La erosión se convierte en un problema cuando la actividad humana pasa a ocupar una importante superficie de la parte activa de estos ecosistemas

La mayoría de las playas se encuentran situadas en las costas, algunas en ríos y lagos, y son lugares para disfrutar y admirar. Forman parte de la zona costera que se denomina ‘de peligro activo’. Muchas de estas zonas, principalmente las playas, están en riesgo porque, a lo largo de muchos años, ha habido una permanente invasión humana sin tener en cuenta la dinámica de los sedimentos. Existe una especialidad de la ciencia y la ingeniería (en España dentro de la de Caminos) que estudia y simula la dinámica de la costa y de las playas, pero los resultados de estos estudios se han empezado a aplicar recientemente y en muchos casos ya es demasiado tarde.

Las playas son sistemas dinámicos que experimentan cambios constantes, normalmente cíclicos, debido a las olas que rompen en su orilla. Si sobreviven es gracias a su capacidad de respuesta a esa dinámica de alta energía asociada al oleaje. Uno de los efectos del oleaje es la erosión, que se asocia con el traslado de la arena de un lugar a otro. En este proceso juega un papel clave la parte activa de la playa, llamada envolvente.

La parte de la playa que está por encima de la marea baja y las dunas son el principal almacén de arena para responder a las tormentas. Según la localización (mar abierto, costa protegida, desembocadura de un río…), las playas experimentan desde ciclos anuales hasta de decenios y, en cuanto a su movimiento natural de arena, se observan movimientos laterales de decenas de metros y movimientos verticales de hasta 5 metros.

Uno de los mecanismos para el traslado de arena son las corrientes de resaca, que transfieren arena de las zonas altas a mar adentro. En este mecanismo juegan un papel importante las llamadas barras, que actúan como obstrucciones móviles para las olas. Estas barras, en zonas de baja energía, están próximas a la orilla, pero en zonas de alta energía se alejan de esta. Esto lo conocen bien los surfistas. Toda esta dinámica nos indica que con la erosión, que es un proceso natural, no se pierde arena, se traslada a otro lugar ya sea a lo largo de la costa o hacia fuera y de nuevo hacia dentro. Estos procesos alcanzan su mayor magnitud en las regiones ciclónicas.

Gestión sostenible de la costa

Todo el proceso que mantiene la playa en equilibrio se llama de retroalimentación negativa o de ajuste automático y busca disminuir la energía de las olas que impactan en la playa. El proceso pasa a ser positivo cuando el movimiento de la arena incrementa la energía de las olas. Por ejemplo, frente a un malecón, cuando se incrementa la profundidad. Así, el estudio del tamaño y la dinámica de la envolvente de la playa es fundamental para una gestión sostenible de la costa.

La erosión se convierte en un problema cuando la actividad humana pasa a ocupar una importante superficie de la parte activa de la playa o desvía las direcciones naturales de las olas. Por ejemplo, eliminando las dunas o construyendo espigones o diques. En muchos lugares, las infraestructuras construidas por el hombre entran de lleno en las zonas de riesgo costero. Por ello es interesante evaluar, para estas zonas, los riesgos derivados de la erosión. No es lo mismo una recesión de 30 metros de una línea de cambio de costa en una playa con sus dunas y superficie libre detrás de ellas, que en un lugar donde las infraestructuras (viviendas, carreteras, etc) llegan a la línea de costa.

Manuel Tello

https://www.ideal.es/ciencia/tierra/riesgo-desaparezca-playa-20230208145245-ntrc.html

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