Mareos, sudores fríos, visión borrosa… ¿Estás a punto de desmayarte?

Las causas de los desmayos no suelen ser peligrosas, pero mucho ojo con la caída

Mercedes se desmaya desde niña. Un disgusto importante, un charco de sangre, una tarde de mucho calor, no probar bocado durante muchas horas y… ¡zas! se cae redonda. «Ahora lo tengo más o menos controlado y es raro que llegue a perder el conocimiento. En cuanto lo noto ya sé lo que tengo que hacer para no terminar en el suelo», explica con cierto alivio. Pero la primera vez que le pasó tenía 5 años. «Estábamos comiendo y mi madre se atragantó. No fue nada grave, pero la escena me impresionó tanto que me desplomé», recuerda. La llevaron corriendo a Urgencias, donde le hicieron un montón de pruebas por si se trataba de un problema de corazón… pero nada que ver. Colapsó por el susto.

A sus 44 años, Mercedes todavía sufre algún episodio de vez en cuando, pero ha aprendido a convivir con ello. «En la mayoría de los casos, el problema no es tanto el desmayo como el golpe que te puedes dar al caerte de repente», advierte el neurólogo Juan Carlos Esteban, jefe de la Unidad de Disautonomía del vizcaíno Hospital San Juan de Dios. Se calcula que aproximadamente una de cada tres personas se desplomará en algún momento de su vida. Pero, ¿por qué les pasa? ¿Cuáles son las causas? Y, sobre todo, ¿cuándo debemos preocuparnos? Aquí, algunas respuestas a las principales dudas.

¿Qué ocurre en nuestro cuerpo para acabar en el suelo?

Antes de entrar en el meollo de la cuestión, debemos diferenciar entre un desmayo y una lipotimia. En el primer caso, el paciente pierde la consciencia aunque solo sea durante unos segundos, mientras que en el segundo la persona puede sentirse aturdida, mareada e incluso con sensación de debilidad pero no llega a quedarse sin conocimiento en ningún momento.

Un desmayo (síncope, en términos médicos) se produce, básicamente, por una hiperprofusión cerebral. Es decir, la presión arterial baja de repente y el cerebro deja de recibir en ese momento el oxígeno suficiente para funcionar con ‘normalidad’, de manera que nos quedamos sin conocimiento. «Se trata de un episodio brusco (se produce de repente), transitorio (dura poco tiempo) y autolimitado (se resuelve solo), que se manifiesta fundamentalmente con la pérdida de consciencia y de tono muscular», describe el doctor Fidel Fuentes, jefe de Urgencias del Igualatorio Médico Quirúrgico (IMQ).

Un susto, ver sangre, calor, la regla… Las causas son múltiples y casi siempre benignas

Para entender por qué nos caemos redondos es importante entender cómo funciona el ‘cableado’ de nuestro cuerpo. El doctor Esteban lo explica: «La tensión arterial y el ritmo cardiaco se acoplan automáticamente como un reloj suizo, de manera que cuando hacemos un mínimo movimiento como, por ejemplo, levantarnos del sofá, se activa una parte del sistema nervioso llamado simpático, que hace que la tensión y la frecuencia cardiaca suban un poquito para ponernos en marcha. Sin embargo, cuando nos tumbamos pasa justo lo contrario: se activa el sistema parasimpático, que disminuye la frecuencia cardiaca, la tensión se relaja y se enlentecen los movimientos. Pues lo que ocurre es que hay momentos en los que ese acoplamiento tarda unos segundos en realizarse y el cuerpo se resiente. Un ejemplo típico es cuando nos levantamos muy rápido de la cama y nos mareamos».

Y este ‘desacoplamiento’ al que se refiere el neurólogo del Hospital San Juan de Dios puede producirse por varias causas, la mayoría de origen beningo y que se resuelven por sí solas.

En líneas generales, se puede hablar de dos tipos de desmayos. Por un lado, los síncopes que no están relacionados con problemas del corazón y los causados por una enfermedad cardiaca, que son los menos frecuentes, pero «hay que tratarlos con más mimo porque son los peligrosos», precisa el doctor Fuentes.

En el primer grupo se encuentran los llamados síncopes vasovagales, los más frecuentes, sobre todo entre las mujeres. Las causas de estos desmayos suelen estár relacionadas con una tensión arterial baja, episodios de estrés como sustos, miedo a la sangre, dolor e incluso por toser con mucha fuerza. También existen los llamados síncopes situaciones o posturales relacionados con enfermedades como la diabetes, cambios bruscos de movimiento, agotamiento por calor, intoxicación etílica… En cualquier caso, este tipo de desmayos suelen tener buen pronóstico y se resuelven al cabo de unos minutos. «En estos casos, hay que tener más cuidado con la caída», coinciden ambos expertos.

Si el síncope se produce de repente y sin motivo aparente… ¡cuidado!

«Los desmayos que más nos preocupan a neurólogos y cardiólogos son los bruscos, los que no avisan. Porque el síncope que avisa con mareos, visión borrosa o sudores suelen estar relacionado con una bajada de tensión o con factores no preocupantes, pero el que se produce de repente y sin una causa aparente ¡cuidado! Estos hay que mirarlos bien porque pueden esconder un problema cardiaco o incluso un episodio de crisis epilépticas», alerta el doctor Juan Carlos Esteban.

Ponte en cuclillas y lleva siempre regaliz en el bolsillo

Cuando notes que estás a punto de desplomarte, debes evitar, sobre todo, un mal golpe. «Si ves que te pones pálido, sudas o te mareas, la maniobra más eficaz para subir la tensión lo más rápido posible es ponerte en cuclillas. El cuerpo reacciona como cuando descorchas una botella de champán», explicar el neurólogo Juan Carlos Esteban. Cerrar los puños o cruzar las piernas también ayuda a recuperarse. «Las personas con tensión baja pueden llevar en el bolsillo regaliz, aceitunas y frutos secos para salir al paso en momentos de ‘bajón’», añade el jefe de Urgencias del IMQ. ¿Y si presencio un desmayo? «Comprueba que respira, aflójale la ropa y ponle las piernas en alto. No dejes que se incorpore de golpe», señala.

CARMEN BARREIRO

https://www.ideal.es/vivir/salud/mareos-sudores-frios-20220927155106-ntrc.html

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