28 noviembre 2024

El uno de abril se anuncia que fin del racionamiento del pan y se pone a 1.30 pesetas el kilo. En junio se pone en marcha el Primer Festival de Música y Danza de Granada, auspiciado por Gallego Burín

EL año que hoy nos ocupa tiene mucha miga y llegó entre pitos y flautas: es el año en que se acaba con el racionamiento del pan y en el que nace el Festival de Música y Danza de Granada. Empecemos por esto último. En 1952, el recién nombrado director general de Bellas Artes y hasta entonces alcalde de Granada, Antonio Gallego Burín, toca las teclas necesarias en el piano de sus sueños para crear en Granada del I Festival de Música y Danza Española. Tanto el Centro Artístico como la Casa de América ayudan en la organización. Se celebra aprovechando las fiestas del Corpus y los platos fuertes del mismo serían Andrés Segovia, el ballet de Rosario y Antonio (ya separados como pareja) y la Orquesta Nacional con Ataúlfo Argenta al frente.

Cartel del Primer Festival de Música y Danza

 

Cartel del Primer Festival de Música y Danza

Cartel del Primer Festival de Música y Danza

El presidente del comité organizador, Manuel Sola, convoca el 4 de junio a toda la prensa para anunciarlo. Advierte en primer lugar que no es un acto más de las fiestas del Corpus y anuncia la compra de un piano Baldwin, único en España y que tocaría José Cubiles, por 4.500 dólares. Lo primero que hicieron los periodistas es traducir a pesetas lo que había costado el piano. Sola también anuncia que se había garantizado la presencia de 500 espectadores extranjeros y que los conciertos iban a ser grabados por Radio Nacional de España para darlos luego a conocer al extranjero.

El primer certamen duró desde el 15 al 24 de junio y se inauguró con una fiesta nocturna en la plaza de los Aljibes de la Alhambra. Los abonos se vendieron a 600 pesetas, por lo que fueron muy pocos los granadinos que pudieron asistir a estas primeras actividades. El festival era inalcanzable para los bolsillos de la mayoría de los vecinos de Granada y cundió la certeza de que había sido organizado para familias con cierta prosapia.

Andrés Segovia cobró por su actuación 50.000 pesetas, que donó a las Escuelas del Ave María. Para el guitarrista, volver a Granada, en donde había pasado gran parte de su juventud, supuso una bocanada de nostalgia y dijo que desde ese momento participaría en el festival siempre que se le llamara. Es ese año donde se localiza la anécdota del encuentro en Puerta Real del maestro de la guitarra con un malafollá granaíno. Andrés Segovia había estado ausente durante 16 años triunfando con su arte por los más importantes escenarios del mundo. Se topa en pleno centro de Granada con un antiguo amigo y éste, después de poner al guitarrista al tanto de su vida, va y le suelta: «¿Y tú qué? De pollaícas por ahí, ¿no?».

Andrés Segovia y Gallego Burín, durante el primer festival de Música y Danza.

Andrés Segovia y Gallego Burín, durante el primer festival de Música y Danza.

El festival, antes de celebrarse, ya tenía el cincuenta por ciento del éxito asegurado solo por el recinto en el que se iba a celebrar: los Jardines del Generalife. Prieto Moreno, que en la arquitectura era en esos tiempos el perejil en los platos de Arguiñano, adapta el recinto para un teatro al aire libre, con lo que consigue el hechizo y la magia que todo buen espectáculo necesita. Desde el primer momento llegan los elogios: «Este teatro es el más bello del mundo, únicamente podría compararlo con el de Taormina, en Sicilia, enclavado en unas ruinas antiquísimas que tienen delante la inmensidad del mar», escribió Michael Wood, de la Real Ópera del Coven Garden. Pemán, amigo de Gallego Burín, dirá en uno de sus escritos: «La música y la danza se viven, se injertan en Granada, y todos los intérpretes se sienten y son granadinos por unos días». El éxito de los primeros años hizo que se pensara en hacerlo internacional. A partir de ahí vendrán a Granada todas las figuras más señeras en el mundo de la música y la danza. Hasta hoy. Setenta años ya.

Casas para pobres

A mediados de octubre viene de nuevo Franco a Granada para asistir a los actos de clausura del V Centenario de los Reyes Católicos. El alcalde, Ossorio Morales, publica un bando en el que alienta a los granadinos a que salgan a las calles para vitorearlo. «Tengo la seguridad de que las calles vibrarán de entusiasmo, y de que vuestros vítores cordiales han de resonar por todos los ámbitos de la ciudad al paso del Caudillo y su esposa». Las autoridades locales aprovechan la estancia del jefe del Estado para que inaugure tres pabellones del Clínico, en uno de los cuales quedaría el Pabellón del Cáncer, segundo de los puestos en funcionamiento en España. También inaugura las 300 viviendas construidas por el Patronato de Santa Adela en Haza Grande. El arzobispo, Balbino Santos y Oliveira, considera que son pocas las viviendas para pobres que se construyen. Así lo dice en una homilía: «Deben hacerse más casas para los pobres entre los más pobres de Granada, que viven guarecidos como las alimañas y en condiciones infrahumanas en esas covachas indecentes en los barrancos que circundan la ciudad. Urge acabar con ese cinturón de cieno que rodea a Granada». El prelado conocía bien la situación. Había más de 2.500 mendigos pidiendo por la calle. A los próceres granadinos no les pareció bien la reivindicación del arzobispo en plena visita de Franco, pero comprenden que es el único que puede hablar así. En un momento de su visita, al Caudillo le ponen un casco para que coloque la primera piedra del grupo escolar División Azul. Al día siguiente preside los actos del Día de la Hispanidad y asiste a la apertura del Colegio Mayor Isabel la Católica, uno de los siete que en ese año comenzaban a funcionar por el país como exponente de la política educativa puesta en funcionamiento por el ministro Ruíz Jiménez. El Colegio, que este año ha celebrado su 70 aniversario, fue diseñado por Prieto Moreno y Fernando Wilhelmi y se concibió como colegio femenino, pero luego pasó a ser mixto. El rector dijo en la apertura que con el nuevo centro «nacía una nueva Universidad hispánica». En Láchar, de nuevo le pusieron el casco de obra al Caudillo para visitar las obras del Instituto Nacional de Colonización. Los obreros acudieron en masa para ver en persona al mandamás de España.

Obreros de Láchar que no quisieron perderse la vista de Franco.

Obreros de Láchar que no quisieron perderse la vista de Franco.

En el campo estudiantil se vive tiempos de renovación de actividad. Ese año se crea el Teatro Español Universitario (TEU) de la mano de José Martín Recuerda y la puesta en marcha del Aula Cultural de la Universidad impulsada por Víctor Andrés Catena, al que Granada tiene pendiente su reconocimiento por haber sido un adalid de la Cultura en aquellos tiempos y el que trajo a la ciudad las vanguardias teatrales europeas. En el mundo del cine descubrió muchos artistas y fue guionista de varias películas. Murió en Málaga en mayo de 2009 totalmente olvidado por la ciudad que le vio nacer. Los periódicos locales no le dedicaron ni una mísera línea en su día. Suele pasar.

Este año la Asociación de la Prensa de Granada se encarga de organizar los actos de inauguración del Teatro Isabel la Católica. Será el día 6 de junio y para ello se programa la puesta en escena de las óperas Carmen y Rigoletto. Las entradas de butaca de patio costaban 90 pesetas y las del socorrido gallinero, a 35 pesetas. Ese día se arma un buen revuelo por los alrededores del teatro porque se difunde que en dicha inauguración iba a estar presente a la actriz francesa Jean Fontaine y el actor Luis Jourdan, que estaban en Granada rodando la película Érase una vez, la cual contaba cuatro historias del Decamerón de Bocaccio. Jean Fontaine tenía muchos admiradores ya que había sido la protagonista de Rebeca y Cartas a una desconocida, películas de mucha taquilla en aquella época. Érase una vez se rodó en los palacios nazaríes y todos los días que duró el rodaje cientos de ciudadanos se apostaban por los alrededores del Alhambra Palace para ver de cerca a Jean Fontaine. Aún no existía la televisión ni las revistas del corazón.

Margot Fontaine, durante el rodaje de Erase una vez en La Alhambra.

Margot Fontaine, durante el rodaje de Erase una vez en La Alhambra.

En 1952 se rodó también parte de la película La hermana San Sulpicio, basada en la novela del asturiano Amancio Palacio Valdés. La historia narra la vida de una joven que se mete a monja por vocación y cuando está destinada a un sanatorio conoce al director médico, del cual se enamora. A tomar por saco la vocación. También se ruedan ese año –en la Alhambra y el Sacromonte, cómo no– las películas El seductor de Granada y Noches andaluzas, que tienen como actores a Mario Cabré, Antonio ‘El Bailarín’ y a los entrañables Pepe Isbert y Manolo Morán.

Estas películas no se pudieron ver en el cine Albayzín, en la calle San Buenaventura porque, como ya he contado cuando fue inaugurado en 1944, se quemó por completo en 1952. El incendio fue provocado por un vecino borracho, cañero de profesión, que le metió fuego a su vivienda en un intento de quitarse la vida quemándose a lo bonzo.

Tanta utilización de la Alhambra para rodajes, festines y actividades lúdicas, hace que un grupo de arquitectos firmen lo que se llama el Manifiesto de la Alhambra, que recoge los debates habidos durante los días 14 y 15 de octubre y tomando como base el valor moderno y contemporáneo del monumento nazarí. Por primera vez se piensa en serio que este patrimonio había que cuidarlo para las generaciones venideras.

El día uno de abril se anuncia la supresión del racionamiento del pan y el día seis las mismas panaderías protestas (hasta donde pueden, claro) porque se establece a 1,30 pesetas el kilo de pan. Muy caro para las casas con varios hijos (que son casi todas) a los que hay que quitarle el hambre. Todavía resulta casi imposible ir a bañarse al mar y las familias lo hacen en las pozas que se forman en el río Genil.

La visita de Gilda

A primeros de noviembre apareció por Granada Rita Hayworth. Venía acompañada por el conde de Villapadierna. La visita pasó casi desapercibida porque la noticia solo fue publicada en un lugar escondido por el diario Ideal, que por entonces pertenecía a la Editorial Católica. Quizás el periódico de la Iglesia no quería darle demasiada relevancia a una actriz «provocativa e indecente» (así la había calificado) que había hecho de Gilda y se había quitado un guante en una película. A la actriz no le importó en absoluto este ninguneo. Más tranquila pudo ver La Alhambra y el Generalife. Rita Hayworth no quiso visitar el pueblo sevillano de su padre, Castilleja de la Cuesta, porque siempre quiso sepultar el recuerdo de su progenitor, el cual había abusado de ella cuando era una niña. En Andalucía pues estaba la génesis de los orígenes de esta mujer que escandalizó a la censura de una época, que enamoró a Orson Welles, que se casó con el hijo del Aga Khan III y que acabó consumida por el alzhéimer.

Rita Hayword, en el Palacio de Carlos V.

Rita Hayword, en el Palacio de Carlos V.

El Ayuntamiento recupera este año el llamado Día del Guardia Urbano. Consistía que ante el ‘pirulí’ que había enfrente a la puerta de Correos se depositaban (por parte de empresas, instituciones y particulares) todo tipo de regalos para los ‘guindillas’, pues era así como eran conocidos. Al parecer, los guardias urbanos ganaban muy poco y era la forma de agradecerle su labor y su prestancia a la hora de dirigir el tráfico. De pronto, al lado de las peanas donde se subían para dirigir el tráfico se acumulaban botellas de vino, cajas de frutas y hasta pavos vivos. Los más graciosos les dejaban barras de hielo en pleno agosto.

También ese año se recupera la tradición (había sido interrumpida en la Guerra Civil) de exhibir las carocas en la Plaza Bib-Rambla. Gallego Burín nunca lo permitió, pero sí su sucesor. Cuenta José Luis Ramos Torres que en ese año los artistas Antonio López Sancho, Manuel Maldonado y Manuel Parrizas fueron los encargados de confeccionar las veinte carocas. De entre todas había una que tenía todos los indicios de ser la más comentada y que estaba dedicada a un supuesto ‘tren de la malafollá’. En ella se veían caricaturizadas varias personas en un tren que iba a Madrid y que llevaba como viajeros los más señalados paisanos aquejados por ese carácter tan granadino. Como no ponían nombres (para eso estaba la censura) y ante el temor de que la gente los pudiera identificar, los autores la tuvieron que retirar, tras la oportuna presión de los munícipes. En su lugar improvisaron a última hora otra en la que se veía las caricaturas de los tres artistas y de fondo un tren desvencijado y roto. Y debajo la siguiente quintilla: «Surgió un nuevo inconveniente; / ¡adiós nuestras ilusiones! / Que la Renfe, insuficiente, / no dispone de vagones / para meter tanta gente».

El día tres de octubre es fusilado en Granada Francisco Sánchez Girón, también conocido por Paquillo el cura por haber dicho en una ocasión que antes de la guerra había sido sacerdote. Había sido condenado a muerte, pero se fugó de la prisión de Almería en 1946 y se enroló en la agrupación guerrillera Málaga-Granada un año más tarde. Paquillo el cura, rápido de risas y rico en ironía, no participaba en los combates, se dedicaba a la propaganda de los hechos guerrilleros y ayudaba en la edición del periódico Por la República. Aun así, el Régimen lo consideraba un sujeto peligroso. Fue capturado en Madrid y ejecutado en Granada. Con esta muerte se da por finalizada su lucha contra la guerrilla en nuestra provincia.

En el capítulo de tragedias en las que tienen que ver vidas humanas, hay que reseñar la que tuvo lugar el 27 de septiembre de ese año. Lo cuenta Michael Lozares en su libro Los aviones de Sierra Nevada. Resulta que ese día se estrelló un avión entre Peza y Tocón de Quéntar que pertenecían a la Base Aérea de Armilla y en la que iban cuatro tripulantes: el capitán Pedro Luque de Pablo, el teniente Ernesto Bernal, el mecánico Francisco Enamoneta y el radiotelegrafista Jesús López. Iban a Palma de Mallorca y al poco tiempo de iniciarse el vuelo se incendió el motor izquierdo y el avión cayó en un lugar llamado La Cañada del Vinagre. No sobrevivió ninguno de sus ocupantes. Una cruz en el lugar recuerda el desgraciado accidente.

En 1952 se inaugura también el Sanatorio de la Salud y se instala en Granada el maestro Higuero, que compuso Mujer granadina, la canción que popularizó Paquito Rodríguez. En ese año nacen el municipio de Vegas del Genil, el pintor Julio Juste, los poetas José Carlos Rosales, Ángeles Mora y Javier Egea. Vladimir Putin también nació este año, pero no es cuestión de resaltarlo.

Escrito por Andrés Cárdenas

FOTO:Los baños en el río Genil eran los veraneos de aquellos años.

https://www.granadahoy.com/granada/ano-mucha-miga-pitos-flautas_0_1744027288.html