La coalición conservadora liderada por la ultraderecha de Giorgia Meloni vence con holgura en las elecciones.Italia, uno de los socios fundadores de la Unión Europea, será gobernada casi con toda seguridad por un partido nacido en la estela del fascismo de Mussolini.

Con el 95% escrutado, la coalición de la derecha ha obtenido en las elecciones del domingo un aplastante 43,9% del voto a la Cámara de Diputados, mientras su partido mayoritario, Hermanos de Italia, de Giorgia Meloni, cosecha el 26,26% (casi seis veces más que su resultado de 2018) y previsiblemente será quien reciba el encargo de formar gobierno por parte del presidente de la República, Sergio Mattarella.

Pese a la moderación calculada de Meloni en las últimas semanas, Europa entra por segunda vez en terreno desconocido: la primera fue el Brexit y la salida del Reino Unido de la UE. Nunca antes un Gobierno de la Europa occidental había sido dirigido por una derecha de inspiración neofascista que de forma desacomplejada exhibe su escepticismo antieuropeísta y su nacionalpopulismo beligerante. Meloni ha puesto en el centro de su discurso electoral la defensa de una familia tradicional excluyente de otros modelos, recortes de la ayuda social a los más débiles, una política muy restrictiva contra la inmigración y claramente regresiva de las conquistas sociales de las mujeres, en particular en relación con el derecho al aborto. A escala local, Hermanos de Italia no es nueva: forma parte de gobiernos municipales de los últimos 30 años sin que al partido se lo califique en Italia de ultraderecha ni haya existido nunca un cordón sanitario, como sí lo ha habido en gran parte de Europa. En el horizonte inmediato de Meloni está también la propuesta de reforma constitucional destinada a convertir a Italia en una república presidencialista a semejanza de Francia o Estados Unidos.

Pero que Europa entre en territorio desconocido no significa que no pueda prever mecanismos de control, cuando están pendientes todavía distintas entregas de los fondos europeos al Estado que es su primer receptor. Parte de la estrategia política de Meloni va en busca de una futura hegemonía en la derecha italiana y casa mal ese objetivo con políticas que puedan poner los fondos de recuperación en riesgo. Sus dos socios de coalición han estado muy lejos de los resultados de Meloni y ante ellos se abre un futuro complicado: Forza Italia, con el 95% escrutado, queda apenas en el 8,05% y su futuro depende de la resistencia biológica de su líder y fundador, Silvio Berlusconi, de 86 años y visiblemente mermado durante la campaña electoral, mientras la Liga de Matteo Salvini ronda el 8,9% de los votos, lo que compromete seriamente su continuidad al frente de un partido expresamente pro-Putin y antieuropeísta.

La desunión de la izquierda ha castigado electoralmente cualquier posibilidad de alternativa a la coalición de la derecha, beneficiada por la reforma del sistema electoral de 2018. Movimiento 5 Estrellas, con el 15,1%, queda muy lejos del 32% de los votos que obtuvo hace cinco años, pese al repunte del último tramo de la campaña, mientras que Enrico Letta obtiene un 19,25% para el Partido Democrático, inútil para la socialdemocracia italiana. La incapacidad de la izquierda para urdir alianzas puede haber condenado en buena medida al país al regreso de Berlusconi y Salvini al Gobierno bajo el mando de una figura emergente que ha sabido jugar sus cartas con eficacia y atrevimiento. Italia se escora abiertamente a la extrema derecha, pero Europa ha de tensar los mecanismos de control contra quienes aspiran a desestabilizar a la propia UE.

EL PAIS

https://elpais.com/opinion/2022-09-25/seismo-en-italia.html

 

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