21 noviembre 2024

Tomar conciencia de este sesgo nos debe ayudar a luchar contra las creencias sexistas en el desarrollo de las actividades deportivas, empezando por las clases de educación física.

A pesar de los avances obtenidos en términos de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en las últimas décadas, todavía se tienen expectativas distintas sobre el rendimiento y las competencias de los chicos y las chicas en las materias del currículo académico de secundaria.

Son múltiples los factores que explican este fenómeno. Al igual que ocurre con áreas del saber vinculadas a la ciencia y la tecnología, como por ejemplo las matemáticas o la física, en educación física se espera que los chicos tengan más competencias y mejores notas que sus compañeras.

Estas expectativas tienen un impacto en cómo de capaces se ven para acceder a estudios y carreras vinculados a la educación física y el deporte. Y, además, las desaniman para que desarrollen interés por este tipo de estudios y los valoren como posible opción de futuro.

Distinta socialización

Desde edades tempranas, las personas vivimos un proceso de socialización que condiciona muchas de las decisiones que tomamos. Este proceso es distinto para los hombres y las mujeres. En las primeras etapas de la vida nuestras decisiones más importantes suelen estar relacionadas con la elección de estudios.

Se espera que las mujeres desarrollen competencias vinculadas a la expresión de emociones y el cuidado de otras personas. Es decir, a roles que tienen que ver con la búsqueda del bienestar de otras personas. Sin embargo, en los hombres se espera que desarrollen competencias vinculadas al desarrollo de la competitividad y el éxito.

Todo ello parece estar relacionado con las distintas expectativas que las personas del entorno y la sociedad en general tienen sobre el nivel de competencia deportiva de los hombres y las mujeres. De las mujeres se espera que sean buenas en deportes como la gimnasia, el baile deportivo, el patinaje, o el voleibol. En estos deportes se fomenta la expresión corporal y la colaboración con el resto de integrantes de un equipo.

 

Por el contrario, de los hombres se espera que desarrollen competencias deportivas en ámbitos como el fútbol, el balonmano, el ciclismo, o el baloncesto. En estos últimos deportes se promueve la competitividad, la competencia, y el liderazgo.

Las expectativas del profesorado

Una parte importante del profesorado de secundaria, incluido el especializado en educación física, actúa en base a estereotipos de género. De hecho, nuestro estudio con estudiantes de secundaria sugiere que las chicas se perciben menos competentes que sus compañeros en ámbitos deportivos como el fútbol, el baloncesto o el balonmano.

Sin embargo, los chicos se consideran muy competentes en esos ámbitos y valoran actividades deportivas a través de las cuales tener éxito profesional. Además, algunos profesores de educación física continúan separando a los chicos y las chicas según las distintas tareas deportivas que tienen que desarrollar (por ejemplo, solicitando que las chicas hagan actividades deportivas que conlleven menor fuerza física y que sean menos competitivas, no organizando grupos mixtos de chicos y chicas para que todos puedan competir, etc.).

El hecho de que haya menos mujeres entre el profesorado de educación física (el 84% del profesorado de enseñanzas deportivas es masculino) también ayuda a explicar las diferentes expectativas que se tienen para los chicos y las chicas. Esta falta de referentes de mujeres que demuestren que las mujeres también pueden desarrollar su actividad profesional dentro de los distintos ámbitos deportivos y de la educación física limita que muchas chicas sientan que pueden realizar este tipo de actividades. Asimismo, dificulta que las chicas piensen que pueden ocupar un lugar en este ámbito y sentirse vinculadas personal y profesionalmente.

De igual modo, las familias se dejan guiar por este conjunto de expectativas y estereotipos de género vinculados con la competencia deportiva. En ocasiones trasmiten a sus hijas e hijos ese conjunto de creencias sobre las mayores competencias de los hombres o de las mujeres en diferentes ámbitos de la educación física.

La importancia de los medios y los mensajes

Otra cuestión importante tiene que ver con los modelos que transmiten los medios de comunicación y otros socializadores culturales como los libros, los cómics, o la música. A través de todos estos canales se puede observar, también en la práctica deportiva, diferencias de género importantes.

Por ejemplo, la cobertura informativa que se da de los logros deportivos de las mujeres suele estar dominada por referencias a aspectos ajenos al ámbito deportivo como su apariencia física, edad, o vida familiar. Sin embargo, los hombres están representados como independientes, dominantes y atléticos. Además, los medios de comunicación conceden a las mujeres un papel secundario en las noticias deportivas, incluso habiendo obtenido éxitos iguales o superiores a los de los hombres.

Luchar juntos contra estas creencias

Todo este conjunto de aspectos favorece que los jóvenes compartan estas expectativas sobre el papel que hombres y mujeres deberían ocupar en la educación física y el deporte. En este sentido, las chicas perciben menos utilidad de la educación física, infravaloran sus competencias en el ámbito, se esfuerzan menos por conseguir buenas notas en esa materia, y, en definitiva, se interesan menos que sus compañeros por estudios y carreras vinculados al deporte y la educación física.

Tomar conciencia de este sesgo nos debe ayudar a luchar contra las creencias sexistas en el desarrollo de las actividades deportivas, empezando por las clases de educación física.

Hacer partícipe al profesorado de primaria y secundaria para encontrar soluciones a este problema, premiando sus iniciativas y proyectos, e incorporar la perspectiva de género en todas las etapas de la formación de todo el profesorado –no solo la del vinculado específicamente con educación física– son posibles caminos. También es importante la implicación de las familias en todo el proyecto educativo del centro para que las enseñanzas de las materias estén libres de sesgos sexistas.

Milagros Sáinz Ibáñez – The Conversation

 
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