Los pueblos se pueden unir por la cultura desde sus variadas vertientes y contra la violación de sus libertades y derechos.

Granada está indignada por lo que entiende ha sido la violación de un derecho: tener la sede de la agencia de investigación artificial. Tiene derecho por cuestiones objetivas: nuestra universidad es la mejor también en estas áreas de conocimiento; aún no hay nada aprobado sobre el acelerador de partículas (acabamos de ver que nada hay
definitivo hasta que no es aprobado); ha presentado el mejor proyecto y estábamos todos unidos. Con eso es suficiente.

Ninguna culpa tiene Sevilla, ya venía haciendo sus cosas bien; ninguna culpa tiene Coruña, se ha encontrado con un premio inesperado. Hay culpables; ellos lo saben y no todos están en Madrid. Lo cierto también, porque también es cierto, es que Granada políticamente ha apostado poco por Granada desde siempre.

Aquí no interesa unirnos alrededor de una idea aunque sea buena, ni dentro ni fuera de nuestras murallas. Aquí lo que sobresale es lapidado, dentro y fuera; y quien debiera defendernos por los éxitos internos no desaprovecha la ocasión para apuñalar romanamente a los mejores. Ahora en el PSOE nazarí se protesta sonoramente y en el PP nazarí se protesta contra Cuenca por una decisión que piensan les beneficia en las próximas elecciones.

La Universidad, principal adalid de este proyecto, sustentadora de bases investigadoras que lo han colocado en lo más alto, no puede callar. Hemos demostrado que nos podemos unir y presentar el mejor proyecto, también por una vez, y esto dará ventajas para el futuro próximo, pero el PP no se resiste a golpear y aprovechar esto para sus intereses, aunque en nada beneficie a Granada. Al final, lo de siempre.

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