De repente, una buena noticia
Fue una sorpresa. Al menos, para quienes no estamos en el ajo. No se habían apagado los ecos de la celebración del 1 de mayo, el Día del Trabajo, que pronosticaba un otoño caliente con movilizaciones y protestas, cuando los empresarios y los sindicatos mayoritarios se han descolgado con un acuerdo salarial para los años 2024 y 2025.
La letra pequeña, a qué compromete y a qué no y todo lo referente a la cláusula de revisión al alza vinculada a la inflación, lo tienen en las páginas dedicadas a Economía y Negocios. Para mí, lo importante es el acuerdo.
En esta sociedad artificialmente polarizada que los agitadores no dudan en incendiar; patronal y sindicatos se comportan de una manera ejemplar, sentándose a negociar y pactando acuerdos que benefician a la mayoría de los sectores productivos del país. A los extremistas no les gustará, claro. A los adalides del ‘cuanto peor, mejor’, estos pactos les huelen a cuerno quemado al desbaratar su discurso catastrofista y apocalíptico. ¡Qué mala suerte!
Con tantos libros de autoayuda que se publican, ¿por qué no escriben uno al alimón los negociadores de la CEOE, UGT y CCOO, para mostrar cómo se transacciona y se llega a acuerdos partiendo de posiciones diametralmente opuestas, en teoría?
No hay mejor foto para robustecer un sistema democrático que la de los líderes empresariales y sindicales charlando desenfadadamente y dándose la mano después de firmar un acuerdo. Sobre todo, para chincha rabiña de tanto amargado que, si ve un vaso medio lleno, no dudaría en tirar agua por el váter para lamentarse de que esté medio vacío.
Ahora llegarán las interpretaciones sobre a quién beneficia este acuerdo, políticamente hablando. Al Gobierno, dirán unos. Y no les faltará razón. De hecho, Yolanda Díaz no ha tardado en celebrarlo. Feijóo, por su parte, también se ha lanzado a aplaudirlo, destacando la responsabilidad de los agentes sociales en esta materia. ¡Y que viva el buen rollito!
Jesús Lens
FOTO: DIARIO PROGRESISTA
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