Los profesores gemelos de Salamanca que conquistaron EE.UU. con su método educativo
Mario y Alberto Herráez son dos hermanos profesores de Primaria que crearon un innovador método de enseñanza en el estado de Utah que consiguió subir las notas. Ahora quieren aplicar sus exitosos resultados en las aulas de nuestro país
Mario y Alberto Herráez Velázquez se quedaron de piedra cuando llegaron a Estados Unidos y les negaron un vaso de cerveza en el Rio Tinto Stadium, la casa del Real Salt Lake, el equipo de fútbol de Utah. Aquel evento no les supo igual que otros, sobre todo porque con 20 años ya sabían (al menos en España) lo que era disfrutar desde la grada con una ‘rubia’ bien fría en la mano.
Peor llevaron la escasez de bares y, muchísimo peor aun, la de café. Estos dos gemelos de Salamanca no aterrizaron en cualquier estado americano. En Utah su gente no se caracteriza precisamente por ver pasar el tiempo con el codo apoyado en la barra y menos por darle la vuelta a la cucharilla del café. La comunidad mormona es mayoritaria en este estado de la región oeste del país y Mario, ingenuo y educado, cometió la torpeza de comprarse una cafetera para saciar su pasión por los cortados y ofrecer unas tazas a su familia de acogida. «Me explicaron que los mormones no bebían café y nos echamos todos a reír; fue uno de los primeros choques que tuve al llegar allí», narra a ABC este joven, que ahora tiene 30 años, al que solo es posible distinguir de su hermano por la voz.
¿Pero qué se les perdió a estos dos gemelos de Salamanca en Utah? Su amor por la educación. Amor que viene, paradójicamente (o no tanto) de no ser buenos estudiantes. Esa pasión por enseñar es tal que les valió un puesto entre los 75 educadores más influyentes del mundo (según ISC, un grupo de análisis estadístico basado en Reino Unido) y otro lugar entre los 20 líderes emergentes en el ámbito de la tecnología para la educación, también a nivel mundial (en este caso validados por ISTE, la Sociedad Internacional de Tecnología en la Educación)
A diferencia de la mayoría de los gemelos, a los que se les suele separar desde pequeñitos, ellos fueron juntos a clase en Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato en Laguna de Duero. Y llegaron (juntos también) a la Facultad de Educación de la Universidad de Valladolid, donde obtuvieron su ansiado grado en Educación Primaria.
Solo se han diferenciado todo este tiempo por el doctorado (al menos eso dicen ellos): «Mi tesis es de videojuegos y gamificación para desarrollar el pensamiento crítico y creativo», dice Mario. «La mía se llama videojuegos y gamificación para desarrollar habilidades sociales y emocionales», completa Alberto.
Su paso por la universidad, de la que salieron con casi la misma nota media (7.91 Mario y 7.93 Alberto y matrícula de honor en las prácticas), les dio la oportunidad de sus vidas: el viaje a Estados Unidos. «La facultad ofrecía un programa que consistía en ir a a un colegio de un puñado de estados a enseñar español como profesor asistente», narra Mario. Fue la primera vez que pidieron no ir juntos: «Ya era hora, tras 20 años juntos, de separarnos, pero a la supervisora de Utah le pareció gracioso tener a dos gemelos en el instituto». Hoy aseguran que no habrían llegado adonde están de haber estado separados.
Mario y Alberto llegaron a Estados Unidos a cambiarlo todo. «Al principio nos miraban raro, nos decían que se nos estaba yendo la olla, que teníamos solo 20 años… Luchamos contra mucho escepticismo de directores y compañeros, pero al llegar los exámenes estandarizados nuestros alumnos estaban entre 10 y 15 puntos por encima de la media del estado de Utah», narra Alberto. De hecho, tras hacer las prácticas de la universidad en el colegio de Utah, Buffalo Point, recibieron ofertas de trabajo de cuatro escuelas diferentes. El problema es que, al hacer las prácticas más tiempo de lo previsto en el extranjero, les quedaban pendientes las asignaturas del último año de carrera en España. En Utah les guardaron la plaza mientras los gemelos finalmente se graduaron en Valladolid.
«Al llegar los exámenes estandarizados nuestros alumnos estaban entre 10 y 15 puntos por encima de la media del estado de Utah» Alberto Herráez .Profesor de Primaria
¿Pero cuál es el secreto de estos gemelos? Su método viene de no haber sido los mejores estudiantes: «Nunca suspendimos pero tampoco éramos de 10», aclara Mario. Fue su experiencia la que les guió en el camino de cómo creían que se debía enseñar. «Somos muy nerviosos, no podemos estar sentados escuchando horas a un profesor; nosotros aprendimos a través del descubrimiento, de hacerlo nosotros de forma activa, que es lo que no se nos brindó en el colegio», cuenta Alberto.
«Lo que vimos en muchos colegios es que los profesores llegan al nivel más bajo de impacto de la tecnología dentro del aula (que tiene su propio medidor). Ese nivel es el de sustitución, es decir, en lugar de tener un libro en papel lo tienes en el ordenador, en vez de escribir en una hoja, los estudiantes lo hacen en lun ‘word’… Nosotros, por el contrario, introducimos la tecnología de otra forma», continúa Alberto. Estos salmantinos huyen del ‘hay que usarlo porque sí‘, porque, para que funcione, «la tecnología debe tener un valor extra». Siguiendo con el ‘word’. «Buscamos que cuando usen ese documento escriban, incluyan gráficos y lo creen de forma colaborativa con alumnos de la otra punta del mundo, con los que van a tener que resolver problemas de comunicación y con los que se verán obligados a entenderse. Se trata, además, de algo con lo que probablemente tendrán que lidiar cuando tengan un trabajo: los llevamos a situaciones reales», explica Mario.
«Ya era hora, tras 20 años, de separarnos pero a la supervisora de Utah le pareció gracioso tener dos gemelos en el instituto» Mario Herráez Velázquez Maestro de Primaria
Una empresa real en el aula
Un ejemplo más: en vez de que un estudiante lea una lección y conteste cuatro preguntas, los gemelos optan por una investigación profunda con entrevistas de la que puede salir luego un podcast. «Queremos pasar del aprendizaje pasivo al activo», sentencia Mario.
Pero, sin dudas, uno de sus proyectos estrella es el que hicieron en Utah cuando pusieron a sus alumnos de Primaria manos a la obra con una empresa real. Alberto y Mario contactaron con una compañía de mobiliario educativo con la que acordaron que los estudiantes diseñarían mesas, sillas, armarios, etc. que iban a incluirse en su catálogo de productos. «Convertimos la clase en una ‘startup’ y la dividimos en cuatro departamentos: nosotros éramos los CEO, luego estaban los de recursos humanos, los de marketing, los de diseño y los de datos y análisis. Durante las clases conectábamos con videollamadas con los departamentos reales de la compañía para que orienten a los niños», relata Mario. Pero, además, no dejaron los contenidos abandonados. «El currículo entró en la ‘startup’. Por ejemplo, en datos y análisis se daba Matemáticas; en marketing se impartía Lengua y Literatura; y en diseño había Plástica y Dibujo».
Nació eTwinz
Cuando estos gemelos empezaron a hacerse cada vez más conocidos las invitaciones a eventos y foros aumentaron. Acudían a ver sus clases profesores a punto de graduarse, docentes de otros estados y hasta congresistas y senadores. Les preguntaban qué pensaban sobre el panorama educativo en Seattle, Texas, San Antonio, Dallas, Houston, Miami, Orlando, Chicago… Pero también cruzaron el charco. Sus opiniones llegaron a París, Madrid, Londres, Argentina, México, Panamá, India, Indonesia, Australia o Sudáfrica. Las invitaciones aumentaban y la carga de trabajo también. Se vieron desbordados entre las clases (a las que tanto tiempo dedicaban) y los eventos, pero la presión les abrió la puerta a otra oportunidad. «Nos dimos cuenta de que teníamos algo que contar y así fundamos nuestra empresa de consultoría. Con ella asesoramos a centros educativos, instituciones, ONG o multinacionales que quieren hacer una transformación digital o pedagógica».
La compañía, eTwinz, nació en Estados Unidos en 2020 pero la trasladaron a España en julio de este año. «Nos tocó elegir entre la empresa o el aula y nos decantamos por la primera porque nos iba permitir volver a nuestro país y, además, ganar más dinero llegando a mucha más gente», confiesa Mario. Su experiencia con los colegios españoles y estadounidenses les ha permitido concluir que «aquí se hace mucho con muy poco». También ven diferencias entre profesores, el motivado frente al que no lo está, pero no se atreven a hacer juicios entre comunidades. Sin embargo, sí se animan con el futuro: «Suena a cliché, pero espero que de aquí a diez años hayamos cambiado la educación, desde la formación del profesorado hasta la forma de dar clase», remata Mario