La cumbre de París defrauda al no ofrecer soluciones concretas a los países más pobres para financiar la transición climática

Alrededor de 40 jefes de Estado y de Gobierno se han reunido en París, convocados por el presidente francés, Emmanuel Macron, en una cumbre para un nuevo pacto financiero global con el ambicioso objetivo de abordar la reforma de las instituciones multilaterales y adaptarlas a los nuevos retos económicos, financieros y climáticos. La evidencia científica demuestra que la emergencia climática no se puede atajar con inversiones millonarias únicamente en los países ricos, sino que debe plantearse a escala global. Muchos países emergentes no están en condiciones de abordar las inversiones necesarias para hacer frente a la transición energética, pero incluso cuando se lo plantean el precio que les exige el mercado es tan elevado que los proyectos se vuelven inviables, con costes incluso superiores a los que pagan los países ricos. Y es ahí donde indudablemente los organismos multilaterales pueden tener un importante papel: los países menos desarrollados son los menos responsables de la crisis climática.

Pese a que el encuentro se cerró sin un compromiso concreto sobre la financiación de esos costes, a través de nuevos impuestos sobre el transporte, la aviación o la riqueza, sí ha habido algunos avances. El Fondo Monetario Internacional (FMI) asegura estar en disposición de ofrecer 100.000 millones de dólares en financiación a los países emergentes. El Banco Mundial ha propuesto incluir en sus nuevos préstamos una cláusula que permita suspender temporalmente el pago de la deuda de aquellos países afectados por desastres de origen climático, una condición que el Reino Unido, Francia y Estados Unidos han prometido incorporar a sus préstamos bilaterales.

Con todo, los avances parecen escasos ante la magnitud del problema. Al menos 52 países tienen problemas para pagar su deuda y son muchos los mandatarios que han pedido una quita para poder hacer frente a los retos climáticos. Los datos corroboran la urgencia. Un estudio de Naciones Unidas constata que la esperanza de vida se está reduciendo a escala global como consecuencia de la pandemia de la covid-19, el impacto de la crisis de deuda que afecta a los países emergentes y el aumento de las temperaturas. Los países que afrontan una crisis de deuda y tardan más de tres años en resolverla ven cómo en la siguiente década se dispara la mortalidad infantil hasta un 11,4% por encima de la media.

La cumbre de París cree haber sentado las bases para abordar la financiación climática en todas las reuniones multilaterales de los próximos meses —G-20, G-7, reuniones del FMI y del Banco Mundial—, con el objetivo de plantear medidas específicas en una nueva cumbre que se celebrará en septiembre de 2024. El objetivo es alumbrar un compromiso con el que refundar las relaciones Norte-Sur y las bases del actual modelo económico. En plena crisis financiera, hace 15 años, muchas voces plantearon la necesidad de refundar el capitalismo, pero nada se ha avanzado desde entonces pese a la constatación generalizada de que el actual modelo de financiación y desarrollo no funciona.

EL PAIS EDITORIAL

FOTO: Thomas Hafeneth | Unsplash

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