Dellafuente y Granada, más que un fenómeno social
El artista granadino termina su pequeña ‘gira’ en su ciudad natal con más de 22.000 entradas vendidas.,»Estos tres conciertos han sido únicos, no sé si se repetirán», sentencia Dellafuente entre el casi llanto de su público
Dellafuente avisaba hace dos días que no quería irse. Y alguien ya le contestó que no quería que se fuese. Otra vez, ha vuelto a pasar. Absolutamente toda Granada hubiese pagado al tiempo para que el instante hubiese sido eterno. «¿Nos volvemos a ver mañana? Sí ¿y el lunes? Por favor.», hablaba el ‘Chino’ con su gente.
Tres noches en su ciudad natal, tres noches en el Palacio de Deportes, tres noches con su «familia». Y solo queda una duda: ¿Cuándo será la cuarta? «Prometo que no puedo esperar más para verlo», dice una joven con la bandera de Dellafuente F.C, algo que ya forma parte de la esencia del artista. Esta misma chica, al terminar el concierto, vuelve a repetir esa frase. ‘Chino’, tu gente necesita más.
¿Dellafuente es un fenómeno social? A priori, podría ser un cantante urbano como cualquier otro, pero ¿hay alguien en el panorama musical que tenga ultras? Nadie los define, solo ellos. Son hooligans. Pasamontañas, todo el ‘merchandising’ existente hasta hoy y siendo fieles, no solo a su ‘Chino’, a la animación más profunda de un estadio de fútbol en los suburbios de Inglaterra. Con todos vosotros: UltrasDella.
Si hay algo estéticamente poco atractivo es un barrio obrero, con todo lo que eso implica. Contarle al mundo que tus recursos están limitados, que la droga te ha sacado de unas ‘cuantas’, que también te ha implicado en problemas, que eres feliz con poco, que quieres dinero para los tuyos y que tu paz comulgue con tu felicidad es algo que poca gente quiere escuchar. O, al menos, esté dispuesto a hacerlo. ¿Pero, a cuánta gente representa? Puede que de las 22.000 mil personas que han ‘llorado’ con Dellafuente estos días, la mayoría sientan cada palabra como su realidad. Cada canción como su problema, su hogar, su enfermedad.
«En la memoria nadie muere, pero no sabes cómo duele» puede que sea la frase, su verdad y la de muchos, más gritada y sentida de todo el concierto. Ya lo dijo una persona, otra, al ‘chino’ no se le escucha, a Dellafuente se siente.
«Curas más depresiones que un psicólogo. Gracias ‘xino'», escribió una chica en su pancarta. Otra joven, visiblemente emocionada, añadía que Dellafuente la acompañó en sus momentos más triste, «cuando no era yo». En estos tiempos, que todo es efímero, también lo es la felicidad. ¿Sabrá Dellafuente que su música acompaña a cualquier escala social? A todos esos sentimientos que no se pueden explicar, ahí están sus canciones.
El espectáculo se repite en sus mismos tiempos, pero con más sorpresas. El productor Antonio Narváez volvió a montar una mini sesión de ‘Copera’. Pepe y Vizio se subieron al escenario para hacer felices a muchas ‘almas’ aunque «el mundo está difícil». El cantaor Israel Fernández recordó lo que es Andalucía, sin desprestigiar todo lo que es Andalucía. A Maka ‘lo aman sin límites’, simplemente. El punto de la noche se lo llevó Rels B dando la buena nueva con su presencia, algo que también ocurrió el viernes.
La esencia más pura de Dellafuente se reencontró con su público, al igual que su nueva versión. Nadie esperaba un piano encima del escenario del Palacio, pero no es por recordar algo obvio, ya se dijo, con Dellafuente todo es posible. Silencio, absoluto silencio. Parece que Pablo, como así se llama el artista, se ha subido con su piano. Esperen, esperen. Estos tres pases han confirmado que Dellafuente lo es en todas sus versiones aunque él ya no quiera serlo.
Durante estas tres noches, el granadino ha juntado lo folclórico con el rap, el trap y el flamenco. Ha puesto en escena a un equipo de bailarines y actores para recrear su vida, que no el show. Ha bajado del escalón del escenario preguntando que qué siente ahí abajo, una triste metáfora de lo que es la vida.
Puede que haya querido volver a sentir lo que nunca quiso dejar de ser, uno más de todos los mortales. Y repite: «Qué bien se vive aquí abajo. Qué bien se vive aquí abajo y qué bonito es». Y sí es bonito ver a un artista recordar que la realidad de muchas personas también merece ser escrita.
¿Ha merecido la pena esperar tres años y dos meses para volver a escuchar a Dellafuente? La respuesta, sin tener que ser la correcta, es que 22.000 personas confían en no tener que esperar tanto para volver a verlo.
Dellafuente siempre contesta: «Gracias por hacer historia, vosotros sois los culpables».