¿El fin del amor o el resurgir de la pasión? Lo que dormir en habitaciones separadas puede hacer por tu pareja

Las olas de calor de este verano han animado a muchos a buscar distancia en la cama. Elegir dormitorios diferentes, además de mejorar el descanso, puede convertirse en un incentivo a la hora de mantener relaciones sexuales

Raquel, madrileña de 35 años, era una niña cuando descubrió que sus abuelos dormían en habitaciones separadas. Se llevó un disgusto. “Pensé que se iban a separar. No me atreví a preguntárselo a mis padres porque me daba vergüenza, pero pasé semanas preocupadísima. Si ellos compartían la misma cama, no entendía por qué mis abuelos no lo hacían si también estaban casados”. La percepción de que algo iba mal no era descabellada teniendo en cuenta que el hecho de que una pareja elija dormir separada es interpretado por la mayoría como una señal de alarma.

María Hurtado, psicóloga clínica de AGS Psicólogos Madrid, reconoce que este es un tema recurrente en terapias de pareja —lo encuentra, dice, en un 30% o 40% de los casos en consulta— y uno de los que mayores discusiones desencadena. “Mucha gente se escandaliza, pero es necesario normalizar que en según qué circunstancias es mejor dormir en habitaciones diferentes y acabar con el mito de que cuando estamos en pareja hay que hacerlo todo juntos”, explica Hurtado.

La especialista afirma a ICON que, cuando una relación está empezando, apenas nos molesta nada y lo último que se nos pasa por la cabeza es dormir separados si podemos evitarlo. Sin embargo, cuando la dopamina (sustancia que genera placer) disminuye dejando paso a la oxitocina, la hormona del amor calmado, en el cual los lazos afectivos son más fuertes que la pasión, el descanso y la comodidad pasan a ser una prioridad. De ahí que encuentre en consulta muchos casos de matrimonios de entre 55 y 60 años que toman la decisión de pasar separados sus horas de sueño.

María y Fernando son una pareja de 34 y 39 años que vive en Alicante y que desde el momento en que se fueron a vivir juntos quisieron tener cada uno su propio dormitorio. “Siempre he pensado que es muy importante mantener nuestro espacio individual. Si se cuida la relación y todo funciona entre nosotros, como es el caso, no hace falta dormir pegados. Además, para descansar bien lo mejor es que nada te moleste y estando dormidos podemos hacer ruidos o movernos demasiado de forma inconsciente”, señala Fernando. “Nuestros amigos suelen poner caras cuando lo comentamos, casi como si fuéramos unos excéntricos o nuestra relación estuviera en las últimas. Pero es todo lo contrario, yo siento que nuestro vínculo es incluso más fuerte. Tenemos muchos momentos de intimidad que no tienen por qué limitarse al dormitorio o la noche y también nos ahorramos muchos reproches y malos humos. Ni yo molesto a Fer ni él a mí durante nuestras horas de descanso”, aclara María.

“Dormir separados nos lleva a tener que pedirle al otro que venga con un mensaje picante, por ejemplo, o a asaltar su cama. Puede devolver la chispa en relaciones largas”, afirma la sexóloga Eva Moreno. En la imagen, Clark Gable y Vivien Leigh, en una escena de 'Lo que el viento se llevó' (1939).
“Dormir separados nos lleva a tener que pedirle al otro que venga con un mensaje picante, por ejemplo, o a asaltar su cama. Puede devolver la chispa en relaciones largas”, afirma la sexóloga Eva Moreno. En la imagen, Clark Gable y Vivien Leigh, en una escena de ‘Lo que el viento se llevó’ (1939).

Una encuesta llevada a cabo por la National Sleep Foundation de Estados Unidos en 2015 reveló que el 25% de las parejas duermen en camas separadas y el 10%, en habitaciones separadas sin que esto suponga un problema dentro de la relación. Al revés, según los expertos que realizaron el estudio, esta elección podría traer grandes beneficios para las parejas. Y rostros tan conocidos como Melania Trump, que decidió dormir en una habitación distinta a la de su marido en la Casa Blanca, o la reina Isabel, que no compartía aposento con el duque de Edimburgo, llevan años poniéndolo en práctica.

Las olas de calor que persisten este verano, con temperaturas tan altas que cualquier roce molesta, han animado a muchas parejas a buscar distancia a la hora de dormir. Los ronquidos, el insomnio de uno de los dos miembros, las diferentes necesidades en cuanto a la temperatura de la habitación para conciliar el sueño y llevar horarios incompatibles son algunos de los motivos más comunes que llevan a tomar esta decisión. En estos casos, los propios especialistas son los que lo recomiendan para que la relación no termine resintiéndose. “Para que este cambio de vida sea beneficioso hay que tener claro por qué se hace. Es común que uno de los dos sienta que esta decisión es fruto de la ausencia de amor o pasión, por eso hay que explicar que el beneficio es mayor, puesto que cuando se descansa bien el estado anímico es mucho mejor, al igual la sexualidad, porque si estamos agotados lo último que nos apetece es tener relaciones”, señala Hurtado.

En 2016, la Universidad Médica Paracelsus de Nuremberg, Alemania, publicó un estudio que mostraba que los problemas de sueño hacían aparecer rápidamente problemas en la relación. Hallazgo que refuerza lo que ya descubrió en 2013 una investigación de la Universidad de Berkeley: las noches de insomnio de un miembro de la pareja que impedían dormir al otro daban lugar a grandes conflictos en la relación.

Elena y Roberto, asturiana y madrileño, de 39 y 42 años, respectivamente, afincados en la capital, son una de esas parejas que ha empezado a dormir cada uno por su lado este verano. “Al principio me resistía porque no quería ser como esos típicos matrimonios que llevan tanto tiempo juntos que ya no se hacen caso. Pero Roberto me convenció de que hay que ser prácticos y tenía razón. Por suerte tenemos más de un dormitorio en casa y hemos podido tomar esta decisión. Ahora descansamos mejor, no nos damos calor el uno a otro ni empapamos la cama de sudor. Eso sí, en cuanto bajen las temperaturas volveremos a compartir dormitorio”, cuenta Elena.

No dormir por culpa de la pareja acaba generando frustración y rechazo hacia ella, “nos vuelve irascibles y nos pone a la defensiva”, comenta la sexóloga y terapeuta de pareja Eva Moreno, que añade: “Confundimos el amor y el sexo con el hecho de dormir juntos, y no debería ser así”. Dormir en habitaciones o camas separadas no quiere decir que no se siga compartiendo cama para otras actividades, al contrario. La sexóloga afirma a ICON que puede convertirse en un incentivo a la hora de mantener relaciones sexuales. “Estar separados nos lleva a tener que pedirle al otro que venga con un mensaje picante, por ejemplo, o a asaltar su cama. Puede devolver la chispa en relaciones largas. Además, nos lleva a ser un poco más imaginativos y no relegar el sexo al dormitorio, porque es algo que podemos hacer a cualquier hora, no solo por la noche, y en cualquier rincón de la casa”, afirma la experta.

Además, la relación de pareja puede alimentarse fuera del dormitorio a base de comunicación, aficiones comunes, muestras de afecto frecuentes y un reparto de obligaciones equitativo. “Existen muchas formas de mantener la complicidad y todas pasan por compartir tiempo de calidad: dedicar un rato simplemente a contarnos qué tal el día o hablar sobre un libro que nos ha encantado, salir a pasear o a tomar algo sin distracciones”, argumenta Hurtado.

La crisis del coronavirus no hizo más que aumentar los problemas de sueño, y por tanto, de pareja. Por lo que dar el paso de separar espacios durante el día y también durante la noche se ha convertido, desde que comenzó la pandemia, en algo fundamental para muchos. Lo mismo ocurre ahora con las altas temperaturas que estamos sufriendo. El único truco para salir fortalecidos de estas situaciones es mantener el núcleo fuerte, escuchando y atendiendo las necesidades del otro. “Necesitar dormir separados no implica que no se pueda compartir cama de vez en cuando, ya sea durante las vacaciones o en días fríos en los que nos apetezca más darnos calor”, coinciden Moreno y Hurtado.

Sara Navas

FOTO: Cuando la dopamina disminuye dejando paso a la oxitocina, la hormona del amor calmado, los lazos afectivos son más fuertes que la pasión, y el descanso y la comodidad pasan a ser una prioridad. En la imagen, Michael Douglas y Kathleen Turner en ‘La guerra de los Rose’ (1989).
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