El nuevo bum de viajeros tras la pandemia reaviva el debate sobre los límites de la industria y su impacto en el entorno. Las empresas se adaptan a la mayor conciencia ecológica de los clientes

Dos encuestas le dan la razón. El último informe de Booking sobre el tema (Sustainable Travel Report, 2023), con entrevistas a 33.000 viajeros en 35 países, entre ellos España, indica que un 76% prefiere opciones sostenibles. Este porcentaje supone un incremento de 16% respecto a los datos de 2021 y del 5% sobre los de 2022. Es más, un 43% dice estar dispuesto a pagar más por viajar de forma más sostenible.

Un segundo estudio, presentado por Mastercard en Madrid esta semana y centrado en viajeros de Alemania, el Reino Unido y Francia, apunta conclusiones similares y revela algunas contradicciones: el 53% de los encuestados se considera bastante implicado en la sostenibilidad, pero solo un 16% se comporta de forma sostenible cuando viaja. “Hay clientes que piden al hotel el certificado de sostenibilidad, pero luego cogen comida de más en el bufé del desayuno y se acaba tirando lo que sobra”, afirma Álvaro Carillo. “Que el hotel sea sostenible no quiere decir que el cliente también lo sea”, sentencia.

Las inversiones en eficiencia energética y de consumo de recursos están siendo bastante generalizadas. “En España tenemos 15.000 hoteles y algunos se lo toman más en serio que otros”, puntualiza Álvaro Carillo.

Hotel Villa Le Blanc, del grupo Meliá, en Menorca.
Hotel Villa Le Blanc, del grupo Meliá, en Menorca.

Falta por ver si todas las medidas de ahorro de energía y recursos son suficientes para compensar la huella que dejan los más de mil millones de turistas que anualmente viajan por todo el mundo. Antes de la pandemia, el turismo era uno de los sectores con mayor crecimiento y suponía un 10% del PIB mundial. Pero también se ha convertido en uno de los más contaminantes: según el último estudio de la Organización Mundial del Turismo y el Foro Internacional del Transporte, las emisiones de CO2 del turismo crecieron al menos un 60% entre 2005 y 2016, hasta suponer un total del 8% mundial. Solo el transporte (avión primero y luego el automóvil) es el causante del 5% de las emisiones mundiales. Para reducir la contaminación, Francia aprobó en mayo una ley que prohíbe realizar vuelos cortos cuando estos tengan alternativa de viaje en tren de menos de dos horas y media.

Aviones y emisiones

La transformación en movilidad es complicada. La UE ha aprobado un gran paquete legislativo (bautizado Fit for 55, o en forma para el 55) con medidas para reducir las emisiones de CO2 del transporte en 2030 al menos un 55% respecto a 1990. Para los aviones, establece que el 2% del combustible sea sostenible a partir de 2025 y el 70% para 2050. En ese marco, la industria está desarrollando los ecocombustibles, que son combustibles líquidos neutros en carbono para cuya producción se sustituye el petróleo por materias primas alternativas (residuos agrarios, forestales y urbanos, CO2 capturado e hidrógeno renovable).

Todas las grandes empresas del sector están invirtiendo en estos nuevos combustibles. Pero también han advertido de que son más caros y pueden tener una repercusión en los precios de los billetes. “En este nuevo escenario de descarbonización lo más probable es que el transporte se encarezca aún más”, advierte Donaire, que considera que hasta el momento se ha hecho muy poco en temas de movilidad sostenible de ocio.

Viajar ya es más caro. La inflación ha supuesto un duro golpe para la renta disponible de los ciudadanos y, a la vez, ha incrementado los costes de las empresas y, por tanto, los precios. Las empresas afirman que, además de los costes, el encarecimiento se explica por el hecho de que los hoteles se están posicionado en sectores más premium y, además, el sector se está recuperando del golpe de la pandemia, que dejó muchas deudas.

Los buenos resultados recientes de las grandes hoteleras, correspondientes a 2022, certifican que la actividad está yendo viento en popa. Mientras, el gasto turístico rozó máximos en 2022 y se situó en 87.061 millones de euros (un 95% de lo registrado hace tres años). El gasto medio por viajero (1.217 euros) se situó un 10,5% por encima de la marca de 2019.

Ante este panorama, ¿es posible que el turismo sea sostenible? “La respuesta tiene que ser que sí”, opina Macià Blázquez, catedrático de Geografía de la Universitat de les Illes Balears y experto en turismo. “Todos estamos de acuerdo con que hemos de disfrutar de más tiempo de ocio y el turismo es importante; los que creemos que hay que poner freno a ciertas cosas no estamos en contra del turismo, sino que abogamos por abordar ciertos cambios”. El objetivo, a su juicio, pasa por promover un turismo de proximidad, estancias más largas y que el beneficio que favorezca también a la población.

Varias comunidades han impuesto limitaciones a la masificación, como la moratoria hotelera en Barcelona. Baleares ha restringido a tres el número de cruceros diarios y hace un año aprobó una ley que establece mecanismos para eliminar parte de las 625.000 plazas turísticas que hay en las islas, prioritariamente en hoteles obsoletos de una y dos estrellas. Las limitaciones al turismo han sido uno de los temas más polémicos de la reciente campaña electoral en Canarias y también llegan a cada vez más parques naturales, saturados de visitantes los fines de semana y en verano. “Hay cierto consenso en que hay que imponer ciertas limitaciones y atraer a menos turistas, pero que gasten más; el inconveniente es que esta estrategia tiene un efecto de elitización del destino”, opina Blázquez.

El turismo de calidad es otro de los conceptos a debate desde hace décadas. Los excesos cometidos por los llamados turistas de borrachera en algunos destinos, como Magaluf (Mallorca), desataron la polémica sobre este tipo de negocio, vinculado a los paquetes low cost. Desde hace años, muchas empresas turísticas se han transformado para atraer a clientes de mayor poder adquisitivo, sobre todo familias. Aunque Donaire advierte que incrementar la calidad no siempre es más sostenible: “Un hotel de cinco estrellas consume cuatro veces más agua que uno de baja calidad”. Blàzquez opina que el “turismo de lujo” genera, además, más desigualdades: “Es solo para quien se lo puede permitir”.

En cualquier caso, en el sector se considera que el número de visitantes ya no puede ser la principal referencia. “Son más interesantes otros indicadores como las pernoctaciones, el gasto de los turistas y la huella ambiental”, según Miguel Sanz, director general de Turespaña. Aunque cree que España necesita seguir reforzando su oferta complementaria, se declara un gran defensor del turismo de sol y playa: “Tenemos atributos buenos para las vacaciones de relax; eso es una suerte y hay que gestionarlo para que sea lo más competitivo e innovador posible”.

El modelo de sol y playa lleva décadas cuestionado y, aunque se ha ido diversificando el turismo hacia otro tipo de ofertas, como el turismo urbano, cultural y de naturaleza, lo cierto es que en la actualidad nueve de cada diez turistas internacionales pasan solo por seis comunidades autónomas, todas de costa: Cataluña, Comunidad Valenciana, Baleares, Andalucía, Canarias y Galicia. “Nos vamos diversificando poco a poco, pero tenemos lo que tenemos y la playa siempre va a ser un gran activo”, opina Álvaro Carrillo. “Hay que alargar las temporadas y ofrecer actividades complementarias, que no sea lo de siempre, con oferta gastronómica y cultural, entre otras”, explica.

En los barómetros sectoriales que cada trimestre presenta CEHAT con la consultora Pwc, hay un apartado que mide las menciones de España en redes sociales, blogs y webs. Curiosamente, la palabra playa sale mencionada de forma bastante equilibrada con otras como seguridad (dominante durante 2020 por la pandemia), cultura, naturaleza o gastronomía.

El empleo es otro elemento clave para la sostenibilidad. Las empresas turísticas recuperaron en 2022 los niveles previos a la pandemia (cerraron diciembre un alza del 1,4% por encima de 2019), según los datos de Exceltur. Además, han reducido a mínimos históricos la tasa de temporalidad, que desciende al 8,8% por la adopción generalizada del contrato fijo discontinuo.

Pero CC OO considera que “la mejora de la actividad no ha repercutido positivamente en las condiciones laborales ni los salarios”, según explica Marcos Gutiérrez, de la ejecutiva federal del sindicato. Con datos del primer trimestre de 2023, la central afirma que se ha aumentado las carga de trabajo, porque no se ha incrementado el tamaño medio de las plantillas, a pesar de la mayor actividad. CC OO valora la reducción de la temporalidad, pero señala que la parcialidad sigue en el 29,3%. “El turismo es un sector no deslocalizable y eso es una fortaleza; España es puntera en mano de obra cualificada e infraestructuras y hay que trabajar por la sostenibilidad de la actividad”, afirma Gutiérrez.

La sostenibilidad económica parece asegurada en 2023, a la vista del optimismo del sector y las previsiones. La cuestión es, si se marca un récord de actividad ese año, ¿cuál será el objetivo para 2024?

A por los turistas que más gastan

España está haciendo grandes esfuerzos por atraer a los turistas chinos. En 2019, antes de que el coronavirus paralizara los desplazamientos, llegaron 701.000 visitantes chinos. Se trata de un porcentaje pequeño respecto a los 84 millones de turistas extranjeros que visitaron España en 2019, que fue un año récord. Pero el gasto por viajero es de los más elevados: 2.407 euros por visitante, más del doble que británicos y alemanes, y estancias más largas. Las encuestas muestran, además, que una gran mayoría que ha visitado España se declaran dispuestos a volver. Y fidelizar al cliente es una de las prioridades.

En julio está prevista la celebración en Madrid de una nueva edición del Foro de Turismo España-China, organizado por Turespaña conjuntamente con las autoridades chinas en materia de turismo, una vez que Pekín eliminó en enero las restricciones por el covid. El objetivo es establecer relaciones más fluidas tanto con los turoperadores chinos como con sus aerolíneas para que incluyan España en su lista de destinos.

El impacto en el turismo global de la reapertura de China está siendo considerable, teniendo en cuenta que era el mayor emisor de turismo del mundo antes de 2020, con un total de 154 millones de viajeros internacionales y un gasto de 254.600 millones de dólares en 2019, el 17% del total mundial, según la OMT. Los principales destinos antes de la pandemia estaban en Asia (Hong Kong y Macao, y los países más cercanos sobre todo) y, fuera de la región, Rusia, Canadá, Italia, Turquía, el Reino Unido, Francia y España.

Cristina Galindo

FOTO Turistas en la terminal de cruceros del puerto de Barcelona. / Angel Garcia (BLOOMBERG)
https://mail.google.com/mail/u/0/#inbox/FMfcgzGsnBdGSGFdbmZmFpSKkVwLFPMT
A %d blogueros les gusta esto: