Cinco claves para no sufrir ‘el síndrome de la cara vacía’ al quitarnos la mascarilla
La retirada de la mascarilla en exteriores puede suponer un problema para algunas personas.El psicólogo Rubén Mosquera explica cómo hay que hacer la ‘desescalada del miedo’
La presión social puede provocar situaciones de conflicto a partir de ahora.
De la misma manera que hay personas con miedo a salir a la calle después del confinamiento y padecen el síndrome de la cabaña, ahora, quienes tengan temor a retirar la mascarilla en exteriores pueden estar ante el denominado ‘síndrome de la cara vacía’. «Esta nueva situación puede traer problemas a algunas personas. Probablemente estamos ante el mayor símbolo de protección en estos momentos de pandemia y por otro lado aparece el miedo. Para algunos puede haber una sensación de liberación, pero para otros puede traer sensación de ansiedad o estrés, incluso estamos hablando de agorafobia. Aunque no está diagnosticado como tal, ya se está hablando del ‘síndrome de la cara vacía'», explica Rubén Mosquera, psicólogo y terapeuta de conducta.
¿Cómo enfrentarse a esta nueva situación?
Vamos a hacer una ‘desescalada del miedo’. Este sentimiento nos ha servido para delimitar nuestras acciones en tiempos de pandemia, en algunos casos nos ha protegido, pero ahora hay que hacer una desescalada de esta emoción siguiendo estos cinco puntos que nos recomienda el psicólogo Rubén Mosquera:
- Aceptación de la emoción. Tenemos que detectar el miedo y entender que es normal tenerlo.
- Mantener una actitud de respeto, tanto con nosotros y como con los demás.
- Normalizar y humanizar las emociones.
- Centrarnos en los beneficios que tiene la retirada de la mascarilla en exteriores. Por ejemplo, la posibilidad de respirar un aire más puro sin tener una tela en medio; una forma de acercarnos a lo que éramos antes de la pandemia; o la posibilidad de volver a interpretar los gestos en la cara de la gente.
- Quitarnos la mascarilla de forma gradual. Primero en espacios abiertos donde no haya absolutamente nadie, como por ejemplo el monte o el campo. Después hacerlo en parques donde ya haya algunas personas, para terminar quitándonos la mascarilla en lugares donde haya más gente, siempre que se pueda respetar la distancia de seguridad.
Estas mismas pautas deberíamos seguir el día en el que la retirada de la mascarilla sea total, ya que vamos a sufrir en ese futuro momento unas sensaciones similares a las de ahora.
La presión social
A partir de este momento se va a producir una situación en la que la presión social apretará más que nunca. Habrá quienes decidan quitarse la mascarilla y quienes no quieran hacerlo, por lo que es fundamental tener en cuenta dos palabras: tolerancia y respeto.
Para Rubén Mosquera, «hay que tener muy claros los límites del espacio personal y del espacio emocional y psicológico de cada uno. Por eso hay que hacer hincapié en el respeto y la tolerancia. Mientras yo no invada el espacio de otra persona, yo puedo decidir si colocarme la mascarilla o no una vez implantada esta nueva norma. Tenemos que actuar en consecuencia a una libertad de lección y ser coherente con lo que pienso para sentirme bien en función a mi comportamiento», sentencia este profesional de la psicología.