Adictos a la melatonina: ¿está alterando nuestros sueños?
Un creciente número de testimonios en redes sociales culpan al consumo de esta hormona de malos sueños o pesadillas, pero los expertos no han encontrado una relación causa-efecto y advierten contra el abuso de esta sustancia
La melatonina en cápsulas, gominolas o gotas ha invadido las mesillas de noche de España. El objeto de deseo es claro: dormir mucho, rápido y bien; alguien dijo que dormir era el nuevo sexo. La melatonina ya lleva años en España; en 2007 se autorizó el primer fármaco para dormir cuyo principio activo era la melatonina, en dosis de 2 miligramos (mg) por pastilla. Además, se autorizó la comercialización de suplementos alimenticios con esta hormona siempre que las dosis no superaran los 1,9 mg. Desde entonces, el consumo se ha disparado, con un pico exuberante durante la pandemia, cuando los farmacéuticos recuerdan haber vendido hasta 30 cajas en un día. Un estudio publicado en JAMA en 2018 ya avisaba de que en Estados Unidos se estaba consumiendo mas del doble de melatonina que en la década anterior, y las evidencias científicas reportan efectos secundarios leves que remiten de modo espontáneo. Sin embargo, algunos usuarios hablan en redes sociales de pesadillas y sueños extraños después de tomarla. ¿Está la melatonina alterando nuestros sueños?
La hormona de la oscuridad, así la llama la periodista noruega Sigri Sandberg en su ensayo Oda a la oscuridad (Capitan Swing, 2022) se segrega en la glándula pineal cuando el cerebro deja de recibir la señal de la luz natural, entre las tres y las cuatro de la mañana vive su momento de gloria. Su producción disminuye con la edad. Entre sus funciones está prepararnos para dormir dilatando los vasos sanguíneos y reduciendo la temperatura corporal, aunque también es un antioxidante muy potente. La segregación de melatonina se ve alterada con la abundancia de luz artificial. Lo que hacemos cuando tomamos una píldora o una gominola de melatonina es suplementar una función de nuestro cuerpo que está alterada por una vida excesivamente iluminada, donde hay pocas diferencias entre el día y la noche, una circunstancia que perturba la segregación de la hormona que se rige por los ritmos circadianos.
A esas píldoras que tomamos los expertos la llaman “melatonina exógena” para diferenciarla de que la segregamos o deberíamos segregar sin ayuda. “Es la hormona por excelencia implicada en la regulación del ciclo vigilia-sueño y su función primordial es la inducción del sueño. Su síntesis principal reside en la glándula pineal, aunque actualmente se sabe que se sintetiza en otros órganos como la retina, la médula ósea, la piel, las células del tracto gastrointestinal productoras de serotonina, el cerebelo y el sistema inmunitario”, explica la doctora Alba García-Aragón médica especialista del Instituto de Investigaciones del Sueño en Madrid.
“Un ciclo circadiano dura 24 horas. El inicio de la secreción de melatonina coincide con el momento del día donde es mayor la concentración de adenosina, una sustancia producida por la actividad cerebral durante la vigilia, y que cuando se acumula nos provoca sensación de agotamiento. De esta manera, el sueño se facilitaría tanto por la acumulación de adenosina como por la atenuación progresiva de la luz que conduce a la secreción de melatonina”, explica García-Aragón.
Un metanálisis de 19 ensayos clínicos que involucraban a más de 1.600 adultos y niños con trastornos del sueño mostró que la melatonina reducía en siete minutos el tiempo de conciliar el sueño, aumentaba en 8 minutos el tiempo que pasábamos dormidos y aumentaba la calidad general del sueño. También demostró que la melatonina ayudaba a aliviar el insomnio a corto plazo provocado por el desfase horario tras un viaje.
Hay tantos tipos de melatonina en el mercado como insomnes en el mundo. Esa diversidad explica las experiencias tan variadas que tienen los consumidores habituales de este suplemento. Las que se comercializan suelen diferenciarse por dosis y modos de liberación. “Cada tipo se prescribe en función de la sintomatología referida por el paciente y acorde a los resultados obtenidos en un estudio de sueño previo. Por esta razón, es difícil decir que una melatonina es mejor que otra, pues cada tratamiento debe ser individualizado”, señala la doctora.
Uso y abuso
Existen pocos estudios sobre el uso y abuso de la melatonina y los expertos consultados hablan de “falta de datos de calidad a largo plazo”. La doctora Odile Romero, coordinadora de la Unidad del Sueño del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, dice que solo ha tenido que retirar la melatonina por cefalea (dolor de cabeza). En su experiencia clínica tampoco ha visto pacientes que hayan desarrollado adicción o que tengan pesadillas.
Sin embargo, algunos usuarios sí reportan esos malos sueños. “Dejé de tomar melatonina el día que soñé que era cómplice de un asesinato. Fue un sueño muy vívido y la víctima era una grande de España”. Esto es un testimonio real de alguien que prefiere ocultar su nombre, y que sostiene, en contra del criterio de varios expertos, que fue la melatonina la que le provocaba sueños, cuando menos, extraños. Claudia D.C. compraba en Amazon los botes de 60 pastillas de 2 mg. También recuerda “sueños inquietantes, diversos y muy elaborados. Me pasaban tantas cosas que me despertaba agotada, como si hubiera vuelto de un viaje”. Fue al médico y le recetaron melatonina de liberación prolongada y dejó de soñar. Anabel V. C empezó a tomarla para aliviar el jet lag de los viajes. “La dejé por las pesadillas. Prefiero dormir mal”. Meses después le dio otra oportunidad con dosis diarias más pequeñas. “Ahora tengo sueños hiperrealistas toda la noche, como si fuera una película, pero no son pesadillas. Me sirve para lo que necesito”, dice. M. M. la toma cada noche, pero tiene su estrategia: “Calculo el tiempo y solo la tomo cuando sé que tengo ocho horas de sueño por delante, si no paso todo el día siguiente con resaca”.
Dos de las personas entrevistadas para este reportaje compran la melatonina en Estados Unidos para conseguir mayores concentraciones. En Estados Unidos, se vende como un suplemento dietético y no está regulada por la FDA. Aquí la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria considera medicamento cualquier dosis superior a 2 mg., por eso Enrique M. la compra de 12 mg en cualquier CVS de Miami. “Y me las tomo de dos en dos, ya noto que me hace poco, pero pesadillas no tengo, asegura. Yenima. S. también las trae de fuera. “Me tomo 5mg. cuando tengo insomnio rebelde, los 1,9 autorizados en Europa no me sirven de nada”.
Resaca y somnolencia
Los estudios registran como efectos secundarios más habituales del consumo de melatonina la sensación de resaca y somnolencia durante el día, dolor de cabeza, mareos, hipotermias y fatigas. “En cualquier caso, casi todos los efectos adversos notificados se consideran de gravedad leve o moderada y tienden a resolverse espontáneamente en unos pocos días, o inmediatamente después de interrumpir el tratamiento”, puntualiza la doctora García-Aragón.
¿Se puede estar enganchado a la melatonina? Otra vez hay escasos estudios sobre el asunto, y los que hay lo niegan. Mientras muchos pacientes aseguran ser adictos. En Tiktok el hashtag #melatoninaaddict tiene un millón de visitas y en los foros de Reddit no se habla de otra cosa. Ninguna de las dos plataformas puede competir con un ensayo clínico, pero lo cierto es que ambas registran conversaciones muy activas sobre el tema. A la doctora Romero no le consta la adicción física a la melatonina, ni siquiera ha encontrado evidencia científica al respecto. “Pero creo que sí tiene un efecto placebo y que muchas personas concilian el sueño con más facilidad por el solo hecho de tomar ciertos productos con melatonina u otros complementos de perfil ansiolítico”, razona. Tampoco ha encontrado adicción física García-Aragón en su consulta. “Y por consiguiente no he visto síntomas de abstinencia al abandonar su consumo”, asegura esta experta, que también ha observado “cierta dependencia psicológica en pacientes bajo tratamiento prolongado de melatonina”.
García-Aragón indica que la melatonina solo es eficaz cuando la persona tiene un trastorno en el ritmo circadiano. Por ejemplo, un adelanto o un retraso del momento de inicio de secreción de la melatonina, o también por una secreción insuficiente de la hormona. “Si el insomnio es crónico, fruto de una patología orgánica distinta, habría que solucionar el problema primigenio que altera el patrón de sueño”. En su opinión el error más frecuente en el uso de la melatonina es “el consumo crónico sin haber hecho un test de secreción de melatonina previo, la única forma de saber cómo está regulada la secreción interna”.
Los llamados consumidores intensivos llevan años, más de cinco, tomando dosis crecientes de la hormona. ¿Son peligrosas estas prácticas? La doctora Romero dice que no ha visto “efectos adversos importantes”, y apunta: “Sí hay cierto debate y controversia científica sobre si las dosis altas de melatonina podrían saturar los receptores MT1 Y MT2, que son los encargados de unirse con la hormona y, esto reduciría su efecto”. Como precaución y ante la ausencia de estudios que avalen la seguridad del consumo a largo plazo de la melatonina, la doctora García-Aragón no recomienda mantener un tratamiento más de tres meses.
Varias revisiones sistemáticas de estudios han intentado cualificar los efectos secundarios del uso prolongado de la melatonina y han encontrado, efectivamente, una ausencia de evidencias científicas. Los expertos creen que los riesgos de un consumo intensivo son mínimos, pero también advierten de que no hay datos de calidad para asegurarlo.
¿Estamos dramatizando con las pesadillas hiperrealistas y culpando a la melatonina? Este estudio sostiene que el 85% de los adultos tienen al menos una pesadilla al año, y entre un 4% y un 10% de la población tendría una a la semana, probablemente relacionada con el estrés. Pero ningún trabajo se había atrevido a asegurar que las pesadillas o los sueños muy vividos se podían relacionar con algún fármaco. Hasta este análisis de 2019, que incluyó las pesadillas como un efecto secundario “poco común pero serio” de los suplementos de melatonina.
Sus autores que han acuñado el término “sueños de melatonina” creen que los malos sueños pueden explicarse por uno de los efectos comprobados de la hormona: alargar el tiempo que permanecemos dormidos.
Soñamos mucho en la fase REM. En 2004, un estudio demostró que las personas que tomaban melatonina de 3mg pasaban significativamente más tiempo en esta fase donde ocurren movimientos rápidos oculares y musculares y el metabolismo del cerebro aumenta un 20%. No es una fase asociada al descanso. “Normalmente el sueño REM empieza a los 90 minutos de quedarse dormido, el primer periodo dura 10 minutos y luego se va alargando a lo largo de la noche. En la fase REM es donde ocurren los sueños y las peores pesadillas”, precisa otra investigación de 2021. Dormir más puede abrir la puerta al país de los sueños. Y también de las pesadillas.
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