enamorado es capaz de cualquier cosa.
Protección. O ladrillos y alquitrán o vega. Teníamos mil argumentos, motor económico, despensa historia, paisaje, identidad granadina, préstamo de nuestros nietos… Pedimos protección ante oídos sordos; sólo las luchas y la crisis pararon muchos desaguisados.
Y dinamización como mejor protección. Con el “el Plan para la dinamización integral de la Vega de Granada” elaborado por agricultores, técnicos y colectivos la Vega daría riqueza, trabajo y dignidad a nuestros agricultores. Pero eran los invernaderos de Almería el modelo, no las huertas Grandes empresas exportadoras, no el Km0 y pequeños agricultores.
Fuimos capaces de parar algunas barbaridades
La alianza con agricultores fue vital para frenar proyectos destructivos. Algunos no los pudimos parar (algunas infraestructuras…), pero sí la ubicación del ferial de Granada primero en “Las Huertas” y después en “El Cañaveral”. Entre medias contuvimos un parque metropolitano en la Vega que sustituiría 80.000 árboles frutales, un millón de kilos de papas y 300.000 de alcachofas en alineamientos de catalpas, olmos y mucha hierba seca; a agricultores gratuitos en jardineros a sueldo. Y acequias y caminos en zonas deportivas y para conciertos. 500 hectáreas de vega peligrando. Estas movilizaciones crearon espacios de encuentro y una fuerte amistad con comunidades de regantes y agricultores que posibilitaron nuevas luchas contra la “modernización de regadíos”, en defensa de las acequias, contra el robo del agua de la estación de esquí, por la dignidad del campo… Nunca olvidaremos las palabras de Ricardo Ávila, referente de Vega que nos dejó huérfanos hace año y medio: “Ningún proyecto puede llamarse de la Vega si no están los agricultores. Con ellos todo, sin ellos, nada”.
Recuperamos el abrazo con la Vega
En el tablero de defensa de la Vega hay hoy, entre otros, tres colectivos ciudadanos hermanos destacados; Salvemos la Vega, Vega Educa, que surgió de los institutos y Somos Vega. Somos Tierra. En este último vuelco mi compromiso a través de un proyecto, “Recuperamos el Abrazo con la Vega” (El Abrazo), que intenta dar respuestas a las problemáticas socio-agrario-ambientales que vive hoy nuestra Vega; la degradación de los suelos por prácticas agrícolas insostenibles. Baste un dato: a principios del siglo XX la vega sólo necesitaba un 4% de energía externa, a principios de este siglo el 95%. Además, hay tierras sin cultivar junto a barrios y pueblos con mucho paro y precariedad. ¿Puede cambiar esto? Estudios del SAE (2015) señalaban la agricultura ecológica como un importante nicho de creación de empleo. Además, en la Granada metropolitana gastamos 1.000 millones de euros en alimentos. De la despensa histórica de Granada, la Vega, sale menos del 8%.
¿Y para qué El Abrazo? para vencer esa enorme contradicción, tierras degradadas y otras sin cultivar, agricultores en las últimas y muchos parados… ¿Cómo hacerlo? Con cursos y asesoramiento, enseñando el manejo ecológico de la tierra, comercialización, cooperativismo… Queremos vencer miedos, cambiar mentalidades y actuar juntos y coordinados. Desde abajo, creando tejido social y haciendo a la gente creyente de sus propias posibilidades. Queremos producir alimentos ecológicos, frescos, para poblaciones cercanas, que no contaminen, que multipliquen la biodiversidad y mejoran el paisaje, que creen puestos de trabajo y rentas dignas a los campesinos, dinamizar las economías locales creando redes entre lo agrario, lo industrial y lo comercial, que relacionen de forma sostenible a la ciudadanía con su territorio… En definitiva, ese es El Abrazo que queríamos y queremos recuperar.
Potencialidades del territorio
Unido al curso hemos desarrollado encuentros con dos preguntas clave; ¿qué potencialidades tiene nuestro territorio? ¿Cómo formar sujetos capaces de desarrollarlas? Hemos abordado con técnicos y personas que ya emprenden cultivos con futuro en la vega y los secanos: plantas medicinales, aromáticas, energéticas (a partir de las que tenemos en nuestros entornos); industrias de artesanía alimentaria; la inmigración como encuentro entre comunidades; energías alternativas; reciclaje; construcción bioclimática… ¿Conclusiones? La vega, las sierras y la propia ciudad tienen enormes potencialidades. Pero hay tres frenos: el poco apoyo de las administraciones, el modelo de desarrollo que lo apuesta todo a que vengan inversores foráneos, y la enorme dificultad para encontrar sujetos que quieran salirse de los esquemas tradicionales de trabajo.
Conocer, sentir, actuar en nuestros territorios
Todo lo expuesto es imposible si no hay un trabajo paralelo con la sociedad que vaya forjando nuevas relaciones con nuestros territorios. Con diversas actividades, reivindicamos planes integrales para recuperar nuestros ríos, mejora de las acequias… Y los “sentipaseos” para recuperar los afectos con los lugares. Muy concurridos, abarcan conocimiento integral, mirada transformadora y disfrute de nuestros entornos; siempre solemos concluirlos diciendo que todo lo vivido es gratuito y no se vende en las grandes superficies
Tres años después. Logros y dificultades
Tres años después, apoyado por los ayuntamientos de Monachil, La Zubia y Santa Fe y un año por Cáritas, 500 personas han hecho el curso de El Abrazo. Muchos de ellos, con pequeñas parcelas, campesinos a tiempo parcial, hacen un manejo ecológico de la tierra. También han surgido varios proyectos colectivos de agroecología que intentan convertirse en proyectos profesionales. Caminan con diferentes velocidades. Hay que tener en cuenta que la Vega es lenta. Otro proyecto es un huerto comunitario del barrio granadino del Zaidín, con el que estamos muy relacionados a través de un centro socio cultural, que realiza un buen trabajo.
En cuanto a actividades para conocer, sentir y actuar en el territorio, las valoramos muy positivamente. Hay muchas demandas de centros de enseñanza y grupos para explicar nuestras experiencias, organizar “sentipaseos” y realizar acciones que mejoren nuestros lugares.
Pero no es fácil. Nos hemos encontrado con muchas dificultades. El desprecio de la agricultura en las últimas décadas pasa factura, la cultura obrerista que rechaza trabajar en el campo también, la cultura del asistencialismo crea conformismo y mata las iniciativas. Por otra parte, el individualismo y el egoísmo inculcados lastran mucho los procesos cooperativos. Algo más, muchos ayuntamientos del cambio no nos han apoyado. Pero estos frenos no nos desaniman; los abordamos y buscamos respuestas.
A modo de final
Es difícil explicar una experiencia de tantos años, con tantas vertientes y que ha intentado ser integral. Quedan muchas cosas en el tintero, relaciones con organizaciones sociales, con REAS, con centros barriales, con los propios agricultores… Al mismo tiempo nos hacemos múltiples preguntas y buscamos soluciones para vencer los frenos de los que hemos hablado. Las respuestas a veces nos llevan a crear otros instrumentos: Red de Trabajo Digno, Otra Granada… Lo importante, no nos faltan ni reflexión ni esperanza, por eso seguimos en el camino.
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Paco Cáceres es uno de los impulsores del movimiento por la defensa y dinamización de la Vega de Granada. Es miembro de Somos Vega. Somos Tierra/Otra Granada.
https://ctxt.es/es/20190327/Politica/25183/Paco-Caceres-Vega-de-Granada-recuperacion-rural.htm
FOTO: La ciudad de Granada y su vega desde las faldas de Sierra Nevada. Francisco Durán Ceacero / Wikimedia Commons