Conclusiones de LAS TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS DE MADINAT ILBIRA
El yacimiento de Madinat Ilbira ofrece una serie de estructuras bien datadas entre los siglos IX y XI por las fuentes escritas. Los materiales recuperados en la excavación vienen a corroborar esta datación.
Las construcciones documentadas hasta ahora en la ciudad andalusí son similares a otros ejemplos de cronología similar. El caso más relevante puede ser el de Pechina, la prospera ciudad que controlaba la entrada de mercancías por el puerto de Almería, el principal puerto de Al-Andalus durante el califato. Los edificios se han levantado fundamentalmente en tapial sobre una base pétrea, sobre todo de mampostería pero en algunos casos también sillares más o menos toscamente labrados. En ambos casos se aprovecha la roca en la medida de lo posible, siendo visible en ocasiones en los muros, y en muchos casos es la única cimentación que éstos presentan. Si bien, es cierto que en el ejemplo almeriense parece que los enlucidos con decoración geométrica en color rojo, negro y blanco son más frecuentes. En el yacimiento granadino se han recuperado fragmentos de enlucidos decorados con almagra y en el museo arqueológico se conservan algunos ejemplos recogidos por Gómez Moreno en el siglo XIX. Sin embargo este tipo de muros tienen una distribución temporal y geográfica muy amplia, y en ningún caso se pueden considerar como exclusivamente andalusíes.
Parece que en construcciones singulares se recurrió a sillares cuidadosamente tallados, como sucede en algunos ejemplos cercanos, de este mismo periodo, se encuentran el puente de Pinos Puente y la primera fase de la alcazaba de Loja, ésta construida con el aparejo de sillares a soga y tizón, característico califal. Así la mezquita aljama de Ilbira parece que también se edificó con sillares. Sin embargo, otra construcción pública como la muralla de la alcazaba se realizó en tapial sobre una base de mampostería, limitándose la sillería, en caso de que efectivamente se haya usado, a las zonas más significativas como tal vez la puerta. Este tipo de fortificaciones, de planta adaptada al terreno, sin torres, construidas en tapial sobre una base de mampostería. Son varios los ejemplos situados en el entorno de Loja y que se pueden situar entre los siglos IX y X por referencias escritas y por los materiales que se pueden observar en ellos.
Como en otros yacimientos los suelos son en la mayoría de los casos de tierra apisonada, los ejemplos de suelos enlosados son excepcionales el único caso que hemos documentado se encuentra en una vivienda diferenciada del resto del conjunto de la alcazaba.
Más uniforme aún parece el sistema de cubierta, en todos los casos documentados estaría realizado con teja curva. Para el siglo IX el sistema romano de tégulas e ímbrices habría caído completamente en desuso, siendo tal vez su único y débil reflejo la existencia de dos tipos de tejas, uno más abierto y plano y otro más cerrado y curvo.
Las técnicas empleadas en Medina deben explicarse en dos sentidos. El ahorro económico es el aspecto que más se refleja en la construcción. Los materiales empleados proceden en su mayoría del entorno más cercano, la caliza que abunda en toda la sierra y la tierra procedente de depósitos situados en vaguadas o en la misma llanura.
La elección del tapial en lugar de la mampostería no tiene tampoco ninguna otra explicación razonable. El tapial permite la construcción de muros sin necesidad de la participación de operarios especializados, con lo que la misma población local puede colaborar en la construcción de grandes obras públicas como fue la muralla de la alcazaba y en las obras privadas no es necesaria recurrir a operarios especializados que serían más costosos. El material que más caro resulta de los empleados en la elaboración del tapial sería la cal que en este caso se usa por lo general en muy baja proporción, excepto para ciertos elementos, como por ejemplo los relacionados con el agua. Que el tapial debía resultar más barato que la mampostería se observa en el lienzo de muralla que va del sondeo 1000, situado próximo a la cima de “el Sombrerete”, al sondeo 4200, situado a media ladera. Aquí se ha recurrido a rellenar una serie de plataformas, formada cada una por tres muros de mampostería, con el mismo mortero con que se levantaría la parte principal de la obra. No hay que olvidar que en esta zona hay afloramientos rocosos que hubieran permitido un fácil acceso a la piedra.
Tal vez incluso el paso del sistema de tégulas e ímbrices a la teja curva en las cubiertas, deba explicarse como un sistema de simplificar la producción, que repercutiría en definitiva en un abaratamiento de los materiales. Un ejemplo, más claro aún, de ahorro es el aprovechamiento de la roca, para tallar escaleras o la base de los muros
La otra necesidad a la que responden las construcciones es la las características del medio físico en el que se encuentran. Así la construcción debe adaptarse al terreno en el que se levantan, la diferencia de soluciones observadas en las terrazas de los sondeos 3100 y 4100 y 4200, son casos de adaptación a la mayor pendiente del primer ejemplo. También una adaptación al fuerte desnivel sería la construcción de la base de la muralla mediante varias plataformas. En la parte llana el problema sería la ausencia de un sustrato firme sobre el que edificar lo que ha obligado a la construcción de cimientos. Por otro lado la construcción debe soportar los rigores impuestos por el clima, en el caso de la Vega de Granada caracterizado por una fuerte oscilación térmica. El tapial presenta un buen comportamiento frente a los cambios de temperatura en el exterior, a parte su perdurabilidad se vería favorecida por la aridez del clima.
Las técnicas constructivas no permiten detectar diferencias económicas entre los propietarios. Es cierto que la piedra tallada requeriría un trabajo especializado y por tanto mayor inversión, pero la sillería no parece tener un papel importante en las construcciones privadas, independientemente de la riqueza de sus promotores. La diferencia, a falta de más excavaciones podría estar en los acabados. Enlucidos pintados en los muros y suelos de losa parecen estar presentes en los complejos con ajuares más ricos. También es posible que cuando contemos con una planimetría más completa podamos observar diferencias sociales entre los habitantes de los distintos edificios.
Es posible que existiera un grupo de población que encontraría en las tareas relacionadas con la construcción la posibilidad de ganar su sustento o por lo menos una parte significativa del mismo. Parece observarse cierta tendencia hacia la regularidad en las construcciones situadas en la zona llana más tardías, lo que implicaría la existencia de operarios de especializados, al igual que se ha planteado para la cerámica. Este hecho indicaría una reactivación económica que debe explicarse por el desarrollo del comercio fundamentalmente de productos agrícolas. No obstante hay indicios de que, al contrario de lo que ocurre en otras zonas peninsulares en el mismo periodo, no se pierde por completo el trabajo de talla de la piedra, así se habría empleado sillares de piedra caliza para levantar la mezquita aljama. Esto implicaría la existencia de talleres en un momento muy temprano, el siglo IX.
Por último habría que advertir que la sencillez de las construcciones que hasta ahora se han sacado a la luz en el yacimiento no debe confundirse con improvisación. El acopio de materiales, su selección y preparación previa junto la existencia de un espacio concreto, con límites precisos exige una planificación previa a la construcción.
Ángel GONZÁLEZ ESCUDERO
http://www.arqueologiamedieval.com/articulos/104/las-tecnicas-constructivas-de-madinat-ilbira