Vuelve a primera línea de actualidad en estas semanas lo sucedido en las residencias de mayores y los miles de fallecidos por el COVID durante la pandemia que aún nos asola.

Es menester echar un vistazo al trato a nuestros mayores, entre los cuales no tardaremos mucho en estar, aunque miremos hacia otro lado absurdamente. El trato de la sociedad hacia ellos con frecuencia es vergonzoso.

Un vistazo a cómo se acercan hasta sus cuentas corrientes entidades bancarias de corbata y sueldos de muchos miles de euros, esas a las que este país donó decenas de miles de millones hace unos pocos años, ordenaron a sus jefecillos de sucursales a exprimir las fuentes de capitales, llamando a personas mayores que viven de sus escuálidas pensiones, con unos ahorros de toda su vida que apenas llegan a lo que cobran estos trabajadores de la banca en unos meses, para que colocaran sus dineros en fondos de inversión agresivos por demás, sin ninguna necesidad, como si a esas alturas de sus vidas (85 o 90 años) necesitaran ganar unos dividendos enormes en un futuro medio.

Resulta sangrante, inmoral, de auténticos bandidos. Y estos son los que ahora nos llaman ofreciéndonos nuevos productos, como el que ofrece una ganga que nos vendrá a mejorar gustos, placeres, la vida misma; estos que operan sin ningún escrúpulo ni vergüenza con nuestra población más débil, la que nos lo ha dado todo y que están ahí sin querer siquiera que nos gastemos un duro ni en su entierro, que para eso pagan los muertos toda la vida.

publicado en IDEAL

FOTO: Marco Antonio Fdez.

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