Una alimentación con exceso de azúcar, sal y grasa marca la salud y la dieta futura

Acostumbrar a los niños a una alimentación saludable es más importante de lo que podemos pensar. No solo influye en su estado de salud actual, sino que marcará también las enfermedades futuras, como alergias, asma, obesidad, diabetes… y la dieta que seguirán de mayores (este jueves se conocía el ‘Estudio Pasos 2022’, que ponía en evidencia que los pequeños «cada vez comen peor»). Los expertos advierten que si no se educa el paladar desde el principio es complicado cambiar los hábitos cuando llegan a la adolescencia. Vamos, que si les acostumbramos a tomar dulces y ultraprocesados tenemos casi perdida la batalla de que coman verduras, legumbres, pescado y fruta. Tiene explicación científica.

La mayoría de las bacterias que tenemos en el organismo viven en el intestino. «Los primeros microorganismos llegan al tracto digestivo del recién nacido en el momento del parto y comienzan a establecer una microbiota intestinal que evoluciona a medida que el tubo digestivo va madurando», señala Sonia González, microbióloga del Instituto de Investigaciones Sanitarias de Asturias. Factores como el tipo de parto, el modo de alimentación, los antibióticos o la dieta materna influyen en la constitución de la microbiota intestinal del bebé. «Es importante, ya que las alteraciones en la microbiota intestinal se relacionan con mayor riesgo de sufrir problemas del sistema inmunológico, como asma o alergias y obesidad o diabetes, que pueden persistir a lo largo de la vida», ahonda la investigadora. Una dieta sana facilita esa microbiota equilibrada «esencial para la salud futura del niño».

Cuando los bebés comienzan a tomar alimentos diferentes a la lactancia materna es un momento clave. «Un trabajo realizado por nuestro equipo de investigación demostró que los bebés que a los 6 meses de edad tienen un consumo de energía moderado y han introducido los vegetales en su dieta tienen un crecimiento de determinados grupos bacterianos beneficiosos para prevenir enfermedades, a la vez que cuentan con más probabilidades de seguir de mayores un patrón dietético de tipo mediterráneo», incide la experta.

Alteraciones de la microbiota

Un estudio científico en el que se comparó la microbiota de niños europeos que vivían en ciudades con la de niños africanos de una zona rural puso de manifiesto que el exceso de azúcar, grasa animal y alimentos densos en calorías en los países industrializados está cambiando la actividad metabólica de la microbiota. Los niños de Burkina Faso, que consumían básicamente una dieta rica en cereales, tenían menos inflamación en el organismo –causa de muchas enfermedades– y, por tanto, mejor salud que los europeos, que abusan de alimentos sin fibra real y ultraprocesados.

La infancia ‘temprana’ –de 0 a 3 años– es un período «en el que la nutrición adquiere un papel fundamental en el correcto desarrollo y crecimiento del niño, así como en la aparición de ciertas enfermedades en la edad adulta», coincide Naroa Kajarabille, del grupo de Nutrición y Obesidad del departamento de Farmacia y Ciencias de los Alimentos de la UPV/EHU. Resalta también la importancia de esa fase a partir de los 6 meses, en la que se introducen de forma progresiva los alimentos. «Una ingesta excesiva de energía puede favorecer el desarrollo del sobrepeso y obesidad, lo que a su vez se relaciona con diferentes enfermedades metabólicas en la edad adulta», advierten los investigadores de la Universidad del País Vasco.

Adquirir hábitos

¿La solución? La educación nutricional. «Es fundamental para adquirir hábitos alimentarios saludables, pero el proceso de aprendizaje debe comenzar desde bebés. Es necesario que se adapten durante la primera infancia a nuevos alimentos, ya que es mucho más fácil que a edades más tardías». Si de muy pequeños comen alimentos con mucho azúcar y sal y ultraprocesados estamos acostumbrándoles a esos sabores y será muy difícil cambiar el ‘paladar’ más tarde.

Los expertos de la UPV/EHU dan un consejo: a los 2 años el bebé debe comer casi lo mismo que sus padres. «Los adultos son un modelo. Comer y disfrutar de una alimentación variada será la mejor forma de educar nutricio

Consejos

  • A los 2 años comen de todo Es recomendable introducir los alimentos de forma que a los 2 años pueda comer casi lo mismo que los adultos. Retrasar la masticación conduce a conflictos con la comida y favorece la sobrealimentación, según recoge la guía sobre nutrición infantil de la UPV/EHU.

  • Sin azúcar y sal en exceso La comida preparada y procesada, que suele contener azúcar o sal en exceso, no se debe ofrecer a los niños. Tampoco bebidas azucaradas.

  • Evitar que coman a capricho Algunos pequeños suelen ser caprichosos en sus preferencias por determinados alimentos y en su rechazo a otros. Las dietas selectivas, con pocos alimentos, pueden generar deficiencias de nutrientes y afectar al desarrollo psicomotor.

  • En la mesa con todos Sentar al bebé a la mesa con la familia durante las comidas facilita el aprendizaje de hábitos nutricionales correctos. Y es fundamental permitirle experimentar con la comida para despertar su interés.

  • Sin premios ni castigos Es importante no premiar ni castigar con alimentos, así como evitar ofrecer platos alternativos.

 

MARTA FDEZ. VALLEJO

FOTO: violeta cano

https://www.ideal.es/vivir/nutricion/comer-sano-aprende-20230127131159-ntrc.html
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