24 noviembre 2024

La poeta de los niños: «Más siento yo que vosotros/ que mis versos hayan salido a su puta madre

«A la vanguardista Gloria Fuertes el franquismo la empequeñeció despojándole de todos sus matices, la redujo a la medida de su mediocridad (la del régimen).Recuperar la memoria histórica también es recuperar una cultura española mucho más rica que la que impuso la cultura franquista

EN IMAGEN: Gloria Fuertes durante su estancia en EEUU con una beca Fullbright, a principios de los 60

Para muchas personas resultará sorprendente saber que la mujer de la fotografía superior es Gloria Fuertes durante unos años que compartió con su novia americana mientras daba clases en la universidad de Pensilvania. Todos tenemos grabada en la mente la imagen de una señora mayor y solitaria con chaleco estampado. También puede chocar que la autoría de esos rotundos versos del título de esta columna no se deba a Leopoldo María Panero o, yo no sé, a Javier Corcovado, sino a “la poeta de los niños”. Y es que Gloria Fuertes, además de la creadora de estupendos libros infantiles, fue una singular artista underground que contó con el reconocimiento de otros escritores de la época de la talla de Jaime Gil de Biedma, Caballero Bonald, Gabriel Celaya, José Batlló o Pere Gimferrer.

Mujer, sin estudios, poeta, lesbiana y de izquierdas, no es que lo tuviera fácil para abrirse camino en la España de la dictadura triunfante. La imagen paródica popularizada después por los humoristas Martes y trece –tan falsa y esquemática como la del hada buena- mostraba una señora hombruna que hacía rimas fáciles y soltaba palabrotas con voz de camionero. El caso es que despolitizada y descafeinada, limitada por la estrechez de miras del momento, a la vanguardista Gloria Fuertes el franquismo la empequeñeció despojándole de sus caras más problemáticas, de todos sus matices, la redujo a la medida de su mediocridad (la del régimen).

Esa edulcoración de Fuertes es una muestra de cómo actúa la desmemoria. 40 años de desmemoria, fue el título que utilizó este diario para conmemorar el aniversario de la muerte de Franco. Pues sí, en buena parte de los medios que se han ocupado del tema predominan las listas de canciones de esa época, la referencia humorística a la moda en el vestir, los programas de entonces, chascarrillos, anécdotas de personajes famosos, etc. Como si todo se redujera no ya a una pesadilla sino a un concurso televisivo donde todo el país participó en una rifa insustancial de la que salió más o menos bien parado.

Manuel-Reyes Mate, filósofo de la memoria y Premio Nacional de Ensayo 2009 por su libro La herencia del olvido (Errata Naturae), apunta que el modelo de la transición española fue construido sobre el olvido, en una especie de amnesia colectiva. Lo que ocurre, afirma, es que “se confunde víctima e ideología. Pero ser víctima no es una opción”. El Estado Español no ha tenido iniciativa en el cuidado de la memoria histórica. Hay gente muy sensible al holocausto que sin embargo prefiere no hablar de los cadáveres en las cunetas y los miles de cuerpos sin identificar. Pero hay algo peor, además, y es que la desmemoria conduzca al falseamiento. El golpe militar de 1936 contra el gobierno democrático no fue una repentina lucha de dos bandos como ha afirmado Esperanza Aguirre en un  escrito reciente. También Aguirre ha negado que el franquismo fuera impuesto por la fuerza a todos los españoles, y por supuesto no reconoce la estrategia de represión institucionalizada que siguió. Habría que recordar las cosas horribles para que no vuelvan a suceder. Pero si uno de entrada niega que éstas hayan sucedido qué ocurre.

Lo que debería dar miedo es la amnesia, el olvido. Con sentido de la memoria, la cultura española sería más rica, no se limitaría sólo a lo que impuso la instrucción franquista sino lo silenciado, lo que se desarrolló en el exilio, lo que se disfrazó de conveniente, lo que no fue masivo, lo que no entró como materia en los textos escolares. La Gloria Fuertes más contestataria.

La semana pasada asistí junto a un puñado de personas a la instalacion de una placa en la calle de Lavapiés donde vivió la escritora. Una escritora a la que, en sus propias palabras, primero le “pilló la guerra” y después le “salió una oficina” donde trabajaba «como si fuera tonta». ¿Por qué ocultar todas sus caras, todos sus matices bajo el disfraz de escritora infantil reconocida por las autoridades? La pequeña exposición que se mostró durante unos días en el -magnífico por otra parte-espacio social Ecooo recogía algunas fotos, pero me pregunto si no hay cuadernos o diarios, si nadie tiene correspondencia u objetos significativos para completar el retrato de esta autora compleja y heterodoxa.

De aquí a un año se cumplirá el centenario de su nacimiento. Cien años ya, y es que –queridos contemporáneos- no me canso de repetirlo, hace un siglo fuimos modernos.

*Después de escribir esta columna descubrí un programa en la 2, del año 2012, a cargo de Juan Carlos Ortega en torno a G.F., donde intenta precisamente completar ese retrato esquemático