El primer discurso feminista
Lo dio en 1924 por radio una periodista donostiarra, Teresa de Escoriaza, que firmaba sus primeros artículos con pseudónimo masculino
Teresa María de la Concepción Escoriaza y Zabalza (San Sebastián, 1891-California, 1968) realizó estudios de bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros, en Madrid, en la Académie de Bordeaux (Francia), donde obtuvo un diploma de profesora de enseñanza elemental en 1910, y en las Universidades de Madrid y Liverpool. En 1917, a la edad de veinticinco años, se embarcó por primera vez en Barcelona rumbo a Nueva York para ejercer como reportera. Su ingreso en el periodismo escrito se debe a unas crónicas que envió al periódico ‘La Libertad’ sobre la ciudad de Nueva York donde estaba residiendo en aquel momento. Los escritos están fechados en 1920 y fueron firmados con un pseudónimo masculino, el de Félix de Haro, el mismo que utilizó cuando le enviaron a cubrir la guerra de Marruecos. Los reportajes tuvieron tanto éxito que multiplicaron las conjeturas sobre la verdadera identidad que se escondía tras el nombre ficticio: «Unos se lo figuraban joven, animoso, decidido, fulgente la mirada, atrevido y suelto el ademán, retorcido sobre el labio el mostacho, a la borgoñona; otros lo imaginaban entrado en años, rapado a la inglesa… Nadie imaginó que Félix de Haro pudiera ser una mujer joven, bellísima, rubia como una Gretchen, delicada y sensible como una Ofelia. Había pasado la edad de Julieta y no llegaba a la de Carlota de Werther», decía una de las crónicas de la época.
De regreso a España, Teresa de Escoriaza fue la persona que retransmitió la primera conferencia sobre la situación de la mujer en España el 22 de mayo de 1924 a través de Radio Ibérica, según recuerda Belén Pérez Zarco en el blog ‘El mundo sonoro’. «La Radiotelefonía es el arma con la que la mujer, especialmente la española, conquistará su libertad. Con la Radiotelefonía se acabó el aislamiento espiritual en que venía viviendo, hasta ahora, la mujer española. Aunque los prejuicios milenarios continúen privándonos de recibir una educación amplia y sólida, por impedirnos asistir a los centros culturales; aunque las costumbres absurdas sigan apartándonos de la vida activa, confinándonos al hogar, convertido así en cárcel; aunque las leyes injustas nos obliguen a ocupar un lugar secundario en el mundo consciente, las ondas redentoras, portadoras del alimento espiritual llegarán de hoy en adelante hasta nosotras, trayendo unas veces las palabras del sabio que iluminen nuestra inteligencia, los acordes del virtuoso que eleven nuestra alma a los trinos del divo que hagan vibrar nuestro corazón». Este es un extracto del mitin que ofreció y el arranque de la emisión de un ciclo de conferencias para mujeres que duró una temporada. Además, dio a través de las ondas un curso de francés que fue el germen de un manual de francés, ‘Curso elemental de francés’, publicado por Escoriaza en 1925. A raíz de estas actividades radiofónicas, la periodista y docente donostiarra es considerada no sólo como una de las primeras voces femeninas de la radio en España sino como pionera en la defensa del feminismo a través de las ondas por sus conferencias en pro de la defensa y vindicación de la mujer; además de precursora de la radio educativa por su curso de francés.
Años más tarde se puede encontrar la firma de Teresa de Escoriaza en la sección ‘Páginas de mujer’ del semanario ‘Mundo gráfico’ donde, junto con asuntos considerados propios del público femenino, como moda, belleza y decoración del hogar, la escritora aprovechó sus páginas para ofrecer artículos de fondo político, social y vindicativo lo que da muestra de su pensamiento, de su acción pública a favor de las mujeres y de los cambios que algunas escritoras querían introducir en la sociedad española del momento. «Ni la desintegración del hogar, ni el paro masculino, ni la depreciación de la mano de obra se remediarán echando a las mujeres de las oficinas, talleres y fábricas, sino que con ello sólo se conseguirá agravar el mal, llegando, por ello, a faltar el pan a mayor número aún de familias y haciéndose todavía más rápida la desintegración de éstas. El único modo de protegerse contra estos males es atajando de raíz los abusos de los explotadores del trabajo femenino, por medio de Sindicatos que lo reglamenten, y haciendo entrar en ellos a las mujeres trabajadoras, para que trabajen en las mismas condiciones que los hombres, ya sea dentro de su casa, para los que opinan que la mujer no debe abandonar el hogar, y fuera de ella, sin que rebaje las condiciones del trabajo. Pero lo que no se puede, ni en nombre de Cristo, ni en nombre de Marx, ni de nadie, en el cielo y en la tierra, es privar a la mujer, por ser mujer, del derecho elemental que tiene todo ser humano a ganarse la existencia», señala en uno de sus artículos, titulado ‘La mujer vale tanto como el hombre’.
Su relación con la escritura no se ciñó estrictamente al ámbito del periodismo. Teresa de Escoriaza fue autora de la traducción de la novela francesa La corte de las damas, de Marie Deschard, en 1922, para la editorial Eva. En 1929, prologó una pequeña Antología de mujeres en la colección ‘Los poetas’. El estallido y resultado final de la Guerra Civil española hizo que Teresa de Escoriaza, vinculada ideológicamente con posiciones liberales y republicanas, fijara definitivamente su residencia en Montclair (Nueva Jersey) en la costa este de los Estados Unidos. Allí obtuvo la nacionalidad norteamericana en 1938 y siguió ganándose la vida gracias a sus clases de español y francés en el Montclair State Teachers College donde llegó a ser una de las profesoras más conocidas, admiradas y populares hasta su jubilación. A pesar de no haber contraído matrimonio, en su definitivo asentamiento en Estados Unidos no vivió sola, ya que su hermana y su sobrina, también exiliadas como consecuencia de la derrota republicana, consiguieron un salvoconducto para poder abandonar España, encontrarse con ella y residir a su lado. Teresa de Escoriaza da nombre a un premio de la Academia Española de la Radio.