Orgullo de ser granadino
Venía ayer de desayunar con mi IDEAL debajo del brazo y me descubrí silbando por toda la avenida de Cádiz. Estaba contento. Muy contento. De mis labios salía uno de los temillas habituales de las charangas que animan los partidos del Covirán de baloncesto que, el sábado, barrió a Murcia del parqué. ¡Qué partidazo, oigan!
¿Leyeron a Sito Alonso, el entrenador visitante, que destacó «la comunión entre el Palacio de los Deportes y el equipo de Pablo Pin»? Pues eso. De vez en cuando, en las redes sociales, todavía asoma algún cenizo que, cuando hay una mala racha de resultados, pide la destitución del entrenador o dice que tal o cuál jugador es un paquete. Además de que son los menos, lo mejor es que la gente no les hace ni caso. Una inmensa mayoría de aficionados estamos a muerte con la directiva, el cuerpo técnico y los jugadores: en 10 años nos han devuelto a la ACB y confiamos ciegamente en ellos.
Más noticias que me pusieron a silbar: lo de Carme Artigas destacando que el impacto económico del laboratorio emiratí Adia Lab será superior «al que hubiera tenido Aesia», antes de la humorada de insistir en que hubo transparencia en la elección de la sede. No se enteran. Que no es por el dinero en sí. Que los granadinos estamos que trinamos por la tomadura de pelo. Por el insulto y el bochorno. Y precisamente por eso, más le vale a Paco Cuenca no mostrar dudas o titubeos con el tema, por muchas presiones que reciba de Madrid y/o zanahorias que le pongan delante. Es una cuestión de orgullo. Como orgullosos podemos estar de que la granadina fue la manifestación andaluza que a más gente sacó a las calles, una marea blanca en defensa de la sanidad pública y gratuita. O el triunfo de Rafa Arroyo en una competición internacional de aceites de oliva, llevando al Olimpo de la gastronomía europea el arbequina O-Med de Ácula. ¡Razones y motivos para silbar por la calle, rebosante de orgullo nazarí!
FOTO: ESPAÑA DIGITAL
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